Peque, mueve tu cuerpo
El movimiento favorece el desarrollo cognitivo del niño y la coordinación de los sentidos.
Elevarse por el aire, volar en brazos de mamá, balancearse en el columpio… A los niños les encanta (y necesitan) moverse.
El suave traqueteo del carrito les recuerda la tripa de mamá, donde se encontraban tan a gusto. Y los movimientos más fuertes les apasionan cuando son un poco mayorcitos: saltar por los aires, sentir que caen al vacío, etc.
Con los primeros se tranquilizan y con los segundos se excitan y se los pasan en grande, aunque a veces tienen que perder un poco el miedo. Lo harán sin problemas, sobre todo si es mamá o papá quien les acompaña en este estimulante pasatiempo.
Primeros pasos de baile
Bailar no tiene edad y no hace falta un lugar especial para seguir el ritmo de la música. En el salón, en la cocina, en casa de los abuelos o en el parque, cualquier espacio sirve para “mover el esqueleto”.
Solo hace falta encender la radio o dejar que el peque escoja entre las múltiples canciones que contiene su juguete musical favorito. Moverse al ritmo de la música favorece el control y el conocimiento de su cuerpo.
Bailar también les sirve para mejorar la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación. La mayoría de los niños baila de forma espontánea, incluso la música de un anuncio de la tele les impulsa a mover el culete de un lado a otro.
Si tu bebé no es el más danzarín, le llamará la atención verte a ti en acción. Entonces, no dudará copiar los movimientos.
Carrera de obstáculos
Para mejorar su destreza corporal, desde que el bebé comienza a gatear puedes proponerle otro juego divertido: ¡una carrera de obstáculos!
Colócate al final del pasillo con su juguete favorito y en medio organiza una auténtica pista con cojines sobre los que escalar, túneles que atravesar (o espacios estrechos conformados por sillas, por ejemplo, que le ayudan a definir su esquema corporal), pelotas que vadear, etc.
Sortear obstáculos le resultará un reto genial, mientras aprende a coordinar sus movimientos y a controlar los espacios (“Por aquí puedo pasar” “Por aquí no”). Anímale durante toda la travesía diciendo su nombre.
Si ves que se atasca en algún punto del recorrido no debes obligarle a pasar, aunque sí animarle a hacerlo. Si no quiere, lo tendremos en cuenta para volver a repetir la situación más adelante y comprobar que consigue vencer su miedo.