
Sexualidad
Los errores que no debemos cometer al hablar de sexo con nuestros hijos
Cuando llega el momento de hablar de sexo con los hijos, las dudas, el bloqueo y el no saber cómo afrontarlo son muy frecuentes. Sin embargo, la comunicación es clave para una buena educación sexual.
Hablar de sexo con nuestros hijos puede ser incómodo y no resultarnos fácil, lo que puede llevar a caer en errores como evitar el tema, tratarlo como tabú o no mostrarnos accesibles para conversar. Esto solo conduce a dificultar la comprensión del sexo que tienen los menores y a adoptar creencias erróneas.
Debemos entender que, durante la infancia, somos un referente para nuestros hijos. Cuando nos preguntan es porque buscan nuestra confianza, recurren a nosotros para aprender, pero si no les damos respuestas y no les ayudamos a resolver esas dudas e inquietudes que tienen buscarán obtener respuestas por otros lados.
Algunos de los errores que se cometen con más frecuencia al hablar de sexo con los hijos es precisamente no hablar y convertirlo en un tema tabú, caer en el error de “soltar” charlas o sermones unidireccionales que están lejos de ser una conversación en la que escuchemos lo que quieren saber, no adaptar la información a su edad o etapa evolutiva o no hablar de forma clara y recurrir a cuentos, historietas o metáforas que, en muchos casos, solo logran confundir más. Depende de los padres que los hijos sientan que pueden hablar y comunicarse con ellos, no solo sobre sexo: la relación de confianza se extrapola a todo lo demás.
Nuestro objetivo al hablar de sexo con los hijos debe ser ofrecerles la información necesaria para que vivan y entiendan la sexualidad de una manera saludable. Es un error pensar que hablar de sexo con ellos es limitarnos a explicar "cómo se hacen los bebés". Sexualidad y educación sexual es mucho más: abarca identificación e identidad, supone hablar de temas como el placer, el respeto, el consenso, el deseo, los límites… Es un tema más complejo que debe ser tratado poco a poco, en función de la edad y del momento.
El equipo de psicólogos de Terapia Familiar de ifeel, aplicación que ofrece terapia online y facilita a sus usuarios un diario emocional, ofrece una serie de consejos para que la comunicación sobre sexo con los hijos sea razonablemente exitosa.
A continuación, hablamos de los errores que se deben evitar al hablar de sexo con los hijos. ¡Toma nota!

Educar no es solo dar datos, es comunicarnos. Al hablar de sexo con los hijos es importante que haya una comunicación fluida, no que se convierta en una charla o sermón unidireccional. Debemos entender que el sexo sí es importante y que les van a ocurrir cosas relacionadas con su sexualidad, por eso, es necesario ayudarles a poder vivirla de manera saludable.

No se necesita la misma información o profundización a todas las edades. Cuando hablemos con los menores sobre sexo es fundamental tener en cuenta la edad, su capacidad de comprensión y las dudas y preguntas que tengan.

Otro de los grandes errores es no hablar claro. Es frecuente recurrir a cuentos o metáforas para hablar de sexo con los hijos, sobre todo cuando son más pequeños. Nos suele dar miedo abordar el tema de forma directa y pensamos que un cuento puede, además, ayudarles a entenderlo mejor, pero no es necesariamente así, de hecho, la mente de los niños menores de 7 años no está preparada para entender símbolos abstractos que se refieren a cosas reales. Si utilizamos elementos poco realistas para hablar de asuntos muy realistas y que deben quedar claros, lo más probable es que no entiendan nada o que lleguen a conclusiones erróneas. Hay que llamar a las cosas por su nombre y hablar de forma clara y sencilla.

Estas reacciones que tenemos a veces los adultos son fruto de nuestro propio miedo, sin embargo, son erróneas. Se puede caer en la tentación de educar en la culpa y el miedo en cuanto al sexo para evitar ciertas cosas, sin embargo, no es la mejor manera de educar para la felicidad y la responsabilidad. Si nos preguntan, no debemos reprimir su curiosidad.

