¿A qué especialista llevo a mi bebé?
Los bebés no comen ni duermen como se esperaba, se ponen malitos, no gatean en tal mes... Son problemas normales que los padres pueden afrontar sin pedir auxilio a nadie.
Siempre me ha gustado ser autónomo, no hablo de esos que trabajan por cuenta propia, se pagan su seguridad social y jamás se ponen malos; no, me refiero a gozar de autonomía personal y disfrutar de la libertad de depender de los demás lo menos posible.
Soy un manitas: en mi casa no entra un electricista ni un fontanero ni casi ningún profesional, a no ser que la avería o el obrón sea mayúsculo. Esto lo he intentado trasladar a todos los ámbitos de la vida, de hecho, a mis hijos solo los llevé una vez al pediatra.
Ya, ya sé que en mi caso, y con una mujer que también se dedica al mundo infantil, no tiene mérito, pero quiero decir que siempre he asumido (con ella) la parte de responsabilidad que me correspondía y he intentado disfrutar de lo que mis manos y mi saber me ofrecen.
No te extrañe que intente trasladar esta peculiaridad mía a mis escritos y a mi idea de cómo debería ser la crianza de tu manada y cómo enfrentarte a los pequeños problemas del día a día. Por eso mi libro, El médico de tu hijo (ed. Temas de Hoy), lo titulé Resuelve por ti mismo los pequeños problemas en la crianza de tu bebé. Si no hubiera creído en la autonomía de los padres, lo habría titulado Dónde remitir a tu hijo cuando le pase algo.
Son muchos los problemas que nos surgen en los primeros años de nuestro peque, y todo el mundo da ideas, sugerencias o incluso órdenes de cómo debes hacer las cosas:
- "Pues yo lo llevaría a un profesional que sepa...". Mala baba tiene este mensaje, ¿verdad? Está diciendo: "Lo estás haciendo mal", "no tienes ni idea", "tu hijo está en malas manos". Es terrible, pero, ¿a que lo has oído más de una vez?
- "Yo, a mi niño lo llevé a un fisioterapeuta respiratorio que le quitaba los mocos".
- "Yo lo llevo a un osteópata que le cura los cólicos y le redondea la cabeza".
- "Yo a mi hijo lo llevo a un pediatra que me cobra una fortuna y es un borde, pero que es muy bueno".
Mil frases más como esas hay que oír de cuñadas, suegras, madres, ¡ah!, de la vecina del quinto, que todo lo sabe y de las madres de los amigos del mayor: el patio del colegio, cuando vas a recogerlo, es un hervidero de mamás acechantes para dar el mejor consejo. Todas han pasado lo que tú y lo resolvieron acudiendo a los más variopintos profesionales y charlatanes.
Todas esas mamás conocen métodos de fama mundial y siguen a gurús en las redes sociales. Es verdad que todas solucionaron el problema de su bebé, pero es que ese problema se resuelve por sí mismo con el crecimiento: de mayores, todos los niños tienen dientes; todos hacen caca en el váter; todos comen como limas en la adolescencia y todos, todos, aprenden a limpiarse los mocos.
Mamá, confía en tu capacidad
Pero, ¿cuántas madres solucionaron los problemas por sí mismas o con la ayuda de su pareja? Muchas, de verdad, muchas madres resuelven sus problemas y eso les da una tranquilidad y una seguridad que no hace falta ir pregonando.
Esa vecina del segundo que tiene tres críos y que no suele dar su opinión en estos casos; esa que en el corrillo del parque está en segunda fila jugando con su crío y con cara de felicidad, de satisfacción, de fuerza interior, consciente de que puede con todo lo que le venga y de que sabrá solucionar cualquier cosa sin tener que recurrir a la agenda y a la cuenta corriente para llamar a alguien que le solucione lo suyo.
En el primer año de vida de un hijo surgen muchas dudas y muchos problemas: el niño duerme mal, llora mucho, tiene mocos, tiene fiebre, se mueve, no se mueve, se sienta, gatea, camina, tiene los pies torcidos, abre un ojo más que el otro, los dientes no le salen o le salen de lado, se toca la oreja, se toca la cola, no come lo que los padres quieren que coma, no bebe agua, hace caca verde o amarilla, solo dice papá y no dice mamá, en vez de dar palmitas hace peinetas al abuelo (¿Quién se lo habrá enseñado? ¿Será raro?).
No tienes por qué ser siempre una madre (o un padre) diez, no tengas miedo a equivocarte, como más se aprende es cometiendo fallos. Disfruta de tu hijo sola o en pareja, arriésgate, sé autónoma en la crianza de tu bebé, verás que el gozo es doble.
El Dr. Jesús Martínez es pediatra, autor del blog www.elmedicodemihijo.com.