Ser Padres

Ginecólogas, matronas, médicas: ¿qué sienten cuando son ellas las pacientes?

Las profesionales de la sanidad cuando están embarazadas o dan a luz se replantean lo que han aprendido y su propia práctica clínica. Nos lo cuentan tres madres.

“A cada mujer hay que apoyarla en lo que quiere hasta el final”

Micaela Fernández Abellán, ginecóloga


Micaela Fernández Abellán, ginecóloga, ya se había replanteado la mayoría de las cosas que había aprendido en la residencia mucho antes de tener a su primera hija. Abogaba por los partos de baja intervención y por el respeto a la mujer. No obstante, su propia experiencia de embarazo, parto y crianza supuso una comprensión mucho más profunda de las necesidades de la mujer en esos momentos. «A cada mujer hay que apoyarla en lo que quiere hasta el final», afirma, «y darle un papel más predominante en la toma de decisiones».

Eso que siempre habías visto en la consulta... y por fin comprendiste

Comprendí los miedos de la embarazada, los que a veces se consideran absurdos. Al experimentar los mismos miedos y vivirlos como reales (a veces rozando el terror, aun sabiendo que carecen de fundamento) tratas de otra forma ese tema. Por otro lado, antes de nacer mi hija entendía que cada mujer desea hacer las cosas de una forma diferente durante su parto, pero al vivir la experiencia comprendí que no se trata de un deseo sino de una necesidad. Hay mujeres a las que los tactos vaginales les dan mucha seguridad y hay otras que los viven como una maniobra desagradable que puede influir en la rotura de bolsa. Hay que saber adaptar los protocolos a la situación personal y real de cada mujer y valorar la necesidad de las manipulaciones e intervenciones que se realizan durante el proceso de parto.

Un momento difícil de la experiencia personal. Cómo influyó en el desempeño profesional

Me había preparado para un parto de baja intervención, pero cuando había dilatado seis centímetros el parto se atascó durante varias horas y me agobié. Consensué con mi ginecóloga romper la bolsa para volver a ponerlo en marcha y apareció meconio. Miré a mi ginecóloga, percibí su preocupación y cambié totalmente de estrategia: epidural, oxitocina... aunque la monitorización decía que no había sufrimiento fetal. Más tarde, con la cabeza fría, vi que no hubiera sido necesario cambiar de camino. Pero en aquel momento no era una ginecóloga que valora pruebas, sino una mujer pariendo que tenía miedo y necesitaba una mirada de confianza. Esa mirada es clave. Y aprendí que cuando te derrumbas en el parto o durante la lactancia necesitas a tu lado una piedra inamovible, alguien que te recuerde qué es lo que quieres, no salidas alternativas o que te juzguen por empeñarte. Ocurre lo mismo durante la lactancia: si estás segura de que quieres dar el pecho, cuando aparecen las dificultades no necesitas a alguien que te ofrezca un biberón, sino a quien te recuerde lo que quieres y te apoye. Así que eso es lo que yo aprendí: a apoyar a la mujer en sus decisiones y empoderarla. Creo que a cada mujer hay que apoyarla en lo que quiere hasta el final.

Lo que más te impactó de tu experiencia de embarazo, parto y primeros días con el bebé...

El poder de la lactancia. No entendía ese enganche de las madres lactantes ni las lactancias prolongadas; las respetaba, pero a mi marido, que es pediatra, le decía: «Yo aguanto ocho meses». Cuando llegó el momento me sorprendió lo que sentí: era una forma de relación, no solo de alimento, una forma de estar con mi bebé, de protegerla...

“Hubo un momento en el que no quise volver a ser médico”

Carmen Barquero, médico de Urgencias

Carmen vivió una revolución interior (y exterior) con el nacimiento de su primera hija. La mala experiencia de un parto que acabó en cesárea y las dificultades que se encontró en el posparto la han llevado a cambiar el rumbo de su profesión.

Eso que tanto habías visto en la consulta y por fin entendiste

En mi caso no era algo que hubiera visto, sino oído. Oía a la gente quejarse del trato impersonal, de la sensación de desamparo durante el embarazo y el parto. Mi primera experiencia de parto fue devastadora. Me sentí muy maltratada, choqué con una rutina de trabajo deshumanizada, fue desolador. Te replanteas tu profesión y si eso es lo que de verdad se transmite a los pacientes. Hubo un momento, tras el parto, en el que no quise volver a ser médico. Creo que el embarazo y el parto son momentos críticos en la vida de la mujer, equiparables al de la muerte: necesita un acompañamiento respetuoso y cercano. Para mi segundo parto ya no valoré que el hospital tuviera UCI, sino el acompañamiento que iba a tener.

