Juegos al aire libre con el bebé, en fotos
Aun sin entender nada de nada, al bebé le encanta la naturaleza. Para disfrutar de la primavera, te proponemos algunos juegos de estimulación al aire libre.

Atrapando el sol
El sol primaveral te permitirá tener entretenido al bebé un buen rato… Dentro de casa. En la hora a la que el sol entra por tu ventana, ten preparado un espejito. Tómalo y refleja el sol en él, dirigiéndolo hacia donde quieras. Llama la atención del niño sobre la luz que recorre la habitación. Si gatea, puedes reflejar la luz en el suelo y pedirle al pequeño que la atrape, moviéndola siempre un paso por delante del niño… ¡Hasta que la atrape! Otro día puedes ponerlo en tu regazo y contarle que hemos atrapado el sol con el espejito y podemos dirigirlo donde queramos. Permítele que ponga su mano sobre la tuya y te ayude. Si ya agarra los objetos con fuerza, puedes dejarle que tome el espejito él, y ser tú quien lo acompañe con tu mano sobre la suya.

¿Hacemos un ramo? Primero cogemos las flores…
Hacer un ramo de flores, sobre todo si podemos cogerlas nosotros mismos del campo, puede convertirse en una extraordinaria aventura que nos permitirá jugar con todos los sentidos. Da un paseo por el campo con tu bebé, elige las plantas que te gustan y agáchate para cortar las escogidas (él subirá y bajará con nosotros, le parecerá apasionante y de camino desarrollará su equilibrio y la relación entre la vista y el oído). Elige algunas plantas de hojas verdes y muchas flores variadas, todas las que puedas, y dáselas a oler a la vez que le cuentas historias sobre flores, seres del bosque o sobre el ramo que haréis.

¿Hacemos un ramo? Y luego hacemos el ramo…
Una vez las tengáis todas, siéntate con él, su espalda apoyada en tu pecho, y primero selecciona tú solo las ramas de hojas verdes, mostrándole cómo lo haces. Luego selecciona con él las mejores flores para completar el ramo. Pídele que las coja si ya puede hacerlo. Observa cómo lo hace: ¿utiliza toda la mano, o solo el pulgar y el índice, a modo de pinza? ¿Te la devuelve después para que forme parte del ramo, o prefiere desmenuzarla entre sus deditos? Valora todos sus esfuerzos por señalar, agarrar las flores y soltarlas.

El agua de la fuente
Si la miras, el agua de la fuente no es dos veces igual. Pero siempre es agua fresquita en pequeñas dosis que puede darnos mucho juego. Acerca al niño a la fuente y observa su reacción: ¿Le interesa, o no le interesa en absoluto? ¿Quiere meter la mano enseguida, o se queda hipnotizado mirando o escuchando? La forma en que nuestro bebé se relaciona con cualquier objeto nos habla mucho de su carácter. Observa a tu hijo y permítele ponerse en contacto con esta pequeña fuente de agua. Ahora que hace buen tiempo, salpícalo un poco… ¿Se enfada, se asusta o se ríe? ¿Es irritable? Con cariño, juega un poco más con el agua aunque no le guste demasiado, para incrementar su tolerancia a la dificultad o al contratiempo. Jugar con agua es uno de los grandes juegos de la infancia, y le ayuda a liberar sus emociones.

Un columpio en el árbol
Elige dos árboles cerca el uno del otro, de tronco grueso. Con una soga fuerte y un cojín construye un columpio. Cuando el bebé está a punto de alcanzar el año puedes sentarlo en tu regazo y pedirle que él mismo se abrace a nuestro cuello, para meceros suavemente juntos. Hay niños que están más acostumbrados a agarrarse y otros menos, dependerá de su fuerza. En última instancia siempre puedes sujetarlo tú y no despegar los pies del suelo. Cántale tu canción favorita a la vez que te balanceas con él. El balanceo estimula la memoria y el equilibrio.

El olor de las flores
Con tu bebé en el carro o sentado en el suelo junto a ti, coge unas cuantas flores del campo. Ponte a su altura, frente a él y frótalas entre tus manos para después olerlas: “¡Qué bien huele!”, exclamas, acercando tus manos con las flores a tu hijo. Tras repetirlo varias veces y asegurarte de que ve bien cómo lo haces, dale unas flores al bebé e invítalo a hacer lo mismo: frotar las manos la una contra la otra para después olerlas. Si no sabe, ayúdale poniendo cada una de tus manos sobre las suyas y ayudándole a hacer el movimiento. Después, acerca sus manitas a tu nariz: “¡Qué bien huelen las flores!”. Nuestras exclamaciones y la sorpresa son un gran estímulo para su deseo de aprender. Prueba con otras hojas o plantas que encuentres en tu paseo: el romero, la lavanda o el pino pueden gustarle mucho.

Concierto primaveral
Acerca a tu hijo a un árbol o un arbusto para que coja una rama con cada mano. ¿Las hace chocar la una contra la otra? Cómo las utiliza nos da información sobre su momento evolutivo. Observa cómo utiliza las manos, si coge las cosas con toda la palma o utiliza los deditos de forma individual. Si puede coger y soltar, o solo coger, o solo mirar y posar la mano sobre el objeto que le ofrecemos. El lugar en el que está es perfecto, un paso previo al siguiente avance. Existe una estrecha relación entre el movimiento de las manos del bebé y el desarrollo de su inteligencia. Favorece siempre que puedas el desarrollo de su habilidad manual. Cualquier objeto de la naturaleza es perfecto para improvisar un concierto primaveral. Puedes enseñarle a hacer sonar unas piñas o cualquier otro elemento de la naturaleza, mostrándole otras formas de mover los improvisados instrumentos musicales. Los niños son unos grandes imitadores deseosos de aprender.

Un mundo en las nubes
Elige una tarde de primavera de nubes blancas para inventar con tu hijo las historias que las nubes cuentan. Es un juego que le encantará cuando ya esté a punto de cumplir el año. Con este juego despiertas su curiosidad, estimulas el lenguaje y alimentas su imaginación mediante el arte de contar historias.