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La ortodoncia: preguntas y respuestas

Tener una boca bien organizada es importante, para conservar la salud dental... y por la estética.

Cuanto más temprano se inicie el tratamiento ortodóntico, antes se corrigen los defectos. Quizá por eso hoy día resulta cada vez más frecuente encontrar niños que, ya desde los siete, ocho años, llevan aparato.

Cuando el niño muerde mal a consecuencia de una descompensación entre el maxilar superior y el inferior, y si tiene los dientes superiores desplazados hacia fuera o piezas dentales torcidas o colocadas de forma incorrecta.

En realidad esto sólo lo puede asegurar el odontólogo. Sin embargo, los padres deben permanecer alerta.

Los siguientes síntomas han de comunicarse al especialista:

  • si a los seis años el niño aún se chupa el dedo;
  • si cecea o pronuncia mal;
  • si tiene dificultades para masticar o morder;
  • si nunca cierra la boca;
  • si los dientes de leche se le han caído demasiado pronto o si, por el contrario, aún no ha perdido ninguno;
  • si los definitivos le han salido torcidos, apiñados o en una posición incorrecta,
  • y si el maxilar inferior se halla o bien muy adelantado o demasiado retraído.

Las causas pueden ser varias:

  • Las de tipo óseo están relacionadas con los huesos de la mandíbula. Así ocurre, por ejemplo, cuando la línea de la dentadura se ha deformado porque existe un crecimiento desigual de las mandíbulas, que, a su vez, provoca una descompensación entre el maxilar superior y el inferior. En tales casos, los dientes no coinciden al morder.
  • Otras veces el problema parte, simplemente, de las propias piezas: cuando salen torcidas o están mal colocadas (aunque, ojo: en ocasiones, tales defectos también pueden deberse a que la mandíbula sea más pequeña de lo normal).
  • Por último, algunos malos hábitos de los críos acarrean consecuencias negativas a medio plazo. Esto ocurre, por ejemplo, cuando los niños tienen la costumbre de chuparse el dedo o de interponer la lengua entre los dientes superiores e inferiores al tragar (deglución atípica). Tales manías suelen causar una presión constante contra los dientes y el paladar, y ocasionan la deformación del maxilar superior.

4. ¿No es demasiado pequeño para ponerle aparato?

En general, la ortodoncia se coloca cuando ya cuentan con la dentadura definitiva. Los niños vienen a alcanzar este grado de desarrollo hacia los diez o doce años de edad.

Sin embargo, cuando los dientes están mal engarzados y el problema proviene de malos hábitos o defectos en la mandíbula, conviene iniciar el tratamiento antes. La época en que los dientes de leche y los definitivos comparten espacio suele constituir una ocasión propicia, ya que, corrigiendo las anomalías en tal periodo, se les da una más fácil y pronta solución.

5. ¿Cómo son los aparatos? 

Los correctores suelen ser fijos (van anclados en las muelas y no se quitan en ningún momento). Pero existen muchos modelos diferentes, dependiendo del problema a tratar. Hoy día, los especialistas tienen cada vez más en cuenta la estética y la comodidad de los modelos: se usan materiales firmes, pero ligeros (cerámica, plástico...).

Depende. Si la ortodoncia se coloca para solucionar una deformación ósea, probablemente el chico deberá llevarla durante varios años.

Si lo que se pretende es corregir un problema ocasionado por algún mal hábito, puede bastar con unos seis u ocho meses.

Los primeros días, un poco (por lo incómodo que resulta acostumbrarse a la presencia de un cuerpo extraño en la boca). Sin embargo, los niños se habitúan mucho mejor que los adultos.

Hace unos años, a algunos pequeños les parecía casi un drama. Sin embargo, en la actualidad, no les importa tanto e, incluso, resultan raros los críos que se niegan.

Ciertos chicos, algo más mayorcitos (de 11 años en adelante), incluso opinan que mola y está de moda; a veces, los propios chavales se los piden a sus padres para presumir y equipararse con aquellos amigos que también lo llevan.

  • No se deben comer bocadillos o frutas a mordiscos, ni chicles, caramelos masticables, regalices, gominolas o frutos secos como pipas y kikos, etc.
  • Sí pueden comer frutas cortadas en trocitos, bocadillos troceados o con pan de molde, verduras, carnes, etc.
  • Hay que ser cuidadoso con el aparato. Cuidado con deteriorarlo metiéndose objetos punzantes (como bolígrafos o lápices) en la boca. Tampoco resulta nada aconsejable morderse las uñas.
  • Conviene utilizar la seda dental al menos una vez al día.
  • Acostumbrarle a realizar un enjuague diario con flúor.
  • Si el niño se queja de que el aparato le roza en alguna parte de la boca, podemos resolverlo con un poco de cera de ortodoncia.
  • Pero, ojo, esto no evita la consulta: cuando el mecanismo hace daño o provoca heridas, tenemos que ocuparnos de pedir cita cuanto antes.

Asesor: Manuel Bratos Morillo, médico estomatólogo.

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