Relacionan la conmoción cerebral con afecciones de salud mental en niños
Según un nuevo estudio, la conmoción cerebral prolongada podría influir en la aparición de problemas y afecciones de salud mental en la población infantil. Estas son las señales de advertencia.
Una conmoción cerebral consiste en un tipo de lesión cerebral que suele ocurrir cuando la persona recibe un golpe en la cabeza o en el cuerpo, lo que origina que el cerebro se mueva en el interior del cráneo, pudiendo causar daño cerebral. Y no siempre puede causar un desmayo, aunque sí puede provocar cambios en la forma de pensar y sentir.
En el caso de los niños, es cierto que las conmociones cerebrales pueden convertirse en un momento aterrador para muchos padres, que no saben qué hacer ni cómo actuar. Y que, sobre todo, no saben hasta qué punto esa conmoción cerebral puede ir a más, o volverse peligrosa.
Recientemente, hemos conocido la publicación de un estudio en la edición especializada British Journal of Sports Medicine, que sugiere que alrededor de un tercio de todos los niños que experimentan síntomas prolongados de conmoción cerebral desarrollan una afección de salud mental.
Los autores del estudio encontraron que los síntomas de salud mental son un riesgo secundario de conmoción cerebral relacionado con el proceso de recuperación, y no con la propia lesión en sí misma. Por lo que, ofrecer medidas preventivas puede ser de mucha ayuda durante el proceso de recuperación.
¿Qué indica la investigación?
Los investigadores del Instituto de Investigación Infantil Murdoch encontraron que aquellos niños que presentan síntomas prolongados de conmoción cerebral tenían un riesgo mayor de desarrollar problemas de salud mental durante su recuperación.
Dado que cada niño como la propia conmoción cerebral en sí son diferentes, definir los síntomas relacionados con la conmoción cerebral “prolongada” puede acabar siendo bastante complicado, no solo para los padres, sino también para los propios profesionales de la salud.

Golpes en la cabeza y conmoción cerebral en niños
De ahí que los autores recomienden que, en caso de que el niño presente algún signo de problema de salud mental con una duración mayor de 2 semanas después de una conmoción cerebral, acudan rápidamente al médico. Esto se debe a que “tener cualquier tipo de síntoma durante un máximo de entre 10 días a 2 semanas es bastante común”. Pero más allá de eso sí sería recomendable acudir al médico.
Por otro lado, los científicos también encontraron que algunos niños corrían más riesgo que otros, principalmente aquellos con afecciones y condiciones de salud mental preexistentes, quienes tenían síntomas físicos prolongados de conmoción cerebral o niños con familiares muy ansiosos (y preocupados) por la propia conmoción. De hecho, encontraron que la ansiedad de los padres y cuidadores puede acabar afectando los propios niveles de ansiedad del niño.
En las primeras 2 semanas, es normal que los niños se encuentren más irritables y estén un poco más ansiosos de lo normal, motivo por el cual no tiende a ser motivo de preocupación ni de alarma entre los profesionales. Sin embargo, después de eso, los autores sí animan a que los padres observen los síntomas con bastante atención y busquen atención médica si lo consideran necesario.
¿Cuáles son los síntomas a considerar?
Después de una conmoción cerebral, los niños pueden empezar a internalizar su experiencia y desarrollar una condición de salud mental. El “comportamiento de internalización” ocurre cuando los niños dirigen sus emociones negativas internamente.
Como indican los expertos, “estas condiciones incluyen depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, somatización y trastornos traumáticos”. No obstante, es cierto que estos síntomas “suelen ser menos notorios, especialmente al principio, porque el niño puede parecer más retraído de lo que suele ser en realidad”.
Sí existen una serie de síntomas o de señales que pueden indicar que el niño está interiorizando sus emociones, como, por ejemplo:
- Duermen más o menos de lo normal.
- Se producen cambios en el apetito.
- Evitan actividades que normalmente les resultan agradables.
- Se aíslan socialmente.
- Se quejan constantemente de dolores continuos, como dolor de estómago o dolores de cabeza.
También puede ocurrir que el niño exteriorice sus emociones después de una conmoción cerebral. Por ejemplo, puede mostrarse más agresivo, irritable o con más ira. Por lo que, si nuestro hijo/a se comporta de forma diferente después de haber sufrido una conmoción cerebral, es imprescindible que preste atención a los posibles cambios que se produzcan.