Ser Padres

"A mi hija no le digo que no veo"

David Casinos ha ganado, en otros muchos premios, cinco medallas de oro en juegos paralímpicos. La última el pasado mes de octubre en los Mundiales de Atletismo. Tiene una niña, Cayetana, de dos años.

Cuando David Casinos tenía 25 años, su vida se puso patas arriba: como consecuencia de la diabetes que padece perdió la visión y tuvo que dejar el trabajo. Esos reveses podían haberle deprimido, pero él es un hombre luchador, fuerte, tenaz y optimista. Así que, en vez de hundirse, decidió superarse y dedicarse al deporte de forma profesional. Y llegó a lo más alto. Mientras se entrena para las Olimpiadas de 2016 en Río, da charlas sobre la importancia de romper barreras y superarse.

En tu página web dices que Celia, tu mujer, es tu guía profesional. ¿Cuál es su papel?

En mis entrenamientos, además de un entrenador, necesito unos ojos que me ayuden a posicionarme en la calle de atletismo, a coger un disco, a recoger un peso, ahí es donde entra la labor del guía.

¿Lleváis a vuestra hija a los entrenamientos?

Ahora que es más mayor a veces viene. Ella coge el disco, me lo da, juega con los elementos que tenemos para entrenar, corretea, no para. Entreno en un espacio abierto, grande y con césped, un lugar muy bonito para un niño.

¿Cómo es un día de un deportista olímpico?

Me levanto sobre las siete de la mañana, doy el desayuno a Cayetana y la llevo a la guardería con Farala, mi perra guía. Como ya no puedo llevarla en brazos, va en uno de esos carritos que tienen una palanca grande, que empujo yo. Después me voy a entrenar hasta las 13:00 h, vuelvo a casa, descanso mucho y después preparo conferencias y estudio inglés hasta que recojo a mi pequeña. Después intentamos pasar una tarde en familia.
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David Casinos e hija

El hecho de perder la vista con 25 años te llevó a una carrera deportiva muy exitosa

La vida me dio un golpe del cual me levanté. Deseé tener otra oportunidad, decidí hacerlo a lo grande y me han pasado cosas muy bonitas. Esa actitud me ha llevado a ser lo que soy actualmente.

Afrontas la vida con un optimismo admirable. ¿Intentas inculcar a tu hija esa manera de ver las cosas?

Ella es una valiente, lo ha sido siempre. Cuando nació no respiraba, yo no la oía llorar, solo oía a los médicos hablar entre ellos. Le pusieron una sonda y se la quitó porque quería respirar. Su madre y yo somos así, sabemos lo que es el miedo pero pensamos que debemos arriesgarnos en la vida porque solo hay una.

¿La paternidad te ha enseñado muchas cosas?

Sí, por ejemplo, yo tenía la manía de exaltarme cuando mi hija se ponía nerviosa y me he dado cuenta de que tengo que exaltarme menos para que se ponga menos nerviosa.

¿Hablas de esas cosas en tus conferencias?

En las conferencias hablo del deporte, de lo que es ganar una medalla, pero también de lo que significa ser padre, que es algo muy estimulante cuando tienes retos deportivos por los que luchar. Al fin y al cabo los triunfos no son solo para ti, también son para toda la gente que te sigue y para Celia y para Cayetana.

¿Te gustaría volver a ser padre?

Sí, de hecho tenemos planes de dar un hermano a Cayetana después de las Olimpiadas de Río, cuando pase esa meta que nos somete a una gran presión.

“Quiero decir algo muy bonito”, nos dice cuando le agradecemos que nos haya atendido. Adelante…

Una cosa que cuento a mucha gente: que a mi hija no le digo que no veo porque me considero una persona muy normal, quiero que vea que soy capaz de hacer cualquier cosa en la vida. No quiero lanzarle: “No veo, soy diferente”, porque al fin y al cabo, ¿qué es ser discapacitado? ¡Hay tantas cosas que te hacen ser discapacitado!… pero yo no lo soy. Eso es lo que quiero que entienda.
David Casinos es un olímpico en todos los sentidos.
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