Niños y niñas: entre el amor y el odio
Se ridiculizan entre sí, rivalizan por todo, no se entienden... ¿Por qué actúan así?
"Son unas cursis. Se pasan el día peinándose!", dice Adrián (8 años) representando la pantomima apropiada. "Son unos tontos y sólo saben hacer el bestia, no hay quien les aguante", afirma Elena (9 años) con cara de asco.
¿Por qué esta guerra de sexos? En realidad, no es lo que parece. Basta con observarles para comprobar que sus relaciones a esta edad están marcadas por pullas y enfrentamientos, que pueden acabar provocando la más absoluta indiferencia.
¿Qué les pasa? Hasta ahora compartían juegos tanto con niños de su propio sexo como del sexo contrario. La psicóloga Rocío Mayoral explica que la rivalidad mencionada es una característica clara de la etapa evolutiva que atraviesan. En la edad preescolar ya distinguen entre sexo masculino y femenino, pero aún no establecen inclinaciones claras.
Buscan identificarse con los de su sexo
"A partir de los 6 años –aproximadamente, puede ser antes o después– se produce un cambio muy importante en su pensamiento; empiezan a pensar en el futuro, de forma simple. Entre otros aspectos, se dan cuenta de que van a ser adultos, como mamá o papá. Comienzan a percibir que serán hombres o mujeres y que van a adquirir las funciones y los papeles que tendrán en el futuro; y todo esto les interesa mucho", afirma Mayoral.
No solo imitan a los padres, sus primeros héroes, sino que también buscan ídolos externos, generalmente de su mismo sexo. El futbolista de moda y la heroína de los últimos dibujos animados suelen ser sus personajes favoritos.
Todas estas preferencias se intensifican alrededor de los nueve, diez y once años. A estas edades, se puede comprobar cómo los niños se inclinan hacia un determinado tipo de juego:
- A ellos les seduce, sobre todo, el fútbol, juegos de pelota o acción, competitivos;
- las niñas suelen elegir juegos más simbólicos y de representación como, por ejemplo, muñecas, disfraces, dramatización de series con sus personajes favoritos, canciones...
Por supuesto que estas actividades resultan aburridísimas para los niños, y viceversa. Los intereses y gustos entre ambos, en general, no coinciden.
En la mayoría de los casos, las desavenencias que establecen se manifiestan en casa con los hermanos de sexo contrario.
Rivalizan, riñen, se ridiculizan... ¿Cómo debemos actuar?
La experta aconseja:
- Lo primero es aceptarlo como algo normal y no pensar que hemos fallado en inculcarles el cariño que ha de existir entre hermanos. Es normal que se burlen de juegos y comportamientos.
- También conviene hablar con ellos y explicarles que no es malo ser diferentes o tener gustos que no se compartan. Debemos intervenir siempre que observemos actitudes de burla y reprenderles con cariño, sin gritos ni amenazas.
- Ayudarles a razonar aspectos que todavía les cuesta un poco ver claros. Un sistema eficaz es tratar de que asocien la figura del hermano/a con el que se pelean con el padre o la madre, respectivamente. El hecho de que el niño o la niña asuma las diferencias de roles entre sus padres les ayuda a aceptar las variedades con respecto a su hermano/a.
Gustos diferentes
Las divergencias en los juegos son evidentes, pero también puede ocurrir que el pequeño no prefiera las actividades de la mayoría de sus amigos del mismo sexo. "Cada persona es rica precisamente por su individualidad –explica Mayoral–.
En los gustos de los niños también influye el tipo de juego que se haya potenciado en la familia; una cría que sólo tiene hermanos o primos aprenderá los juegos de estos. Es positivo y enriquecedor que se realicen actividades de todo tipo –competitivas, de representación simbólica, acción...–.
No es bueno regañarles ni, por supuesto, burlarse porque sus gustos sean diferentes. Debemos transmitirles seguridad en sí mismos y fuerza interior para que no les influyan los comentarios negativos".