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Fatiga pandémica: qué es y consejos para que afecte menos a los niños

Cansancio, apatía, tristeza…la pandemia pasa factura a nuestro estado anímico y también al de los niños. Esta sensación ya se conoce como fatiga pandémica. ¿Cómo podemos aliviar estos síntomas en los niños?

Hace un año no podíamos ni imaginar que la pandemia declarada en 2020 nos iba a acompañar tantos y tantos meses, cambiando nuestra vida, nuestros hábitos y pasando factura en nuestra salud y ánimo.

¿Qué es la fatiga pandémica?

No cabe duda de que la pandemia genera estrés, miedo y preocupación, pero no solo por nuestra salud y la de los que nos rodean, también por el drástico cambio de hábitos que ha supuesto y por las limitaciones que se han instaurado en nuestro día a día, además del miedo al contagio, el aislamiento social, las preocupaciones laborales o por la falta de trabajo... este estrés, cansancio, agotamiento y apatía se conoce ya con el nombre fatiga pandémica. Según el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, la fatiga pandémica es “una reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta, que puede conducir a la complacencia, la alienación y la desesperanza”, pero no solo eso, la fatiga pandémica también está descrita por la Organización Mundial de la Salud como: “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”, matiz mucho más preocupante el señalado en esta definición, ya que este cansancio y apatía puede llevar a perderle el respeto al virus, a no cumplir las medidas básicas de seguridad y a conductas que pongan en peligro nuestra vida y las de la gente de nuestro entorno.

“Los efectos de la fatiga pandémica son consecuencia del cansancio, del hartazgo y de la sensación de descontrol e incertidumbre que nos lleva a sentirnos fatigados. El hecho de estar sometidos de una manera tan constante en el tiempo a esta situación lleva a estas secuelas psicológicas”, explica Mercedes Bermejo, psicóloga infantojuvenil y directora de Psicólogos Pozuelo.

¿Cómo afecta la fatiga pandémica a los niños?

La vida de los niños también ha cambiado: restricciones, la forma de relacionarse con su entorno se ha visto modificada, limitaciones para ver a familiares y amigos con los que antes pasaban mucho tiempo, uso de mascarilla, ser conscientes de la preocupación de sus padres y familiares, información que reciben sobre la COVID-19 de amigos, familia y medios de comunicación, por no hablar de los niños que están viviendo situaciones familiares complejas debido a la precariedad que, en algunos casos, ha traído o acentuado la pandemia. Todo esto, sin duda, tiene un claro impacto en los niños, que pueden estar más tristes, apáticos, desmotivados o estresados.

Consejos para que la fatiga pandémica afecte menos a los niños

Si nos referimos a la fatiga pandémica como apatía, tristeza y cansancio, la psicóloga experta en infancia y juventud, Mercedes Bermejo, recomienda estos consejos para aliviar estos síntomas en los niños:

  • Los niños no son adultos: “Como adultos debemos tomar conciencia de que los niños no son adultos en miniatura. Vivimos en un mundo creado por los adultos para los adultos donde los adultos deciden y no somos conscientes de que niños y niñas tienen unas características evolutivas diferentes a las nuestras y debemos adaptar nuestras rutinas, información y mensajes a ellos para hacer que el mundo les sea más amable a pesar de la hiperalerta a la que estamos todos sometidos”, argumenta Bermejo. Debemos adaptarnos a sus necesidades y ritmos.
  • Rutinas: “Las rutinas dan seguridad y tranquilidad a los niños. La estructura familiar a veces se ve alterada por las restricciones, los protocolos, el teletrabajo y los cambios y, por ello, los peques necesitan rutinas para tener una estructura interna y que haya una normalidad, en la medida de lo posible, dentro del contexto familiar”.
  • Anticipación: “Es importante que podamos anticipar cualquier tipo de cambio que vaya a alterar esa rutina de la que hablábamos antes. Es positivo informarles con antelación de lo que vamos a hacer o va a pasar y hay que hacerlo con calma, agachándonos para estar a su nivel y utilizando un lenguaje claro, breve y conciso, dejando de lado los sermones de adultos que los niños no retienen bien. Debemos ofrecerles seguridad y anticiparles también las ventajas de esos cambios. Los niños tienen un pensamiento mágico mucho más desarrollado que el nuestro, por lo que, toda la información que no reciben, la cubren con fantasía e imaginación y puede afectarles".
  • Tiempo en familia: “Otra recomendación es aprovechar la situación actual para pasar más tiempo en familia y procurar una buena convivencia familiar y una buena comunicación emocional intrafamiliar y pasar más tiempo de juego en familia, no desde la exigencia o responsabilidad, sino desde la calma y la tranquilidad”.
  • Mantener la calma: “Si nosotros estamos bien, los niños estarán bien. Es importante mantener la calma y dar la base de seguridad que necesitan de nosotros, ya que somos sus referentes primarios. Debemos ser coherentes con nuestros mensajes y nuestra conducta”.

Si abordamos la fatiga pandémica desde el punto de vista de la pérdida del respeto al virus que puede hacer que, por cansancio, dejen de cumplirse las medidas sanitarias, Bermejo, recomienda lo siguiente para evitar conductas de riesgo entre los niños:

  • Dar ejemplo: “Si queremos que los niños tengan hábitos saludables y de higiene con las medidas sanitarias adecuadas tenemos que dar ejemplo. Muchas veces los niños cumplen y se adaptan mucho mejor y somos los adultos los que incumplimos estas normas de seguridad y de salud”.
  • Sensibilizar e informar sin asustar: “No debemos caer en mensajes de alarma y poner en ellos la responsabilidad de que puede pasar algo terrible, ya que a nivel evolutivo en estas edades hay mucha tendencia a sentir la culpa y desde su pensamiento mágico pueden crear la imagen de que puede pasar algo terrible por su culpa. Hacerles sentir esa responsabilidad no es justo ni cierto”.
  • Tener en cuenta su capacidad de adaptación: “Los niños tiene grandes mecanismos de adaptación y una vez que tiene interiorizadas estas rutinas y hábitos les dan seguridad y las cumplen, en muchas ocasiones, mejor que los adultos”.
  • Reconocimiento a su esfuerzo: “Una vez que los niños van cumpliendo con todas esas medidas, es bueno darles un reconocimiento verbal o físico. Hay que hacerles partícipes, colaboradores, responsables, pero también hay que reconocerles el gran esfuerzo que están haciendo en su día a día: el tiempo que pasan en el cole con mascarilla y en grupos burbuja, sin poder a veces salir al patio para desarrollar sus actividades como antes, actividades que son necesarias en su desarrollo a estas edades. Merecen reconocimiento social y familiar”.

“Debemos hacer autocrítica para darles a ellos un buen ejemplo. Los niños no son el futuro, son el presente y hay que ocuparse como responsables que somos”, concluye la experta.

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