¿A partir de qué edad debe empezar a comer cada alimento?
Aunque el pediatra os facilitará toda la información detallada cuando llegue el momento, es bueno estar informado de las últimas novedades, porque estudios recientes han provocado algunos cambios en el orden de prioridades a la hora de ofrecer alimentos nuevos a los recién nacidos a partir de los seis meses de vida, edad en la que da comienzo la alimentación complementaria.
Como la ciencia es cambiante en función de las conclusiones a las que llegan nuevas investigaciones, conviene estar informado de todo aquello que tiene relación directa con la salud y la alimentación de los bebés. Muchos padres creen, por ejemplo, que por haber tenido un hijo hace dos años, la historia se repite con su nuevo retoño, y no tiene por qué ser así. De hecho, hay un ejemplo muy reciente: los frutos secos, que antes se recomendaba retrasar al máximo su consumo, más allá de los tres años, y ahora se recomienda ofrecérselos cuanto antes, sobre todo los cacahuetes, muy triturados o pasados, sin riesgo de ahogamiento, para tener más probabilidades de que no se desarrollen alergias.
A partir de los seis meses es el momento en el que se empiezan a introducir alimentos complementarios a la leche -en España, es esta la fecha sobre la que hay consenso en los niños que se alimentan de leche materna, mientras que si es de fórmula hay diversas opiniones, aunque en ningún caso antes de los cuatro meses de vida- de la que se ha alimentado exclusivamente el bebé hasta la fecha. El pediatra y el personal de enfermería del centro de salud son los encargados de guiar y explicar el proceso, pero nunca está de más tener claros los pasos principales a la hora de alimentar a un recién nacido vayas a hacerlo en forma de puré o con el método BLW (Baby Led Weaning).
A tener en cuenta
La Asociación Española de Pediatría (AEPED) mantiene actualizada una guía con recomendaciones concretas sobre cómo introducir alimentos nuevos y en qué edad a un bebé. Entre otros detalles, en ella se especifica que no hay que dar instrucciones rígidas a los padres, si bien la recomendación es comenzar por los productos que sean “ricos en hierro y zinc”. Además, la guía sí especifica que se deben “introducir los alimentos de uno en uno, con intervalos de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación y no añadirles sal, azúcar ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos”.
Dicho esto, las únicas restricciones claras a la hora de elegir cuándo introducir un alimento concreto hacen referencia a la leche de origen animal y todos sus derivados - yogures, queso, etc.-, que no es recomendable que los tomen los recién nacidos hasta cumplido el primer año de vida, a excepción de pequeñas cantidades, que sí pueden ofrecerse al niño “desde los 9 o 10 meses”, según la AEP. Para evitar dudas, en este caso concreto nuestra recomendación es consultar al pediatra.
Los primeros ingredientes
Cereales, frutas, hortalizas, legumbres, huevo, carne, pollo, pescado o aceite de oliva, todos ellos alimentos prioritarios en la dieta mediterránea, los puede probar un niño desde que tiene seis meses de vida, siempre recordando la recomendación de que solo tome un alimento nuevo cada dos o tres días para poder observar qué tal los tolera y asociar a ellos posibles intolerancias o alergias en el caso de los alimentos que puedan generar este tipo de reacciones.
No hay que olvidar tampoco que los alimentos que supongan riesgo de ahogamiento, tales como las zanahorias crudas, los frutos secos o la manzana en trozos grandes, por ejemplo, no es recomendable dárselos a los niños hasta los tres años de vida. Antes de esa edad, siempre triturados o, a medida que crecen, en trocitos muy pequeños, y en el caso de los frutos secos triturados.
Por último, en cuanto a los productos ultraprocesados, embutidos y edulcorantes industriales, el consenso en la comunidad científica especializada es total: cuanto más tarde mejor y si es posible en una cantidad mínima o directamente inexistente.