Ser Padres

Que desayunen los niños o que no desayunen, ¿qué es mejor?

Profundizamos en una cuestión que ha generado mucha polémica en los últimos años matizando por qué hay expertos en nutrición que defienden el ayuno por delante de determinados desayunos.

Hay veces que nos metemos nosotros mismos en laberintos donde encontrar la salida es un desafío de máxima dificultad y responder a la pregunta de si es mejor que los niños desayunen o que no lo hagan es uno de esos casos porque no es nada fácil abordar una cuestión que además ha dado mucho que hablar en espacios públicos como las redes sociales en los últimos años.

Especialmente con el boom de la alimentación saludable y de la divulgación alimentaria, el debate del desayuno ha tenido una cuota importante de protagonismo en el ámbito de la crianza. El problema es que se han llevado al extremo algunas declaraciones en las que expertos de la alimentación aseguraban que era mejor que un niño no desayunara a que el menú de la primera comida del día incluyera la batería de productos ultraprocesados y ricos en azúcares añadidos que todos tenemos en mente porque probablemente se parece mucho a lo que tú mismo desayunabas de niño.

Al fin y al cabo, desde la exageración para poder hacer ruido y que el debate se avivara, el objetivo de este tipo de declaraciones no es otro que alertar acerca de lo mal que siguen desayunando numerosas familias en nuestro país.

Siempre opciones saludables

Si el desayuno es saludable, es altamente recomendable que los peques hagan esta comida inicial del día. De hecho, hay estudios que vinculan el ayuno con falta de concentración y bajo rendimiento físico e intelectual, y otros han hecho lo propio con la obesidad, pero no es menos cierto que esta última tiene mucho que ver también con el hábito de desayunar alimentos malsanos. Y es que, tal y como alertó ya hace tiempo el dietista nutricionista Aitor Sánchez, “es posible que el desayuno sea la ingesta que más cuesta enfocar desde casa porque sin duda es aquella con la que tenemos más mitos, y también menos recursos que se salgan de los convencionales”.

En realidad, no es del todo cierto esto último y el propio experto lo demuestra con sus recomendaciones para variar el desayuno de los niños utilizando siempre alimentos saludables como son la fruta -entera, no exprimida-, los cereales integrales no procesados, los frutos secos, el yogur, el huevo o los panes integrales, entre otros, pero hay muchas familias a las que les cuesta horrores afrontar el cambio alimentario en el desayuno, incluso algunas que lo han hecho en el resto de comidas del día.

Predica con el ejemplo

A esto, además, hay que añadir el hecho de que muchos niños se acuestan demasiado tarde y, para no perder sueño o facilitar la tarea, se les despierta con poco margen y se les proporciona un desayuno incompleto nutricionalmente hablando. Este hábito es uno de los que recomiendan eliminar aquellos profesionales de la nutrición que defienden la importancia del desayuno en los niños.

Por lo tanto, el desayuno es aconsejable cuando su composición incluye alimentos saludables. De no ser así es mejor que hagan un desayuno corto -si incluye dulce, que sea casero y que contenga la menor cantidad de azúcar posible- y se compensen sus necesidades nutricionales a lo largo del día porque al fin y al cabo la alimentación es una balanza diaria, en la que se va incorporando lo que se come a lo largo de toda la jornada. Si desayunan poco, el almuerzo puede aportar aquello que ha faltado en la primera comida del día.

Lo que está muy claro y te animamos a comprobar que es así es que el desayuno, como cualquier otra comida del día, es un hábito, así que se puede uno entrenar y acostumbrar no solo a hacerlo a diario sino también a que el cuerpo acabe pidiendo alimentos saludables. Las claves con los peques es tener paciencia, dejarles tiempo para disfrutar del desayuno en familia, limitar la presencia de productos malsanos en la despensa y, sobre todo, darles ejemplo.

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