
Crianza & Educación
Prueba estas frases para evitar decir 'No' a tus hijos
Existen diferentes frases que pueden serviros como alternativas cuando queráis evitar decir tanto No a vuestros hijos. Ya sabéis que, en exceso, esta palabra pierde su efecto.
“Los niños que no conocen un ‘no’ como respuesta, porque se les ha permitido prácticamente todo, no tienen ninguna tolerancia a la frustración”. Así nos hablaba la psicóloga Maribel Martínez de la importancia del No en la educación y la crianza de un niño.
Sabemos que es una palabra que está en el ‘límite del bien y del mal’ porque decirla en exceso no es correcto, pero no decirla lo suficiente, también. ¿Cómo actuar entonces? ¿Es necesario que digamos ‘No’ a nuestros hijos, en alguna ocasión?
Efectivamente, como decía la especialista, los niños necesitan escuchar No, pero no en exceso porque, como todo, perderá efectividad y lo tomarán como una imposición. ¿Dónde reside entonces el secreto? En decir No sin formular directamente esa palabra. De otra manera, en cambiar el contenido del mensaje en seque queramos lanzar a los peques en sentido positivo.
Y, ¿cuáles son esas situaciones en las que es mejor que digamos No, pero en tono positivo? El neuropsicólogo Álvaro Bilbao las resume en su libro El Cerebro del niño explicado a los padres: cuando el peque te pide ayuda pero sabes que puede hacerlo solo, cuando creas que es momento de esperar, porque la paciencia la tienen que aprender, si quiere algo que no necesita, cuando quiera hacer algo para lo que consideras que no está preparado por su edad o nivel de desarrollo y cuando creas que, simplemente, eso que precisa no es lo mejor para él.
Al hilo de lo anterior conviene destacar y recordar que los límites son necesarios, que hay que dr libertad y autonomía al niño para que explore lo que le rodea por sí mismo, pero siempre dentro de unos límites y unas normas que pongamos todos juntos.
Para que el No surja efecto, será mejor que lo digas muy despacio, sin alterarte y mirándole a los ojos (y si te agachas a su altura para que te mire a los ojos mientras lo dices, mejor que mejor). Además, será mejor que optes por frases sencillas y acompañarlas de gestos que puedan entender y, sobre todo, repetir la fórmula las veces que haga falta hasta que consiga comprenderlo.
Vistos estos consejos y a sabiendas de que los expertos recomiendan cambiar el No seco por frases que incluyan el mensaje, pero en positivo, te dejamos algunas que pueden servir como alternativa al No:

Es necesario que siempre cambiemos la frase por una en la que se incluyan consecuencias lógicas y naturales, que el peque pueda entender con facilidad.
Como en este caso: podemos explicarle que comer mucho helado (o cualquier otra cosa) puede provocarle dolor. Más sencillo que un simple ‘no comas eso’.

Si el niño monta una pataleta porque le estamos enviando a comer y él quiere seguir con su juego, ¿qué diríamos? Probablemente un “ahora no es tiempo de jugar, es tiempo de comer”.
¿Qué tal si le ponemos en situación de lo que vendrá en un futuro próximo.

Te habla mal, te grita… Seguro te saldría decir: ¡a mí no me hables así! O ‘No grites’. Pero si se lo prohíbes, más le tentarás.
Así que explícale con un lenguaje adaptado a su edad, que entendemos mejor a las personas que nos hablan bajito y con calma. Que, si quieres, puedes ayudarle a respirar hondo para que lo intente de nuevo.

Ejemplo parecido al anterior: se dirige a ti gritando o, lo que es peor, insultándote. En vez de espetarle un ‘vete a tu cuarto y no vengas hasta que no te calmes’ o ‘No quiero hablar contigo’, prueba a decírselo con paciencia, pero autoridad: si me hablas así no logro comprender qué dices, ¿qué tal si te calmas primero?

¡Que no puedes seguir jugando! ¡Ya no hay tiempo para jugar más! ¡he dicho que no y se acabó! ¿Te suenan estas expresiones cuando estáis en el parque o en algún lugar que le agrada mucho? Entended que, para él, irse a casa cuando se está divirtiendo es una incongruencia.
Así que apostad por decírselo en positivo: ahora nos tenemos que ir pero mañana volveremos.

¡No metas la mano en el enchufe! ¡Deja de tocar eso! Como alternativa a estas, agáchate a su altura, con un suave gesto quita su manita de dónde la tenga mientras le recuerdas que puede hacerse daño si sigue jugando con esa cosa. Además, ofrece tu ayuda para buscar alternativas de juego.

Uno de los lugares propicios para rabietas son las tiendas: de repente, quieren algo que no queremos comprarles. Así que, en vez de decir ‘he dicho que no te voy a comprar nada’, podéis intentar hacer junto a ellos la lista de la compra y advertirles que solo hay dinero esta vez para las cosas de la lista. Cuando lleguéis al supermercado y pida algo, recordádselo.

¡No dejes los zapatos en medio! ¡No tires los juguetes por ahí! ¡No dejes el abrigo encima del sofá!... Y como estos, mil y un ejemplos más que podríamos seguir nombrando.
Para desterrar por completo las miniórdenes que nos ponen nerviosos, recuerda a tu hijo que hay un sitio específico en casa para todas esas cosas y ofrécele tu ayuda para recordar dónde está.

¡No pegues a tu hermano! ¡No hagas daño al perro! ¿Te suenan estas expresiones? Argumenta que las manos no están para hacer daño, si no para dar caricias, que las utilice de esa manera si no quiere dañar a la otra persona o a su mascota.

¡No se pega! Vale, estamos de acuerdo en que hay que enseñar la no violencia a los niños, pero en vez de decírselo como una imposición, hazle entender por qué no se puede pegar: ‘puedes hacer daño en su cuerpo a esa persona, si te está molestando, dímelo o díselo a tu profesor’ o ‘Si te hacen daño, tú utiliza la palabra para hablar con ellos y, si no te hacen caso, cuéntaselo a un adulto’.