Duelo infantil: cómo comunicar a un niño la muerte de un familiar
Explicar a un niño el fallecimiento de un familiar es un tema delicado y complejo. Los expertos dan algunas pautas para hacerlo.
Los niños representan la vida. Vivimos en una cultura que tiende a obviar la muerte. No la tenemos presente como algo que forma parte de la vida. A la hora de explicarle a un niño la pérdida de un ser querido nos pueden aparecer dificultades y bloqueos.
Nuestra primera reacción es intentar ocultar al niño lo ocurrido con la intención de protegerles. El problema es que puede que esta estrategia no les ayude a procesar lo sucedido. Cuando, como adultos, nos enfrentamos a una situación de incertidumbre y no recibimos una información adecuada sobre lo que está ocurriendo, solemos experimentar angustia. En el caso de los niños ocurre lo mismo, con la diferencia de que el niño no tiene desarrollada aún la capacidad de expresar la angustia que siente o la necesidad de ser informado.
Algo muy habitual es comportarnos como si no hubiese pasado nada y disimular nuestro dolor. Esto nos perjudica a la hora de procesar nuestras emociones y compartirlas con los demás, que no pueden entender cómo nos sentimos. Cuando hacemos esto, los niños suelen seguir nuestro ejemplo, y terminarán aprendiendo a fingir y ocultar sus emociones para no preocuparnos.
Algunas recomendaciones a la hora de comunicar un fallecimiento a un niño serían:
- Comunicarlo lo antes posible. Es importante tener en cuenta que los niños suelen entender lo que les explicamos de manera literal. Por ejemplo, cuando les decimos que la persona fallecida se ha ido o nos ha dejado, los niños se suelen preguntar: ¿A dónde se ha ido? ¿Va a volver? ¿Me está viendo desde el cielo? A veces nuestra información puede confundirles más.
- Utilizar un lenguaje acorde a la edad del niño para que lo pueda entender. No es adecuado hablar de cosas que les puedan impactar, pero sí es importante comunicar tres conceptos a los niños: que es irreversible, que es algo que nos sucede a todos los seres vivos y que es algo físico relacionado con que el cuerpo que deja de funcionar.
- Permitirles y permitirnos expresar las emociones. Si les hablamos de la persona fallecida sin expresar ninguna emoción por protegerles, los niños pueden interpretar que no nos importaba esa persona o que no es adecuado emocionarse. Si nos expresamos emocionalmente, ellos también lo harán con nosotros.
- Dependiendo de la edad y siempre con una explicación previa, podría ser positivo dejarles participar en los diferentes rituales. Estos ritos sociales y familiares pueden ayudarles a elaborar lo sucedido. Es importante preguntarles si quieren participar porque también han perdido a un ser querido. Dejarles participar es un acto de reconocimiento hacia ellos, y hacia lo que para ellos significaba la persona que ha fallecido.
- Facilitar que puedan hablar de la persona fallecida. Cuando han pasado los primeros momentos, los niños suelen necesitar hablar de la persona que han perdido porque ha formado parte de sus vidas.
- Dar facilidad para que hagan preguntas. La incertidumbre, el no entender bien qué es lo que pasa, puede generar angustia en el menor. Permitirle hacer preguntas y facilitar información adecuada, hace que disminuya la incertidumbre y, como consecuencia, la angustia.
Cuando nos enfrentamos a la difícil tarea de decir a un niño que alguien a quien queremos ha fallecido, nuestra primera reacción es esconder los hechos y las emociones al menor con la intención de protegerle. Con esta actitud, colocamos a la muerte al margen de la experiencia, sin posibilidad de procesamiento. Es una manera de desnaturalizar la muerte que, al fin y al cabo, forma parte de la vida. Procesar adecuadamente la experiencia de una muerte cercana puede enriquecernos en nuestro desarrollo personal. Si contamos con la habilidad necesaria a la hora de transmitirla a los niños, podemos sorprendernos viendo cómo lo digieren incluso mejor que nosotros, con mayor naturalidad.
“Lo que aceptamos nos transforma, lo que negamos nos somete” Carl Gustav Jung.
Artículo ofrecido por Noa Sánchez-Cabezudo, Psicoterapeuta de Adultos, Pareja y Familia y Responsable de la Unidad de Duelo de Psicólogos Pozuelo