Las vacunas son los productos sanitarios más seguros que hay
Los efectos adversos a las vacunas tienen una frecuencia bajísima y las reacciones habituales son fiebre y malestar general; es decir, leves.
Entre los principales argumentos esgrimidos por los detractores de la vacunación infantil están los posibles efectos secundarios que esta inmunización puede producir en los niños y la posibilidad de que el agente administrado “despierte” una enfermedad que de lo contrario –aseguran– no se manifestaría. Como aval de estas ideas a menudo se hace alusión a un estudio publicado en The Lancet en 1998 y en el que se asociaba la vacuna triple vírica con el autismo. Aunque la publicación se retractó posteriormente del artículo porque éste había sido manipulado por el autor y pese a que varias investigaciones posteriores descartaron que existiese dicha relación, se siguen transmitiendo mensajes e ideas en este sentido, fundamentalmente a través de sitios web.
Para resolver dudas al respecto, la OMS ha puesto en marcha su Iniciativa Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GVSI) en cuya página web se ofrece información actualizada y científicamente demostrada sobre todas las noticias referentes a este tema.
“Las vacunas son los productos sanitarios más seguros que existen ya que para su aprobación requieren ensayos clínicos realizados en muchas personas y, posteriormente, también se vigilan tras su comercialización”, afirma el doctor Francisco Álvarez, secretario del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP). En la misma línea, la doctora Albañil recuerda que cuando una vacuna es comercializada, recomendada por los científicos e incluida en los calendarios siempre es porque los beneficios que aporta son superiores a los riesgos que conlleva su administración “y, por supuesto, estos siempre son menores a los riesgos que supondría la enfermedad que evitan”.
Los efectos secundarios graves son muy infrecuentes
La mayoría de estos riesgos o efectos secundarios suelen ser, tal y como explica el doctor Álvarez, reacciones locales leves (dolor, enrojecimiento, induración o nódulos) y reacciones generales también leves (fiebre, irritabilidad, malestar general o cefalea). “Son muy infrecuentes las reacciones moderadas o graves como urticaria, la reacción tipo Arthus (enfermedad producida por el germen vacunal si es atenuado) o reacción anafiláctica. Esta última tiene una incidencia de uno entre un millón de dosis administradas”, señala.
Respecto a estas reacciones, la doctora Albañil comenta que siempre se deben tener presentes aspectos como que el número de personas a las que se administran vacunas y el número de dosis de vacunas administradas es muy alto, mientras que los posibles efectos secundarios varían para cada vacuna y, en conjunto, tienen una frecuencia bajísima. “Y también hay que tener en cuenta que no todos los procesos que presenta un paciente en fechas posteriores a su vacunación tienen relación con la administración de la vacuna. Puede tratarse de procesos que se han producido en la misma época sin que exista una relación causa-efecto entre ellos”.
Asesores:
- Dr. Francisco Álvarez, secretario del Comité Asesor de Vacunas de la AEP
- Dra. María Rosa Albañil, coordinadora del Grupo de Patología Infecciosa de la AEPap
- Dr. Roi Piñeiro, jefe asociado del Servicio de Pediatría de Hospital General de Villalba, en Madrid