¿Los pechos se comen a sí mismos tras la lactancia materna?
Una nueva investigación ha intentado comprender cómo funciona una proteína que está relacionada con el cáncer y que está asociada a funciones relativas al embarazo y la lactancia.
¿Qué sucede con el pecho tras dejar de dar de mamar? ¿A dónde 'se van' la leche restante, las glándulas mamarias que han producido la leche y qué ocurre con los distintos conductos que le han guiado para alimentar al bebé? Esto es lo que han intentado comprender los investigadores ingleses de las Universidad de Manchester, Oxford y Sheffield.
Y han conseguido explicar por qué cuando una mujer deja de amamantar la 'vuelta' lógica de las estructuras del pecho no producen inflamación, malestar ni dolor, que es lo que se supone que debería suceder cuando algunas células eliminan rápidamente zonas físicas del mismo cuerpo.
Cuando finaliza la lactancia se eliminan zonas de las glándulas mamarias de una manera rápida, pero no porque sea algo negativo, sino todo lo contrario, para evitar que afecten de alguna manera el pecho y la mujer pueda volver a amamantar sin problemas en caso de un nuevo embarazo.
Una característica importante de la glándula mamaria es su capacidad de someterse a cambios morfológicos durante las distintas etapas reproductivas, especialmente llamativo durante el embarazo donde se produce una expansión del tejido profundo para segregar leche materna más adelante. ¿Y cómo vuelven a su ser? Los investigadores han determinado que los mecanismos que determinan la capacidad de regeneración cíclica del tejido se debe a la proteína Rac1, la misma que se encarga de la regeneración alveolar para un segundo embarazo.
Si la proteína Rac1 no actuase contra todos estos sobrantes que van quedando, y lo dejase en manos de los fagocitos del sistema inmunitario, el riesgo para la salud de la mujer sería evidente, no permitiría una segunda lactancia y la inflamación que produciría aumentaría el riesgo del cáncer, así que Rac1 actúa rápidamente para eliminarlos.
Lo que se conocía de este funcionamiento "mágico" es que las células capaces de "comerse" todo lo que se queda residual inundando los conductos mamarios producen inflamación. Y ahora, se sabe que esta inflamación que destruye la leche y demás células, no es dolorosa gracias a la proteína Rac1. El mismo proceso que ocurre con la reproducción de células cancerígenas que provocan cáncer de mama. A más células muertas, mayor inflamación, más daños, menor probabilidad de una siguiente lactancia y más riesgo de cáncer.