Ser Padres

Cinco mentiras sobre la lactancia materna

La lactancia materna es el fenómeno biocultural por excelencia. ¿Qué influye realmente en el amamantamiento? ¿Existe una cultura de la lactancia materna? Repasamos cinco mentiras que empañan este proceso.

Diana Oliver

Pocos asuntos generan discusiones más encendidas que las que se dan alrededor de la lactancia materna. Lo sabemos: los principales organismos de salud a nivel internacional recomiendan la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y complementada con otros alimentos hasta al menos los dos años de vida. Pero, ¿contamos con las condiciones sociales y laborales para ello? ¿Ha desaparecido la cultura del amamantamiento? ¿Qué mitos y mentiras giran alrededor de este fenómeno y cómo influyen en esa cultura de la lactancia? La culpa, la desinformación y las malas prácticas, unido a una escasa intervención a nivel sanitario, político y social, empañan el fenómeno biocultural por excelencia. Porque el amamantamiento en los humanos, como recogía la antropóloga Patricia Stuart-Macadam en el libro Breastfeeding: Biocultural Perspectives, escrito junto a Katherine A. Dettwyler y publicado en 1995, además de un proceso biológico, “es un comportamiento determinado por la cultura". Aquí repasamos cinco mentiras sobre la lactancia materna que pueden influir en este proceso.

“Hay lugares en los que está prohibido amamantar”.

En 2015 entraba en vigor en Euskadi la Declaración sobre derechos y deberes de las personas en el sistema sanitario. En dicha declaración se reconocía por primera vez el derecho de las mujeres a amamantar en cualquier espacio público. Ahora bien, ¿realmente es necesario especificar esto legalmente? ¿En realidad se puede amamantar en cualquier lugar sin que se necesite una ley específica que ampare este derecho? “Se puede amamantar en cualquier parte. No hay ley alguna que regule o prohíba hacerlo”, responde Alba Padró Arocas, IBCLC, autora de Somos la leche y cofundadora de LactApp. Sí menciona que otra cosa distinta es que en un espacio privado no se deje “comer ni beber”, por lo que muchas veces “meten la lactancia en el mismo saco y no te dejan a amamantar”. Pero, insiste la IBCLC que suele ser más incapacidad de la gente que regenta o vigila estos espacios que una cuestión legal.

“Muchos de los bebés que toman pecho están en percentiles que rozan la desnutrición”.

Esta es una afirmación lanzada incluso por profesionales sanitarios que, lejos de ayudar a las madres, pone más piedras en su camino. Para Alba Padró este tipo de declaraciones son la consecuencia de la falta de formación general en lactancia materna. “Si una madre al alta hospitalaria no recibe una atención adecuada que incluya señales de alerta, no está lista para poder detectar cualquier complicación. Y es que muchas madres cuyos bebés han llegado a perder mucho peso o se han deshidratado no “lo ven”, no ven lo que pasa, y van al médico cuando ya el bebé está mal”, señala. Cuenta Padró que en la clínica de Barcelona también atienden a muchas mujeres que llegan de consultas con pediatras que se autodenominan “prolactancia” pero que demuestran no tener formación en LM cuando ante un bebé con una no ganancia de peso adecuada, no le ven mayor problema: "no ha ganando peso, pero ha crecido (a lo alto) no pasa nada”, cuando en realidad sí puede haber un problema detrás.

“La OMS no puede hacer una recomendación general para todo el mundo en cuanto a lactancia materna porque los países desarrollados y los subdesarrollados no tienen las mismas circunstancias”.

Esta es una cuestión que lleva años debatiéndose y que más tiene que ver con opiniones personales que con verdades absolutas. Para Alba Padró es importante señalar que si bien en los segundos, la leche materna es más segura porque la potabilidad del agua no garantiza la desinfección de los biberones, ocurre que allí sólo un tercio de las madres da el pecho. Es cierto que en estos países se hace urgente facilitar y promover la lactancia materna, quizás porque no es una cuestión tan “vital”. Volviendo a las recomendaciones generales, la autora de Somos la leche señala que “el estándar de alimentación infantil es la leche materna, leche de la propia especie”, y añade que si bien es cierto que en nuestro primer mundo tenemos agua de calidad y dinero para comprar la fórmula, eso no debería ser una excusa: “La lactancia materna aporta un inicio de la vida justo para todos los bebés, nazcan donde nazcan tienen el mismo privilegio”.

”Se han exagerado los resultados científicos sobre los beneficios que tiene la lactancia en la salud del bebé a largo plazo”.

Sobre lactancia materna se podrían hacer muchas más investigaciones, la cuestión es dónde queda la ética en el uso de según qué metodologías. Si nos centramos en los estudios sobre "beneficios", Alba Padró cree que hablar de los beneficios de la LM no debe ser lo más importante porque hacerlo en estos términos le parece injusto y poco adecuado. “Una vez tengamos unos servicios de salud, un apoyo social y político podemos empezar a hablar de los beneficios de la lactancia. Hablar siempre de beneficios o medir la lactancia sólo por los beneficios sigue creando culpa y creando discrepancias entre las mujeres”, explica.

“Hay mujeres que se sienten malas madres por dar un biberón como si fuese un veneno”.

Negar o minimizar los sentimientos de las mujeres que queriendo dar el pecho no han podido causa más dolor a esas mujeres que, muchas veces, se sienten incomprendidas. Esto para Alba Padró es solo una parte más porque, en general, vilipendiamos los sentimientos de las mujeres: “En el posparto no puedes manifestar que estás triste, agobiada, cansada… Solo puedes callarte, ya que la sociedad no nos da permiso para sentirnos mal. Y la lactancia, el fracaso de la lactancia, genera mucha frustración ¡y es normal! Tenemos maternidades limitadas, vivimos la experiencia de tener un bebé como algo especial y único, algo que queremos bordar, disfrutar y que creemos que es algo trascendental. Y muchas veces las expectativas se dan de bruces con la realidad”.

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