Ser Padres

Por qué no hay que dejarles llorar

Dejarle llorar al bebé va en contra del instinto maternal. Si las madres tenemos un radar con el llanto de nuestros hijos será por algo. ¿No estás de acuerdo?

Desde el momento en que da a luz, a la nueva mamá se le activa un sistema de detección del llanto de su bebé que es tan infalible como sorprendente. Le funciona incluso cuando está durmiendo, de tal modo que en cuanto su hijo rompe a llorar, a ella se le abren los ojos como platos de inmediato.

“Ocurre así porque el llanto del bebé produce unos cambios hormonales en la madre, esenciales para facilitar el vínculo de apego y asegurar al pequeño una nutrición adecuada durante sus primeros meses de vida”, explica David Gómez Andrés, pediatra del Hospital Universitario Infanta Sofía, de Madrid.

Cuando un recién nacido llora es antinatural dejarle solo argumentando que “ya se le pasará”. “Esta actitud va en contra de él y resulta ineficaz en la mayoría de los casos."

El llanto es la señal que emiten los lactantes para buscar la atención de sus papás y si esa llamada no obtiene respuesta, lloran más aún y luego resulta más difícil calmarlos.

Además, si esa conducta de ‘dejarle esperar’ se convierte en un hábito, el pequeño acaba creyéndose abandonado y ese sentimiento hace que le cueste más sentirse seguro en el mundo y establecer lazos emocionales con las personas que le cuidan”, continúa el especialista.

Tú eres su mejor consuelo

Por todo ello, cada vez que tu bebé llore, no des por hecho que estás haciendo algo mal. Piensa simplemente que tiene que llorar para indicarte que te necesita y procura actuar de esta manera:

1. Acude a su lado de inmediato

¿Por qué con tantas prisas? Porque las necesidades de un lactante no entienden de demoras. Cógele en brazos con todo el amor del mundo y comprueba si tiene hambre, está sudando, ha manchado el pañal, está asustado… En cualquier caso, intenta poner remedio cuanto antes al motivo que le hace llorar.

2. Muéstrate segura

Convéncete de que tu modo de proceder es el ideal para él: al contrario de lo que se pensaba hace algunos años, hoy se ha demostrado que coger mucho en brazos a los bebés no les malcría, sino al contrario: el contacto físico les hace sentirse queridos y confiados en su entorno y como consecuencia, les convierte en niños más felices y menos llorones.

3. No te agobies si no logras averiguar qué le pasa

Le has dado de comer, está limpio, ha dormido bien y sigue llorando a mares… ¡Y tú estás a punto de empezar a hacerlo también! Tranquila. Ya sabemos que es difícil pero debes procurar mantener la calma: tu bebé es hipersensible a tu estado emocional y si pierdes los nervios, llorará más.

Para serenarte, respira hondo y repítete varias veces que su llanto, tal y como te ha dicho su pediatra, es normal: los lactantes tienen un alto nivel de estrés por la experiencia del parto y porque les cuesta habituarse a la vida exterior y por eso precisan llorar y llorar, aunque tengan cubiertas sus necesidades más inmediatas.

Así nos lo cuenta el doctor Gómez Andrés: “Puede que el estrés sea la causa de los episodios de irritabilidad con llanto intenso sin aparente explicación que presentan muchos lactantes. Por suerte, estas situaciones tan duras de soportar para los padres van dándose con menos frecuencia a partir de los tres meses, una vez que los pequeños van sintiéndose más adaptados”.

Por todo ello, aunque no logres calmar a tu bebé, convéncete de que tu labor, manteniéndote serena a su lado, resulta enormemente útil. ¿A que tú te sientes mejor llorando acompañada por alguien tranquilo que cuando lo haces a solas o junto a una persona que está de los nervios? Pues a tu hijo le ocurre igual. Por supuesto, el papá puede sustituirte de cuando en cuando. Que hagáis un buen equipo es fundamental.

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