¿Cómo son sus juegos cumplidos los 7 años?
A esta edad, nada les gusta tanto como competir y hacer el bestia. ¿Debemos permitírselo? Además, no todos encajan. ¿Cuándo debemos intervenir?
Paula y María están subidas en lo alto del tobogán. Cuando están seguras de que los demás niños las miran, se lanzan juntas hacia abajo, de espaldas y sin manos. Al llegar al final de la rampa, caen a la arena y se revuelcan. Coronan la escena con una gran carcajada y un desafío a los mirones: "¿A que vosotros no lo hacéis?".
Padres y madres asisten un tanto inquietos a estas escenas que, desde hace un tiempo, se repiten cada tarde en el parque. Saben que, en cuanto se juntan dos o tres niños de estas edades, todo es posible. No hay que despistarse ni perderlos de vista.
Pero aunque a esta edad es normal que sean tan brutotes, es parte de su desarrollo "de mayores", no tomos los comportamientos son normales y los padres no podemos evitar que su forma de jugar nos inquiete: se pelean y se hacen daño, se enfadan si pierden, prefieren jugar solos por miedo o vergüenza, hacen cochinadas... ¿Cómo actuar en cada caso?
Las 4 situaciones más habituales, ¿qué hacer?
1. Le gustan los juegos guarros.
A algunos niños les da por hacer competiciones realmente desagradables: carreras de escupitajos, longitud de orina... Los juegos y las expresiones escatológicas son frecuentes a esta edad. Les hacen gracia y les resultan atractivos, pues se sienten transgresores.
No hay que prohibirlos, pero sí podemos ir guiándolos, con paciencia, hacia otro tipo de actividades.
¿Qué podemos hacer?
- Lo mejor es expresar nuestro desinterés y desagrado.
- No hay que reírse ni tampoco reprenderles porque una reacción desmesurada puede alentarles a continuar.
- Cuando hagan "guarrerías", tratemos de derivar su atención hacia otras diversiones.
2. Cuando mi hija se junta con sus primos, hacen el bestia y a veces se lastiman.
Los juegos movidos son propios de esta edad. Pretender que los niños se estén quietos, además de ineficaz, es frustrante para ellos porque va en contra de su desarrollo. Estos juegos forman parte de una etapa (pasajera) y no son malos: les ayudan a canalizar sus energías y estimulan su desarrollo físico y su motricidad. Con todo, sí podemos tratar de que practiquen también otras actividades más tranquilas (que no aburridas).
¿Qué podemos hacer?
- Debemos vigilar que no participen en juegos peligrosos (para ellos o para los críos que están alrededor).
- Evitar que usen objetos con los que se puedan hacer daño: palos, piedras...
- Han de acostumbrarse a pedir perdón cuando hacen daño a otros (aunque sea sin querer) y a perdonar si son ellos los lastimados.
3. Siempre pierde cuando compite con otros niños de su edad.
Aunque siempre es preferible intervenir lo menos posible, en este caso sí podemos hacerlo, pero de forma sutil.
¿Qué podemos hacer?
- La primera medida es intentar reforzar sus puntos débiles. Si es algo torpe, apuntémosle a algún deporte con el que pueda desarrollar la destreza motriz (judo, fútbol...).
- En segundo lugar, procuraremos que no se resigne a adoptar siempre el papel de perdedor. ¿Cómo? Ampliando su círculo de amistades, permitiendo que pueda relacionarse con más niños. Así, aunque pierda con algunos, también tendrá ocasión de ganar frente a otros.
- Procuremos que tenga oportunidades de participar en juegos variados, y no siempre en los que se vea más desfavorecido, sino también en otros en los que se desenvuelva mejor. Tal vez no se le den bien las carreras o los saltos, pero puede destacar patinando o columpiándose.
4. Es muy miedoso y no quiere jugar con los de su edad.
Es aconsejable no sobreprotegerle. Nuestra labor no es evitar a nuestro hijo situaciones desagradables, sino ayudarle a que sea capaz de afrontarlas. Por eso, no evitemos que tenga contacto con otros niños, aunque sean más brutos; no dejemos de llevarle al parque; no le digamos nunca: "No juegues con esos niños".
¿Qué podemos hacer?
- Hay que ir despacio. Primero podemos potenciar sus relaciones con niños de personalidad parecida a la suya, para que pueda tener experiencias positivas y gane confianza.
- Luego le animaremos a un acercamiento progresivo a esos otros niños más brutos o impulsivos. Sin obligarle, pues eso podría aumentar su rechazo y su miedo. Es preferible que sea el propio niño quien tome la iniciativa de acercarse y jugar.
- En la medida en que el pequeño vaya superando sus miedos, hay que felicitarle: "¡Qué valiente! ¿A que ha sido divertido? ¿Has visto como sí podías?". De este modo iremos reforzando la confianza en sí mismo.