El cuidado del estado psicosocial es "esencial" para reducir las tasas de sobrepreso y obesidad en la infancia
Existe una relación estrecha entre la clase social o el nivel socioeconómico y la obesidad. Es decir, a mayor pobreza, mayor probabilidad de padecer obesidad. Sin embargo, para los expertos, prevenir el sobrepeso y la obesidad también pasa por el cuidado del estado emocional y psicosocial en la infancia.
El sobrepeso y la obesidad se han convertido en un problema de salud pública en todo el mundo y muy especialmente en países como España, antaño paradigma del estilo de vida saludable impulsado por la dieta Mediterránea. Ya poco queda de aquello. La prueba es que, según datos de la World Obesity Federation España encabeza el ranking europeo de obesidad en niñas de 5 a 10 años, con cerca de una prevalencia del 37% entre sobrepeso y obesidad. No les va mejor a los niños de la misma edad, que con una prevalencia un par de puntos menor solo son superados por los menores griegos e italianos.
La cosa mejora, cierto es, en la franja de edad entre los 14 y los 17 años. Ahí los adolescentes españoles siguen siendo terceros en la UE, en este caso superados por Bélgica y Chipre, con una prevalencia del 28%. Las adolescentes, por su parte, caen hasta el octavo escalón (20% de prevalencia). Pese a ellos las cifras son alarmantes y así lo denunciaba hace unos meses Unicef. Según los datos de su informe ‘El estado mundial de la infancia 2019: alimentación y nutrición’, el 35% de los menores españoles entre 8 y 16 años tienen exceso de peso (20,7% sobrepeso; un 14,2% obesidad).
Educar emocionalmente para prevenir la obesidad
Una de las principales conclusiones del informe de Unicef es que la obesidad está ligada de forma muy íntima a la clase social y al nivel socioeconómico. Es decir, a mayor pobreza, mayor probabilidad de padecer obesidad.
Desde la iniciativa deportiva y educativa Copa COVAP, promovida por la Cooperativa Ganadera del Valle de los Pedroches (COVAP), y la Fundación APE para la Prevención y Erradicación de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), comparten la influencia de esta estrecha relación. Sin embargo, portavoces de la iniciativa, que ha recorrido más de 30 municipios para promover hábitos de vida saludables y luchar contra la obesidad infantil impartiendo sesiones didácticas a cargo de nutricionistas y psicólogos a más de 25.000 niños y a alrededor de 50.000 familiares, señalan también la importancia “esencial” del cuidado del estado emocional y psicosocial en la infancia para prevenir el sobrepeso y la obesidad.
“Los niños que no están bien integrados en su grupo de iguales, que no manejan adecuadamente sus estados emocionales, como el estrés o la ansiedad, y que socialmente no poseen las habilidades adecuadas encuentran alivio al consumir ciertos alimentos, como los dulces”, afirma el doctor Ignacio Jáuregui, psiquiatra, psicólogo y profesor de Patología Nutricional en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
En ese sentido, profundiza el doctor Jauregui, la combinación entre el estado emocional negativo y la ingesta de productos adictivos “inicia un proceso de ganancia de peso que se vuelve constante en el niño y puede llevarle a no salir para refugiarse en casa, buscando otras diversiones más sedentarias, como el empleo de consolas o móviles, que lo van aislando y merman su autoestima”.
Para poner freno en la medida de lo posible a la pandemia de sobrepeso y obesidad, Jauregui destaca la importancia de educar la inteligencia emocional de los jóvenes, de fomentar la aceptación del aspecto físico en los más pequeños, no imponiendo modelos inalcanzables; y de crear hábitos saludables en familia, “ya que son los padres los que pueden enseñar a sus hijos a comer mejor o peor y que realicen ejercicio o no”.