Mamá, el primer juguete del bebé
El recién nacido mira la cara de mamá y papá, les sigue en su movimiento, imita sus gestos, intenta responder a sus sonidos.
Gabriela tiene dos meses y descansa en el regazo de su madre. Esta le enseña un collar de colores en el que centra su mirada un momento… pero pronto la retira. Sin embargo cuando su madre se le acerca abre mucho los ojos, con expresión de alegría y concentración, y su mirada la sigue durante interminables minutos.
Un instinto bien grabado en los genes hace que los movimientos y “juegos” del bebé estén profundamente dirigidos a relacionarse. “Los ojos de mamá y papá son el primer juguete del recién nacido”, apunta Susanna Fusté, educadora en el Espai Familiar Casa dels Colors, de Barcelona.
Establece contacto, los sigue en su movimiento, le encanta imitar sus gestos e intenta responder a sus sonidos. ¿Mamá y papá se han fijado en el interés que despiertan sus manos a contraluz? ¿O en cómo parece llevar integrado el sistema de turnos y tras responder a su estímulo espera, expectante, nuestro siguiente movimiento? Los padres tienen todo lo que interesa y estimula al bebé.
A los tres meses, los objetos
Una vez hechas las presentaciones, y más o menos asentada la relación, está preparado para el siguiente paso, que suele ocurrir hacia los 3 meses. Suele coincidir con una mejora significativa en su capacidad de visión. Un nuevo elemento entra a cautivar la atención del bebé: los objetos.
“Es interesante el día en que el bebé extiende la mano para intentar coger un objeto”, señala Fusté. Algo hace “clic”, sus neuronas empiezan a crear sinapsis y repetirá la acción hasta lograr coger lo que hay frente a él. Pasada la euforia de coger, una nueva pregunta empieza a hacerse hueco: y esto... ¿qué es? Pues el afán de explorar ese nuevo mundo que se abre ante sus ojos.