Ser Padres

¿Sabes cuáles son los principales enemigos de la lactancia materna?

La lactancia materna no siempre es sencilla, eso es una realidad que muchas veces no se cuenta. Hablamos de los enemigos más habituales de la lactancia materna y de cómo afrontarlos y combatirlos.

Bien es sabido que la lactancia materna es la mejor forma de nutrición de los recién nacidos y que la Organización Mundial de la Salud recomienda que los bebés sean alimentados mediante lactancia materna exclusiva al menos durante los primeros seis meses de vida y, a partir de ese momento, ir introduciendo en la dieta del bebé alimentos sólidos apropiados a la edad y seguros.

Es cierto que, para muchas madres, la lactancia es una experiencia maravillosa, no solo permite dar el mejor alimento al bebé y fortalecer su sistema inmunológico, además crea un vínculo muy especial entre la madre y el bebé, una conexión y un lazo afectivo que para muchas mujeres que dan el pecho es la mejor parte de la lactancia.

Sin embargo, también hay que tener en cuenta que, a veces, tendemos a idealizar muchos aspectos que rodean la maternidad, ocultando o disminuyendo algunos aspectos negativos. Esto sucede con la lactancia, ya que en muchas ocasiones no se cuentan las dificultades que pueden presentarse a la hora de dar el pecho al bebé. Algunas de las más frecuentes es experimentar dolor en el pecho, escozor, que aparezcan grietas en el pezón, que el bebé tenga problemas para engancharse, que la mamá no produzca leche suficiente...La lactancia es un proceso que tiene sus dificultades, especialmente para las madres primerizas y los bebés pretérmino, que necesita un tiempo de adaptación entre madre e hijo y que también tiene sus aspectos menos positivos, por eso, de la mano de los expertos de Medela, vamos a repasar los enemigos más habituales de la lactancia materna y a ofrecer sencillas soluciones a los mismos.

Poca producción de leche

No producir suficiente leche para amamantar al bebé es uno de los grandes miedos de muchas madres, sobre todo si son primerizas. Hay que tener en cuenta que al principio las madres generan poca cantidad de leche materna, ya que los cambios necesarios para que se active su producción tienen lugar de forma muy lenta. Entre el segundo y el cuarto día después del parto, se considera que finalizan estos cambios y tiene lugar la subida de la leche. Esto es lo que sucede generalmente, pero no hay que pasar por alto que también puede suceder que haya madres que tengan dificultades para producir suficiente leche materna por cuestiones médicas, como por ejemplo,  haber tenido una pérdida de sangre excesiva durante el parto o que haya fragmentos retenidos de la placenta, ya que ambos factores pueden retrasar la subida de la leche. Algunos trastornos hormonales como el síndrome de ovario poliquístico, diabetes, tiroides o hipoplasia mamaria –falta de tejido glandular productor de leche en el pecho– pueden estar detrás de una producción de leche reducida.

El ritmo en el que el bebé se alimenta también afecta a la producción: en función de la demanda de pecho así es la producción. Lo habitual es que durante la primera semana tras el parto, el bebé demande pecho cada dos o tres horas. Estas frecuencias y estos ritmos de demanda son los que contribuyen al inicio y a un correcto establecimiento de la lactancia materna. 

Una buena idea para estimular la hormona oxitocina y favorecer así que se produzca la eyección de la leche es mantener un mayor contacto piel con piel con el bebé antes y después de las tomas, pero no es la única manera de aumentar la producción de leche: también ayuda amamantar al bebé a demanda y si el bebé no toma suficiente leche durante la toma, utilizar un sacaleches para mantener el suministro regular.

Demasiada producción de leche

También puede suceder lo contrario, sobre todo durante las primeras semanas tras el parto y sentir que se produce demasiada leche. Hay que tener en cuenta que entre la cuarta y sexta semana, cada vez que salga leche de los pechos los niveles de prolactina aumentan y es frecuente que los pechos se llenen rápidamente, se produzcan pérdidas de leche y que salga a chorros mientras el bebé mama. 

En estos casos es aconsejable que la madre se extraiga algo de leche de forma manual antes de cada toma para reducir la fuerza de la salida de la misma. Con una muselina o una toallita se puede limpiar la salida brusca de la leche y se puede también colocar una copa en el otro pecho para recoger cualquier pérdida.

