
Desarrollo del bebé
Nuestros hijos y sus capacidades: son geniales
En los primeros años no cesan de aprender y superarse. Traen de fábrica una gran curiosidad por el mundo que los rodea y las cualidades para avanzar: constancia, tesón y perseverancia.

Los niños nacen sabiendo qué es lo que tienen que hacer para aprender y desarrollarse. Y no pierden el tiempo: entrenan sus músculos y el control de su cuerpo como si fueran deportistas de élite; observan el mundo con ojos de científico para comprenderlo, hacen música, se expresan con sus dibujos igual que hacen los pintores y dominan desde el primer momento el lenguaje de las nuevas tecnologías. ¡Ellos apuntan maneras!

«¡Vamos a ver cómo funciona el mundo!», parece pensar el niño. Y se pone a observar fenómenos y a hacer experimentos. Antes de cumplir un año descubre la ley de la gravedad: tira un juguete y comprueba que siempre cae hacia abajo, nunca hacia arriba. Y al estrellarse contra el suelo, ¿qué pasa? El sonajero hace ruido, la pelota bota (tendrá que tirar muchos objetos para ver cómo se comporta cada uno), pero aún queda otra sorpresa: el sonajero y la pelota no desaparecen, solo cambian de lugar.

Desde que hace su primer garabato en torno al primer cumpleaños no para de pintar. En sus dibujos abstractos o figurativos muestra su relación con los padres y los hermanos y sus sentimientos y temores. Nos suelen encantar y podemos animarnos a decorar con ellos nuestra casa.

Los dispositivos electrónicos no tienen secretos para él. Sabe cómo hacer que suene su canción favorita en el aparato de música, poner en la tableta los dibujos animados que tanto le entretienen o cómo encontrar los juegos en el móvil de papá o mamá.

Desde que nace, ejercita sus músculos y trata de conseguir el control de su cuerpo. Cuando aprende a caminar no para ni un segundo: corre, salta, trepa... Necesita ese ejercicio para desarrollar el equilibrio, la coordinación de los ojos con el cerebro y los músculos, la destreza motora. Eso le produce placer y confianza en sí mismo.

El niño es todo oídos: presta atención a los ruidos desde que nace, agita el sonajero para escuchar los sonidos, toca el piano de juguete. Si con poco más de un año dejan al alcance de su mano unas ollas y algo con que golpearlas, hace su primer solo de batería. También canta, baila y da palmadas.

Hay que hacer muchas pruebas hasta conseguir que una torre de bloques se mantenga en pie, pero él no se desanima. Claro no todo es construir, también hay que desarmar para ver cómo funcionan los juguetes.