Que los hijos hagan preguntas sobre sexo es uno de los grandes temores o incomodidades de muchos padres. Si los niños preguntan es porque necesitan respuestas y, como adultos, debemos dárselas, no evitarlas. Cuando preguntan, nos están tomando como referente y quieren aprender con nosotros. Si no les contestamos buscarán a otra persona u otro modo de informarse. Esto no significa que tengamos que saber todas las respuestas ni que debamos darles toda la información sobre nuestra propia vida sexual pasada y presente, se trata de asesorarles y orientarles.

Otro error muy habitual es darles demasiada cantidad de información que realmente es innecesaria. Si hacen una pregunta sobre sexo o sexualidad, eso no quiere decir que quieran saberlo absolutamente todo y necesiten una larga conversación al respecto. A veces solo tienen una duda concreta que necesita una respuesta igual de concreta. Esto sucede sobre todo cuando se trata de niños más pequeños.

El sexo no es lo mismo que tener hijos. No se tiene sexo solo para formar una familia, por eso, es importante que no cometamos este error al hablar de sexualidad con los hijos. Educación sexual no es transmitirles solo que entiendan cómo fabricar bebés, o que el sexo puede ser una fuente de enfermedades y embarazos no deseados. Educación sexual es también hablar de intercambio de la afectividad, el placer, la comunicación o la identidad. Es decir, la satisfacción de necesidades humanas muy relevantes.

Tendemos a pensar que cuando nos hacen la primera pregunta sobre sexo o sacan el tema parten de cero y no saben nada sobre sexo, pero no suele ser así. Generalmente, cuando sacan el tema por primera vez, no parten de cero, pero eso no significa que necesiten cualquier dato. Cuando los niños son más pequeños es más fácil que tengan muy poca información al respecto, pero cuando van teniendo más edad, también se educan sexualmente (bien o mal) fuera de lo que nosotros podemos controlar o supervisar. Cuando se lanzan a hacernos una pregunta sobre sexo, normalmente es porque ya han pensado al respecto o han visto o escuchado algo en algún sitio y buscan la confirmación de lo que ya saben o cree que saben.

Educar en sexualidad es un proceso largo, en el que lo mejor es ir poco a poco. Lo ideal es asentar primero lo más importante y después ir abordando diferentes aspectos o matices de la sexualidad en función de la etapa evolutiva en la que estén los niños e ir afrontando nuevas preguntas o curiosidades.

Es probablemente el principal error. Son muchos los padres que se cierran o rechazan hablar sobre sexo con sus hijos y lo convierten en un tema tabú. Debemos cuestionarnos si el canal de comunicación con nuestros hijos está abierto para temas en general y para hablar de sexo en particular. No se trata de soltarles discursos, lo conveniente es que les escuchemos, que ellos hablen, hagan preguntas y se produzca un diálogo. Deben sentir que pueden acudir a nosotros y que se les escucha, aunque no sepamos todas las respuestas ni eso implique que tengamos que contestar cualquier cosa que quieran. La clave es que sientan la confianza necesaria como para comunicarse.

Nos guste o no la familia no es el único canal por el que los niños se informan sobre sexo. Su educación sexual no termina solo en los temas que hablen con nosotros en la infancia, todos seguimos educándonos al respecto a lo largo de nuestra vida. No tenemos que convertirnos en sus colegas modernos y abiertos a hablar de sexo, sobre todo si no somos personas modernas y abiertas en el resto de facetas de la relación con ellos. Los “colegas” aportan complicidad y el rol de "adulto sólido" aporta seguridad.

Van a tener una vida sexual, sus experiencias y necesitan estar preparados para ello. Hay que adaptar los consejos y la comunicación a la forma de ser de nuestros hijos, a la realidad de la familia y a la forma que tengamos de comunicarnos y relacionarnos. No se trata de ser perfectos, el objetivo es ofrecerles información correcta y rigurosa y que esté destinada a que el hijo disfrute de una manera sana y asertiva de su vida sexual (presente o futura).