Para que el bebé pueda controlar mejor el flujo de leche hay dos posturas de lactancia recomendadas: la posición tumbada o la posición de cuna. También es necesario dejar que el bebé descanse durante la toma y también después, de este modo digiere mejor la leche.

Pérdidas de leche

Es muy habitual que haya pérdidas de leche durante los primeros días de lactancia, sobre todo tras la subida de la leche. Suelen producirse del pecho contrario al que el bebé esté enganchado mamando, mientras la madre duerme boca abajo o incluso el llanto de otro bebé puede estimular la salida de la leche.  

Estas pérdidas suelen desaparecer a las seis semanas, pero es conveniente utilizar discos absorbentes desechables o que puedan lavarse dentro del sujetador para evitar que se manche la ropa.

Si las pérdidas son muy abundantes, otra opción es utilizar copas recolectoras de leche en el interior del sujetador, pero siempre teniendo en cuenta que solo puede utilizarse la leche que recojamos durante una toma, guardándola en un contenedor estéril. Si el bebé no se toma esa leche nada más recogerla, tenemos que guardarla en el frigorífico y solo podrá utilizarse antes de que pasen 24 horas de su extracción.

Problemas de agarre

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bebé mamando

Uno de los primeros obstáculos con los que podemos encontrarnos al iniciar la lactancia son los problemas de agarre. Algunos recién nacidos tienen problemas para engancharse al pecho y puede deberse a que el parto haya sido complicado y el bebé no se encuentre del todo bien al nacer, que el bebé sea prematuro o que los pezones de la madre sean planos o invertidos, lo que dificulta el agarre.

Si el problema de agarre se debe a que el bebé ha nacido de forma prematura, el uso de pezonera puede hacer que se alimente de forma más sencilla, ya que no son capaces de tener un patrón constante de movimiento de lengua o de vacío al mamar y con la pezonera pueden agarrarse con más facilidad.  

Si la causa de esos problemas de lactancia se debe a la forma de los pezones de la madre se puede recurrir a los formadores de pezones: se colocan en el interior del sujetador y aplican una ligera presión para que salgan hacia afuera, permitiendo la lactancia.

Mantener el contacto piel con piel y probar diferentes posturas para amamantar al bebé también ayudará a mejorar el agarre.

Dolor en los pezones

Otro problema muy habitual en la lactancia es sentir dolor en los pezones. Normalmente, los pezones aumentan de tamaño y están más sensibles durante el embarazo. Cuando el bebé nace y empieza a mamar, es habitual que la frecuencia de las tomas, la saliva, la presión y la succión provoquen dolor en los pezones.

Es habitual que la mayor sensibilidad y el dolor se produzcan tras la subida de la leche y, aunque normalmente vayan despareciendo a medida que se establece la lactancia, es muy importante prestar atención y acudir al médico si es necesario para evitar la aparición de grietas en el pecho, por ejemplo. 

Hay algunas cosas que podemos hacer para aliviar esas molestias y proteger los pezones: utilizar protectores de pezones para evitar que la ropa roce, aplicar lanolina en crema ultrapura, gotas de leche materna o usar parches de hidrogel. También debemos limpiar suavemente los pezones con algodones humedecidos en agua al acabar las tomas y dejar que se sequen al aire o secarlos con una muselina suave y que esté limpia. 

Cuando el bebé tiene problemas para agarrarse, también es frecuente que provoque mayor dolor y sensibilidad en los pezones, además de aumentar el riesgo de que se obstruyan los conductos galactóforos y aparezca la temida mastitis. Una recomendación muy importante es que el bebé, cuando mama, tenga buena parte de la zona inferior de la areola dentro de la boca, el pezón presionado contra el paladar y agarrado suavemente por debajo con su lengua.

Estos son los principales "enemigos" de la lactancia materna, pero con estos consejos, con asesoramiento profesional y con paciencia, generalmente, se les puede plantar cara. No obstante, recordamos que dar el pecho es una decisión y una opción de cada madre y es igualmente respetable dar el pecho que no darlo. Respetemos la maternidad.

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