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¿El color de la leche materna siempre es el mismo?

Aunque todos tenemos en la cabeza que siempre es blanca, hay excepciones en las que se puede teñir ligeramente de colores como el naranja, el verde, el amarillo... te contamos por qué.

Para la inmensa mayoría de las personas, la leche materna es blanca, y no nos entra en la cabeza que pueda existir variedad cromática al respecto. Sin embargo, aunque no es lo habitual, también puede adquirir tonos amarillos, verdes o rojizos, entre otros.

De entrada, el calostro, “la primera leche materna”, no es blanca, sino que tiene un color amarillento porque es muy rico en betacarotenos -pigmento habitual en la zanahoria, calabaza o mango, entre otros ingredientes-, de ahí su color. Es, por lo tanto, un motivo fisiológico el que dicta que su color no sea blanco como el de la mayoría de las leches maternas, y son de la misma índole la gran mayoría de las causas por la que esta puede no ser blanca.

Causas del cambio de color

En algunas ocasiones, las menos, puede existir un motivo de salud e incluso estar relacionado con la composición de algún ingrediente que la madre haya ingerido como parte de su dieta.

Dentro de este último factor, destacan alimentos como las verduras de hoja verde, cuyo consumo exagerado puede hacer que se torne ligeramente verde la leche materna. Pasa igual con el exceso de productos anaranjados, ya sean zumos, refrescos u otros similares, y el color naranja, otro de los que también puede teñirse ligeramente la leche materna. Para que esto no ocurra es importante que la mujer lactante mantenga una dieta sana y equilibrada. 

Otro factor que puede variar el tono de la leche materna son los medicamentos, que no están recomendados ni durante el embarazo ni en lo que dure la lactancia. Si se toman, una de las consecuencias probables es que afecte al color de la leche materna, que puede aparecer anaranjada e incluso de color negro, tal y como reflejan algunos casos estudiados. Depende de la composición del medicamento que se esté tomando la gestante.

El rojo en la leche materna, por su parte, suele hacer referencia a la presencia de sangre en la misma. La mayoría de las veces sale del propio pecho de la madre, en concreto de grietas o pequeñas agresiones en la zona del pezón y la areola producto de la lactancia. También puede venir, si es en los primeros días de vida del bebé, del característico aumento de aporte al pecho que el organismo deriva en los días previos al parto, lo cual puede hacer que se rompan pequeños capilares de los que emane una pequeña cantidad de sangre que se mezcle a su vez con la leche.

Variaciones entre tomas

Por otro lado, también puede variar de color durante la toma, ya que al comienzo de la misma es más aguada, rica en hidratos de carbono, de ahí que sea blanca con reflejos azulados, y al final de la toma, al ser más densa por tener más contenido en grasa, su color tira al amarillo.

Ante cualquier anomalía, lo aconsejable es consultar a la matrona o al médico para que analice a qué puede deberse que la leche materna no sea blanca y si es peligroso que así sea o si por el contrario no hay problema alguno por continuar con la lactancia con normalidad.

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