Reducción de mamas y lactancia materna: ¿es posible?
Tanto si piensas someterte a un aumento de senos como a una reducción es normal que te preguntes hasta qué punto puede afectar a la lactancia. Te lo descubrimos.
Aunque millones de mujeres cada año se someten a una cirugía de aumento de mamas, también hay muchas mujeres que prefieren realizarse una cirugía de reducción de senos, una técnica conocida médicamente con el nombre de mamoplastia de reducción, y que es muy útil a la hora de eliminar el exceso de tejido, grasa y piel de los senos.
Para quienes piensan llevarla a cabo antes de quedarse embarazadas, o se plantean tener hijos en un futuro, es normal que surjan algunas dudas relacionadas con la posibilidad de que ambas cirugías puedan afectar a la lactancia materna.
Tal y como te hemos explicado ya en una ocasión anterior, siempre que el implante sea colocado detrás del músculo pectoral, ubicado debajo del tejido mamario, y cuando la incisión no se lleva a cabo alrededor de la areola, en la mayoría de las ocasiones la lactancia no se ve afectada. Pero, ¿qué ocurre con la reducción de las mamas?
¿Qué es y en qué consiste la cirugía de reducción de mamas?
La cirugía de reducción mamaria, también conocida como cirugía de reducción de senos o simplemente como mamoplastia de reducción, es una operación que se lleva a cabo para eliminar el exceso de tejido, grasa y piel de los senos.
Se trata de una opción muy útil cuando, por ejemplo, los senos son demasiado grandes y no guardan proporción con el resto del cuerpo; y, además, generan dolor de cuello, dolor de espalda u otros síntomas molestos.
¿Cómo se realiza una cirugía de reducción de senos?
Antes de llevarla a cabo, el cirujano hablará con la mujer acerca de su historial médico y del de su familia. Además, el especialista seguramente tome fotografías de los senos, los medirá y hablará acerca de la cantidad de tejido mamario que podría ser necesario extraer para conseguir el objetivo.
Sobre las pruebas médicas que pueden llevarse a cabo, es posible que el médico recomiende la realización de una mamografía y un examen de senos, principalmente antes de hacer la cirugía.
Antes de la cirugía, es conveniente planificarlo todo para garantizar al máximo la recuperación en casa. Y serán necesarios algunos elementos básicos como hielo, gasas, paños y toallas limpias, cremas especiales y ungüentos (prescritos y recomendados por el médico) y camisas lo más holgadas y cómodas posibles.

Cirugía de reducción de senos y lactancia
En el momento de la cirugía se recibirá anestesia general, por lo que la mujer estará “dormida” durante el procedimiento. Sobre su duración, es común que la cirugía en sí se demore entre 2 a 6 horas aproximadamente, aunque en ocasiones puede tardar un poco más.
Dependiendo de la forma y el tamaño de los senos, cómo se desea lucir tras la cirugía y la cantidad de tejido a extraer, existen distintos métodos. Uno de los más comunes es la liposucción, que consiste en hacer pequeños cortes en la piel e insertar un tubo delgado conectado a una aspiradora, la cual se encarga de succionar tanto la grasa como los distintos líquidos del seno. Es una opción recomendada para pequeñas reducciones.
No obstante, en caso de que la reducción sea moderada o grande, y exista flacidez y desniveles, es posible que el especialista opte por otros métodos.
¿La reducción de senos puede afectar a la lactancia materna?
Como hemos visto, en realidad existen distintos tipos de cirugía de reducción de mamas, cuya elección dependerá principalmente de lo que considere el especialista. En caso de desear tener un hijo próximamente, y especialmente cuando se tiene la intención de amamantar tiempo después de la cirugía, es fundamental indicárselo al médico.
Así, es recomendable que las mujeres que quieran amamantar pregunten al cirujano si el pezón sería extraído por completo o si simplemente se moverá de lugar. Este aspecto es muy importante, puesto que cuanto mayor sea la unión entre los conductos de la leche y el pezón, más posibilidades habrá de que la lactancia materna posterior funcione como es debido.
Es más, ¿sabías que los conductos lácteos seccionados pueden volverse a unir? Sin embargo, sí pueden acabar afectando a la cantidad de leche producida.
Debemos tener en cuenta que la lactancia materna funciona como una especie de circuito de retroalimentación, principalmente entre conductos, nervios y, finalmente, hormonas. De esta manera, cualquier daño puede afectar negativamente a la cantidad de leche producida.
Por suerte, hay una buena noticia: los nervios y los conductos pueden empezar a funcionar tras el nacimiento del bebé. Y, como coinciden en señalar muchos expertos, tan pronto como nazca el pequeño, vaciar los senos y dejar que se vuelvan a llenar es un proceso importantísimo a la hora de favorecer la recanalización de los nervios.
Por todo lo indicado, aún cuando la cirugía de reducción de senos sí puede hacer que amamantar al bebé sea más difícil en un primer momento, eso no significa que sea imposible.