Paso a paso de la lactancia materna
En la lactancia materna no hay horarios: el niño decide cuánto dura cada toma y el tiempo que pasa entre una y otra. Solo él sabe cuándo tiene hambre. Y también cuánta: se soltará cuando no quiera más.
¿Seré capaz de dar el pecho a mi hijo? La respuesta es un rotundo sí. Y con mayúsculas. De hecho, se trata de una de las prácticas más naturales del ser humano, y prueba de ello es que miles de años de evolución no la han modificado. Sin embargo, no deja de ser algo «nuevo» para la madre primeriza, que además suele estar sobrecargada por decenas de mitos populares y con un listado de rígidas normas a seguir. Eso no pone las cosas fáciles. Para empezar, porque cada madre tendrá que encontrar «su» fórmula para dar lo mejor a ese bebé que tiene entre sus brazos. ¿La recomendación más práctica? Dejar los agobios a un lado y confiar en la naturaleza.
Paso a paso de la lactancia materna
La primera toma: si se coloca al bebé sobre el pecho de su madre nada más nacer, él solo irá buscando su «ración» (desde el primer minuto de vida ya pueden succionar). Pero habrá que dejarle su tiempo: dejar que huela a mamá, que vaya buscando el pezón... Ellos nacen preparados para mamar, así que lo más importante es dejarles hacer. Si la piel de la madre y la del bebé están en contacto directo y ambos están tranquilos, resultará más sencillo.
La subida de la leche: suele ocurrir a partir de las 48 horas posteriores al parto, y consiste en la transformación del calostro (el primer alimento del bebé, con muchas defensas y proteínas) en otra leche, menos espesa y de color más blanquecino (también con proteínas, vitaminas y minerales, pero más abundante en grasas y carbohidratos que el calostro). La subida de la leche puede conllevar un aumento del tamaño del pecho en algunas madres. Si no ha habido una succión activa del bebé, puede retrasarse.
El estímulo: no es necesario preparar el pecho para que dé leche ni durante el embarazo ni después. Si has sido madre, ya está preparado. Sin embargo, sí puedes estimularlo para producir más cantidad. ¿Cómo? Poniendo al bebé al pecho. Con su succión, estará estimulando el pecho para que produzca más alimento.
Cuándo ponerle al pecho: tu hijo llorará cuando tenga hambre, pero se puede evitar llegar a eso. Poco a poco, empezarás a identificar las llamadas «señales tempranas de hambre». Verás que, cuando quiere comer, busca el pecho de quien lo coge, saca la lengua, si alguien le pone un dedo junto a su mejilla intenta chuparlo... Sin embargo, durante los primeros días puede resultar difícil advertir esas señales, así que lo mejor es ponerle con frecuencia al pecho, tanto de día como durante la noche. Si tiene hambre, intentará comer, y si no, seguro que le gustará ser acurrucado por mamá. Cada recién nacido determina cuántas tomas necesita al día: pueden ser 8, 12, 16...
¿Hay una postura perfecta?
Hay libros que identifican posturas «ideales»: boca arriba, recostada en la cama, como cuando nos sentamos en el sofá y ponemos los pies encima de la mesa; de lado; sentadas, con la espalda ligeramente hacia atrás... Pero lo cierto es que cada madre tiene un tamaño de pecho diferente, y su hijo puede adaptarse a él de distintas formas. La postura perfecta es aquella en la que la madre está cómoda y el bebé también.
Solamente sigue estas tres recomendaciones:
Asesoras: Juana María Aguilar, coordinadora de lactancia materna del Hospital 12 de octubre y Consultora Internacional en Lactancia Materna; y Concha de Alba Romero, médico del Servicio de Neonatología del Hospital 12 de octubre y Consultora de lactancia por UNICEF.