Tu hijo no tiene que ser el primero
¿La hija de tu amiga ya gatea y tu hijo, de la misma edad, todavía no se sienta solo? Es normal: cada niño tiene su ritmo de desarrollo.
La pregunta más habitual (y peligrosa) cuando los padres se interesan por el desarrollo físico del bebé es: ¿cuándo… gateará, andará, correrá, saltará? Y sí, circulan muchos calendarios de hitos motores, pero ninguno es el de nuestro hijo. De hecho su calendario (que lo tiene, sí, impreso en los genes) no tiene señalado un mes para voltearse, gatear o andar, sino un periodo propicio. Vivir y alcanzar plenamente los hitos psicomotrices previstos está ligado en gran medida al ambiente físico y emocional que se le ofrece.
En este sentido la máxima de oro a la hora de favorecer su desarrollo en todas sus etapas es “no forzar”, afirma Josefina Sánchez, profesora titular en la Universidad de La Laguna y coordinadora de su servicio de Psicomotricidad. Cada etapa se construye con naturalidad sobre la anterior y hay que permitir que el bebé asegure sus logros.
¿Deberían los padres de Manuel, que tiene un año y no da señales de andar aún, instarle a hacerlo, apretarle un poco, comprarle esos zapatos con refuerzo con los que se mantiene en pie? “Si esperamos a que el niño llegue a andar por su equilibrio y madurez, lo hará más tarde pero caminará estable y seguro; si lo metemos en un andador o le ofrecemos ayuda, puede asociar andar a inseguridad y miedo”, apunta Sánchez.
Así que más que preguntarse cuándo andará, lo interesante es conocer el orden en que ocurrirá cada cosa y ayudarle a exprimir cada etapa, que es la semilla de la siguiente.