
Educación & Crianza
Frases tóxicas que no deberías decir a tu hijo
La cultura popular y el desconocimiento han instaurado frases tóxicas en la crianza de los niños que, sin embargo, sería mejor desterrar por su bien emocional.
Si hace unos años hiciéramos este artículo, posiblemente nadie pensaría que ninguna de estas frases puede causar daño en los niños. Pero lo cierto es que la ciencia ha demostrado que sí, que no tratar a los niños con el debido respeto que merecen pueden calar hondo en su bienestar emocional y, sobre todo, en su correcto desarrollo.
La educación en positivo aboga por eliminar los castigos, los gritos, los insultos y, por supuesto, cualquier tipo de violencia psicológica o física hacia el menor. “Si los castigos funcionasen, el niño más castigado sería el de mejor comportamiento y, habitualmente, esto no es así”, decía hace algún tiempo el neuropsicólogo Álvaro Bilbao en su blog especializado. “Los castigos no son más que una muestra de la falta de herramientas para educar que tienen los padres”, contaba a este medio Isabel Cuesta, certificada en Disciplina Positiva.
Aunque el mundo de la crianza y de la educación han avanzado hacia una sociedad más consciente y preocupada por todo lo que concierne al desarrollo infantil, lo cierto es que los padres seguimos cometiendo muchos errores de educación por puro desconocimiento. Errores que, por suerte, todos intentamos mejorar en el día a día (aunque nos cueste un poquito).
Errores que tienen que ver con actos y, sobre todo, con palabras que decimos a nuestros hijos sin caer en el daño que podemos estar causando en ellos. Como alguna de las frases más tóxicas que llevan instauradas en nosotros desde tiempos inmemorables y que, sin embargo, deberíamos desterrar por completo de nuestro vocabulario a la hora de dirigirnos a un niño.
¿Por qué? Pues porque pueden causar daño en ellos tanto a corto como a largo plazo. En términos de autoestima, amor propio, seguridad en sí mismo o, incluso, empatía con los demás.
A continuación hemos elaborado una lista de frases que todavía escuchamos por la calle o en nuestro entorno cercano y que deberíamos eliminar por completo. Así que, si en algún momento te dan ganas de decírselas a tus hijos (aunque solo sea alguna de ellas, o parecidas) te recomendamos que te muerdas la lengua si es necesario para evitar dañarlos emocionalmente hablando.

Nunca utilices un insulto para dirigirte a tu hijo. Nunca menosprecies sus sentimientos y, por supuesto, no culpabilices sus errores.
Los insultos dañarán su autoestima, impedirán la correcta expresión de sus emociones y sentimientos y potencian en ellos la ira y la rabia.

Las comparaciones entre hermanos nunca fueron buenas. Comparando estás dando a los niños un mensaje equivocado: que deben ser como los demás, sin tener su propia personalidad.
“Hay que evitar la comparación innecesaria entre hermanos porque siempre sale perdiendo alguien y el niño celoso se siente continuamente despreciado con respecto a su hermano”, afirmaba hace unos años la AEPap.

Un ejemplo que se relaciona completamente con el anterior. Esta clase de frases pueden provocar sentimientos de ira hacia su amigo.

Probablemente sientas que las amenazas funcionan a corto plazo y tu hijo deja de hacer eso que tanto te molesta. Pero es un ‘espejismo’: en realidad no ha dejado de hacerlo porque ha aprendido que no está bien, sino como respuesta a su miedo a que pase lo que le has dicho.

Otro ejemplo de amenaza. “Si el niño llora cuando le dejas en la habitación y no vas a atenderle, aprenderá que no vas a ir aunque llore, así que dejará de llorar aunque se despierte. Pero esto no es bueno, lo que aprenden es que su padre o su madre no está ahí cuando siente miedo”, decía hace poco el pediatra Carlos González. Aplíquese el cuento a cualquier personaje con el que quieras crear ‘miedo’ a tu hijo.

¿Conoces los peligros de poner etiquetas a los niños? Condicionan su comportamiento. Si le llamas ‘desastre’ se comportará pensando que es un desastre y que no es capaz de hacer esto o aquello.
Pero si le pones la etiqueta de ‘buen niño’ sentirá siempre la presión de comportarse como tal, sin ser él mismo.

Con esto estás anulando las emociones que siente tu hijo porque a ti te molestan. Deberás atenderlo y escucharlo con atención.

Por favor, olvidémonos de hipersexualizar la infancia, de condicionar la manera de relacionarse entre niños y niñas y de incitar a la superficialidad que hay detrás de esta expresión tan típica.
No rías este tipo de gracias.

“Las personas deberíamos poder elegir la manera en la que queremos relacionarnos con los demás y muchas veces enseñamos a nuestros hijos de manera directa: más bien debemos enseñarles desde el respeto a ellos mismos”, nos contaba la psicóloga María de la Cruz Salazar Bello.
Si tu hijo se niega a dar un beso a alguien, no le obligues, escucha y valida sus sentimientos.

Por suerte, cada vez entendemos mejor que no hay cosas de niños y de niñas y que el primer paso para conseguir la igualdad real es educar desde la base. Educa a tu hijo en la igualdad y no permitas que no haga o tenga algo que le apetece porque a ti te parece para el sexo contrario porque todos es de todos.