El desarrollo del bebé
Durante su primer año de vida, los bebés aprenden muy rápido, cada mes es una hazaña. Además, disfrutan aprendiendo desde el primer día. La confianza y la seguridad son las claves para que el niño crezca feliz. ¡Aprende miles de cosas en muy poco tiempo!
Desde que nacen, sus cerebros trabajan a toda máquina. Mientras nosotros estamos entusiasmados y un poco embobados, el pequeño ya ha tomado el camino que lleva al futuro. Todos los bebés están genéticamente preparados para ser inteligentes y lo mejor es que, desde el primer día, disfrutan aprendiendo. Su primer año de vida es una carrera con muchas etapas que tienen que superar.
Confianza y seguridad
- La confianza es esa palabra mágica que hace que tanto los niños como los adultos puedan dar lo mejor de sí mismos. La alegría de vivir y de aprender es algo natural en los bebés sanos y lo que necesitan para desarrollar todo su potencial es seguridad. Gracias a la cercanía y la protección de sus padres, descubrirán el mundo que les rodea.
- Sus pequeños cerebros trabajan de una forma especialmente efectiva cuando se sienten tranquilos y aprenden sin estrés ni ansiedad. Los niños que únicamente se ocupan de comprobar que no están solos no tienen capacidad para procesar todos esos descubrimientos que hacen sin parar.
- Los psiquiatras infantiles y los neurólogos llevan años investigando los requisitos para el desarrollo saludable de los bebés. La conexión con mamá y papá es muy importante durante el primer año. En esta etapa se desarrolla un vínculo seguro y crece la confianza, es decir, cuando el niño se siente comprendido y ve rápidamente satisfechas sus necesidades de comida, calor, cariño y estímulo.
Aprenden muy deprisa
- Desde que nacen, sus neuronas empiezan a empaparse de todas las señales e informaciones que les llegan a través de los sentidos. Intentan ordenarlas, forman conexiones y crean canales de comunicación. Poco a poco surgen complicados patrones que permiten al niño reconocer relaciones y reglas complejas, extraer conclusiones lógicas y obrar de acuerdo con ellas. Cuanto mayores se hacen los niños, más estables se vuelven esos patrones.
- Las distintas regiones cerebrales van adquiriendo forma a gran velocidad. Durante los primeros meses se van creando nuevas conexiones para cada paso que exige el desarrollo del bebé. Y, para eso, el pequeño necesita mucha calma y todos los estímulos que pueda procesar.
Tiempo para asimilar el conocimento
Al principio, las conexiones entre las neuronas del bebé son muy débiles pero se van reforzando cada vez que el niño las utiliza. Para ello los bebés recurren a:
¡A experimentar!
- El mundo es un enorme laboratorio experimental y el bebé disfruta dando rienda suelta a su curiosidad. Observa y experimenta sin parar. Le enseña a papá y mamá las cosas que le interesan. A partir del quinto mes puede señalar con la mano y un poco antes ya muestra su alegría cuando ve un rostro conocido y con sus primeros balbuceos le invita a mantener una conversación
- Los bebés buscan en sus padres seguridad y apoyo en todo momento. A veces, se sienten inseguros y una simple mirada a mamá o papá basta para tranquilizarles. Su postura relajada, sus gestos amistosos y la voz calmada les indica que todo está bien.
El primer año
Nunca más volverá a aprender tan rápido como durante el primer año:
Lo mejor para aprender es que prueben desde pequeños y por sí mismos cómo funcionan las cosas. Cuando los padres le enseñan a su hijo cómo se hace una torre con bloques de madera, puede que le resulte fascinante durante un rato, pero dará un paso de gigante en su desarrollo cuando él mismo sea quien ponga un bloque encima de otro. Evidentemente, las pequeñas ayudas vienen bien.
Debemos recordar que los pequeños no pueden aprender todo lo que les enseñamos. Eso implica que no hay que poner el sonajero en la mano del niño, sino dejar que lo coja él mismo. Ellos se esforzarán para hacen grandes avances, de hecho, aprenden más y mejor cuando ellos mismo toman la iniciativa y establecen un diálogo activo con su entorno