Apuntar a los niños al campamento de verano: "Siento que robo tiempo de vacaciones a mis hijas pero no es la única opción para conciliar"
Estos días abren la mayoría de plazos de inscripción para los campamentos de verano, y para muchas familias, muy a nuestro pesar, es la única solución si queremos conciliar nuestras vidas laborales y personales.
Este lunes se han abierto los plazos para solicitar plaza en muchos campamentos de verano. Municipales y privados, de colegios, polideportivos, cooperativas vecinales, academias de inglés, etcétera. Otros plazos se habrán abierto hace unos días y algunos lo harán en los próximos días. Pero la primera quincena de mayo es, para muchas familias, la del quebradero de cabeza de la conciliación veraniega, la de la duda, la del sentirse mal y al mismo tiempo aliviados. Lo explico, con mi propia experiencia, en las próximas líneas.
Para las familias cuyos adultos trabajamos, el verano es un marrón. Hay quien se puede permitir pedir un mes de empleo y sueldo y salvar así la papeleta. Otros mandan de viaje a sus hijos e hijas quince días, generalmente a un precio que muchas familias no se pueden permitir. Hay quien tira de abuelos, incluso sabiendo que su papel no es el de criar a sus nietos durante ocho semanas (o las que necesiten sus hijos e hijas que les echen una mano). No hay más remedio.
Pero si ninguna de estas opciones es viable y tampoco lo es trabajar en casa compartiendo espacio con los niños (algunos tenemos pesadillas con el confinamiento por este motivo), no queda más alternativa que plantearse apuntar a los peques a algún campamento urbano. Y si no sois papás o vuestros peques no tienen que ir a un campamento urbano pensaréis que tampoco es para tanto. Lo entiendo pero disiento.

Niños, en verano
Es una responsabilidad que no les corresponde asumir
Llevarles a un campamento urbano implica hacerles madrugar, mantener las rutinas del curso escolar, llevar a los niños y niñas al cole durante semanas que tendrían que estar disfrutando de sus merecidas vacaciones. Y encima, con 40 grados cada día. Ni todo el aire acondicionado del mundo les va a hacer estar mejor que en el pueblo con sus noches fresquitas, o en remojo en la playa o en la piscina. Y si no hay más opción que quedarse en casa, aunque haga calor, tienen todos los demás aspectos positivos de estar de vacaciones. Yendo a un campamento, no.
Por muchas cosas divertidas que hagan, a mí personalmente me sabe mal tener que apuntar a mis hijas. Tienen seis y cuatro añitos respectivamente: ya están cansadas de todo el curso y, cuando acaben en junio, tenemos que pedirles su madre y yo un esfuerzo extra para que mantengan esa rutina durante dos semanas más. Y ellas son unas privilegiadas, porque al fin y al cabo solo tienen que ir 14 días al campamento, lo justo para que sus padres no nos volvamos locos intentando conciliar trabajo y vida familiar.
En definitiva, con los campamentos de verano tengo una relación de amor odio. No sé si os pasa lo mismo. Son un alivio para todos los padres y madres de niños pequeños pero duele tener que llevar a nuestros hijos e hijas durante semanas, robándoles parte de sus vacas. Porque no nos engañemos, ni aunque lo vistamos de hacer deporte, de piscina o de manualidades varias, que es lo que suelen hacer en estas iniciativas, deja de ser lo que es para ellos: una obligación que no les corresponde asumir (salvo que salga de los peques que les apuntemos, cosa que no ocurre con nuestras hijas, que no quieren ir).

Niñas, de vacaciones de verano
La conciliación, una pescadilla que se muerde la cola
Es una pescadilla que se muerde la cola esta de la conciliación, que en verano vive su momento más caliente. Desconozco la solución, pero tengo claro que nos queda mucho camino por andar en esta cuestión. Y tengo dudas de que los campamentos de verano sean la mejor opción, pero muchas familias no tenemos otra, así que la abrazamos sin dudarlo. Menos mal que existen.
Eso sí, aprovecho el altavoz para hacer una humilde reivindicación dirigida a los ayuntamientos: no dejen a ninguna familia fuera que solicite para sus peques el servicio del campamento municipal. Porque este es otro melón: el de cuántas familias pueden permitirse el lujo de pagar campamentos privados y que les sea rentable seguir trabajando.
No te sientas mal ni solo si tú también lo pasas regular cuando rellenes estos días la solicitud de plaza en el campamento de verano para tus hijos. Algunos, como quien esto escribe, se siente exactamente igual que tú.