Ser Padres

Ansiedad de evaluación: qué es este problema emocional que afecta a cualquier edad

Nadie está exento de bloquearse ante una situación de máximo estrés en la que debamos demostrar nuestras capacidades, pero la falta de experiencia es un hándicap añadido.

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Todos, quien más quien menos, hemos experimentado alguna vez en nuestras carnes esa descomposición interna fruto de los nervios que parecen extenderse con sus tentáculos por nuestro organismo cuando se acerca la hora de demostrar nuestras capacidades en un determinado ámbito. Es el origen de la ansiedad de evaluación, la protagonista de esta pieza.

Un examen, una ponencia, una presentación oral de un trabajo, una reunión en la que te tocará exponer, una competición deportiva con jueces… Hay muchas situaciones en las que es posible que tengamos que exponernos a los ojos de otros que nos mirarán con lupa, algo que a nadie, o casi nadie, le resulta agradable por mucho que le guste el ámbito en el que se desempeña.

La experiencia ayuda a manejarnos mejor en estas situaciones que percibimos con rechazo, como si de algo amenazante se tratara, pero nadie está exento de sufrir las consecuencias de un bloqueo mental en una situación de estrés como las descritas. Es normal que nos entren las dudas en nosotros mismos, que no sepamos si nos van a salir bien las cosas y también lo es que aparezcan revoloteando por nuestras cabezas las consecuencias negativas de “fracasar”, que es un término ligado a esta ansiedad de evaluación que en el momento en el que aparece hace que todo se vea más negro.

Lógicamente, esto se produce más a menudo en edades tempranas porque, como decíamos antes, la experiencia cuenta mucho para controlar el nivel de estrés, nervios y ansiedad por debajo de la zona roja, que es aquella en la que se puede producir, por ejemplo, una situación de bloqueo que nos impida demostrar aquellos que sabemos hacer bien en el momento en el que hay que demostrarlo.

Cómo entender qué es la ansiedad de evaluación

“Es que me he bloqueado”, “me he quedado en blanco”, “no me respondían las piernas”... Frases así se escuchan mucho en colegios, institutos, hogares, instalaciones deportivas, sedes de empresas, centros de conferencias, etcétera, cuando a alguien no ha podido demostrar sus capacidades.

Es verdad que en ocasiones, sobre todo en los jóvenes, se convierte en una excusa y lo que en realidad ocurre es que no se han esforzado lo suficiente, pero lo que importa de verdad es ser conscientes como padres y madre de que el fenómeno de la ansiedad de evaluación existe y que tu hijo, por muchas capacidades que tenga, también puede padecer en un momento dado, cuando se enfrente a alguno de los muchos desafíos que la vida nos pone delante, sus consecuencias.

Cómo evitar el bloqueo mental

Para evitar que sea así, no está de más hablarles de ello cuando se enfrenten a los exámenes o a una prueba importante del ámbito que sea. Quizá explicándoles vuestro caso si lo habéis sufrido antes en vuestras vidas, para que veas que es normal que se sientan nerviosos e incluso estresados. Así tendrán referentes y podrán compartirlo con vosotros si les ocurre.

Además, es conveniente enseñarles distintas formas de relajarse y controlar los nervios. Hay quien necesita cosas tan sencillas como ir al baño para evitar una descomposición posterior, en otras personas la música es un aliado, también las técnicas de relajación y meditación… Cualquier hábito que ayude a mantener el equilibrio emocional y los niveles de ansiedad por debajo de la zona crítica es bienvenido.

Y tened en cuenta que lo que a unos les funciona puede no servir a otros y viceversa, así que no juzguéis a vuestros hijos si encuentran algo que les funciona y a vosotros os parece lo contrario. Al revés, dadles apoyo emocional, comprensión, comunicación, empatía y sed su referente una vez más hasta que la experiencia acumulada vaya haciendo su trabajo.

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