Las siestas, también las cortas, mejoran el aprendizaje de los niños
Un experimento con niños belgas revela el papel fundamental del sueño en la mejora de la memoria y el aprendizaje en los niños.
Cuando los niños duermen los padres sentimos la tranquilidad de que el crecimiento sigue su curso, afianzan los conceptos aprendidos, descansan... Sin embargo, son muchos los padres preocupados con la duración de la siesta de sus hijos. Ahora investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) han realizado un experimento, publicado en la revista NeuroImage, que revela el papel fundamental del sueño en la mejora de la memoria y el aprendizaje en los niños, también en las minisiestas. "Una siesta de media hora les permite asimilar y memorizar mejor lo aprendido", explicaron.
Durante el sueño, el cerebro todavía está activo y se consolidan dos tipos de memoria: la memoria explícita, relacionada con el aprendizaje de conceptos teóricos (tanto las definiciones como los recuerdos inconscientes, como determinadas habilidades o destrezas, por ejemplo la habilidad necesaria para montar en bicicleta) y la memoria de procedimiento, relacionada con las técnicas adquiridas (parte de la memoria que participa en el recuerdo de las habilidades motoras y ejecutivas necesarias para realizar una tarea, como por ejemplo, tocar el piano). Además, "el sueño también juega un papel clave en la consolidación de la memoria, pasando de memoria a corto plazo a memoria a largo plazo", afirma Philippe Peigneux, director del equipo de investigación, ya que, mientras se duerme, la información se transfiere desde el hipocampo a las áreas de corteza de la memoria a largo plazo.
"Esta transferencia del hipocampo a la corteza prefrontal ya se había observado en los adultos, pero solo tres meses después del aprendizaje. Nuestro estudio sugiere que el sueño en el niño permite una asimilación más rápida de nuevos aprendizajes, y la práctica de post-aprendizaje tras pequeñas siestas puede mejorar la consolidación de la memoria", sostiene Charline Urbana, primera autora del estudio.
¿En qué consistió el experimento?
Los investigadores estudiaron el fenómeno en un grupo de niños sanos, con una edad media de diez años. En la primera fase les presentaron imágenes de objetos imaginarios, cada uno con una definición que tenían que aprender, mientras se tomaban imágenes del funcionamiento de su cerebro.
A continuación, se dividió a los niños en dos grupos. Uno durmió media hora de siesta y el otro permaneció descansando, pero sin dormir. Acto seguido, los investigadores volvieron a presentarles las imágenes de los objetos imaginarios, a los que debían asignar la definición previa.
"Nos dimos cuenta de que en los niños que habían dormido la siesta, había áreas de la corteza prefrontal que estuvieron predominantemente activas. En otras palabras, con una breve siesta de media hora, la consolidación de la memoria (transición a largo plazo) ya se había producido", explica Philippe Peigneux, director del equipo de investigación.