Carta al doctor Carlos González
Ester y Rafael son los padres de Clara, una preciosa niña de ocho meses. Escribieron una carta a nuestro asesor Carlos González que nos ha llegado al corazón, y queremos compartirla.
Estimado doctor Carlos González:
Oímos hablar de usted por primera vez a través de una prima de mi marido, quien nos dijo que continuaba dando el pecho a su hijo de dos años. Mi marido y yo nos quedamos muy sorprendidos, acabábamos de tener a nuestra hija y no habíamos tenido mucho contacto con la crianza de bebés. Yo daba el pecho a mi hija a demanda, pero no sabía mucho de lo que pasaría a partir de los seis meses.
En fin, mi marido me regaló sus tres libros, junto con el libro del doctor Estivill, “Duérmete niño”, cuando nuestra hija tenía dos meses. Queríamos leer varias tendencias para criar a los niños, y así poder elegir lo que más se acercara a nuestras ideas.
Comenzamos con el del doctor Estivill, ya que vimos que sería más rápido de leer, y también porque acabábamos de ver un programa de televisión en el que se aplicaban sus teorías. Intentamos aplicar su técnica de sueño con nuestra hija para que “aprendiera” a dormir, pero no podíamos soportar la dureza de oírla llorar e ignorarla. Desistimos al tercer día sin saber bien cómo actuar pero decidimos no hacerlo de esa manera. Entonces comenzamos a leer sus libros, y todo fue distinto.
Usted nos dio confianza para creer en nosotros mismos, para tener seguridad con nuestra propia hija. En contra de lo que la mayoría de la gente nos transmitía con sus tópicos y sus experiencias fallidas, usted nos dio calma y tranquilidad para cuidarla, para darle nuestro calor, para no tener miedo a arroparla con nuestro contacto.
Nos animó a ser valientes y confiar en nuestras intuiciones en medio de un mundo que asusta con prejuicios y con ideas totalmente desviadas, al menos de lo que nosotros sentimos. Y a pesar de que estábamos muy concienciados y decididos con la lactancia materna, usted nos descubrió una infinidad de beneficios, nos aportó un conocimiento del que carecíamos y, de nuevo, seguridad y confianza.
Por todo esto, le escribo para darle las gracias. De verdad. Si no hubiéramos conocido sus libros, supongo que habríamos actuado de una manera parecida a cómo lo hacemos ahora, porque es lo que nos sale de nuestro interior, pero usted nos ha aportado muchos sentimientos a los que nosotros no poníamos nombre, ni orden. Y nos ha dado tranquilidad, confianza, seguridad.
Como usted dice en uno de sus libros, normalmente nadie escribe para dar las gracias por algo. En este caso, esa es la razón de este mensaje. Estamos absolutamente agradecidos por haberle conocido, casi de casualidad. E intentamos dar a conocer sus conocimientos a todos nuestros amigos y parientes que van a ser padres por primera vez, por si les ayuda tanto como a nosotros. Muchísimas gracias por haber dado a conocer todo su saber y experiencia.
Por: Ester y Rafael