Un momento difícil de la experiencia personal. Cómo influyó en el desempeño profesional

Tras un parto difícil que terminó en cesárea llegó un puerperio muy complicado. Tuve problemas de lactancia que solucioné con cabezonería y determinación. Y fue justo la lactancia lo que sirvió de ancla en mi vida en ese momento de completo caos. Eso me llevó a interesarme por el asunto y me di cuenta de que casi todos los problemas de lactancia son solucionables: validando los sentimientos de la madre, acompañándola en su experiencia, explicándole las necesidades del recién nacido y la importancia de los brazos y la teta e identificando problemas que requieren una intervención rápida para evitar destetes innecesarios. Más que el consejo de un experto, se trata del apoyo de una mujer que amamanta. Completé mi experiencia personal con formación, me certifiqué como consultora internacional de lactancia IBCLC (International Board Certifice Lactation Consultant), algo que me ha servido para apoyar a otras mujeres. El interés por la lactancia y los problemas médicos que pueden surgir (en las funciones de succión y deglución) me llevó a decidir hacer una segunda residencia en la especialidad de Rehabilitación.

¿Hubo algún profesional o figura clave en tu experiencia?

Lo que a mí me ayudó mucho fue relacionarme con mujeres que habían tenido experiencias parecidas a la mía. Solo teníamos en común nuestra experiencia, que nos unió y me vino muy bien. Me involucré en una asociación de crianza.

¿Cuáles de tus prácticas habituales han cambiado (sutil o evidentemente), y cómo?

En mi caso no es que haya cambiado la forma de hacer, sino que voy a cambiar lo que hago. Antes de nacer mi primera hija, jamás me había planteado hacerme asesora en lactancia materna ni realizar una segunda residencia para centrarme posteriormente en el área de la atención temprana. Tampoco me había planteado pedir una excedencia para cuidar a mis hijas, ni entraba en mis esquemas disfrutar de una jornada reducida. Creo que el nacimiento de mis hijas me ha hecho mejor mujer, mejor persona y mejor profesional.

"Comprendo perfectamente a las mujeres que destetan”

Ana Fernández, matrona.

Ana Fernández, matrona, tuvo un buen embarazo y un buen parto. El posparto, sin embargo, la enfrentó a una lactancia complicada. Su vivencia como madre la llevó a profundizar en las dificultades del posparto y el complejo apoyo que requiere la crianza de un hijo durante los primeros años.

Eso que tanto habías visto en la consulta... y por fin entendiste

A la consulta llegaban muchas mujeres que, deseando un parto sin epidural, al final la solicitaban. El entendimiento profundo de su decisión llegó durante mi propio parto. Una mujer que desea parir sin analgesia necesita un entorno que la apoye, herramientas que la ayuden a superar el dolor y tranquilidad. Entendí que tal y como está organizado el sistema de nacimiento en la mayoría de los hospitales, es normal que las mujeres soliciten la epidural, aun no queriendo hacerlo.

Un momento difícil de la experiencia personal, y cómo influyó en el desempeño profesional.

La lactancia no fue nada fácil. Tuve varias mastitis subclínicas, esas en las que, aunque la mama presenta una apariencia normal, hay dolor y pinchazos durante las tomas. Tomé el tratamiento convencional, antibióticos, y se produjeron mastitis de repetición. Si no hubiera encontrado el tratamiento adecuado habría tirado la toalla. Ahora entiendo perfectamente a las mujeres que destetan. Por suerte, encontré a un investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Miguel Rodríguez, actualmente director del laboratorio Probisearch. Él me envió unos probióticos y empecé a mejorar inmediatamente. Desde el centro que dirijo, vi que sería muy interesante colaborar con su investigación enviando muestras de leche de las mamás con síntomas de mastitis. En el posparto, lo que más me desconcertó fue tener un niño con mucha necesidad de contacto. Estaba preparada para una relación de apego, pero era mucho más intensa de lo que esperaba. Eso me llevó a interesarme por los caracteres de los bebés y las necesidades de cada uno, algo que comparto en la educación maternal. Hay un tipo de bebés que nos desconciertan especialmente, yo los llamo bebés vivarachos, y animo a las madres a no llamarlos nerviosos: esos bebés necesitan mucho el contacto y son muy sensibles a todos los estímulos, son bebés de máximo apego.

Lo que nadie te había contado en tu formación y descubriste en tu experiencia

Hubo un momento en el que hice un periplo buscando pediatra. Cada uno que visitaba me daba unas consignas; algunas de ellas eran capaces de acabar con la lactancia y muchas ni siquiera estaban basadas en evidencia científica. Me planteé: «¿De qué sirve todo lo que hago como matrona en relación a la lactancia, si cuando la mujer tiene un problema el pediatra le va a cambiar todos los parámetros?». Y vi que la mujer necesita un apoyo multidisciplinar, que todos trabajemos en la misma línea para cubrir las necesidades que surgen en torno al nacimiento de un hijo, que estemos actualizados, que le ofrezcamos soluciones concretas y reales. Vi que para poder apoyar mejor a la mujer tenía que trabajar con más profesionales. Busqué para mi centro, hasta entonces más enfocado en el embarazo y el nacimiento, un pediatra prolactancia, y poco a poco el equipo se fue ampliando: una IBCLC, una psicopedagoga, una psicóloga, nutricionista, profesionales de la psicomotricidad, especialistas en suelo pélvico... Las dudas y conflictos que iba teniendo como madre en la etapa de crianza y las que observaba en las mujeres que acudían al centro me llevaron a buscar a profesionales que cubriesen esa demanda. Mi hijo me ofreció la visión global de lo que la crianza implica.

tracking