Gestación planificada

Gestación planificada

Para prevenir defectos congénitos es necesario que la pareja planifique la gestación y la mujer actúe como si esperase un hijo desde antes de abandonar el método anticonceptivo.

Ha de tener presente que cuando el test da positivo ya lleva unas pocas semanas de embarazo. Y si no se ha cuidado, siguiendo todas las medidas de prevención de defectos congénitos, no habrá podido proteger al embrión en esas primeras semanas del desarrollo.

El periodo comprendido entre la fecundación y la semana octava (décima contando desde la última regla) es el que denominamos «de organogénesis», puesto que se forman todos los órganos del futuro niño (a partir de esta semana crecen y maduran).

Durante ese tiempo muchas mujeres desconocen que están embarazadas y, si no se comportan como si pudieran estarlo, tal vez mantengan contacto con sustancias perjudiciales para el desarrollo del futuro bebé. Por consiguiente, para prevenir defectos congénitos hay que cuidarse especialmente en esta primera etapa.

Pero antes es importante informarse bien de todo lo que puede evitar. Es posible reducir el riesgo de aparición de espina bífida y otros defectos del tubo neural tomando una pastilla diaria de 0,4 mg de vitamina B9 (ácido fólico) desde que se deja el método anticonceptivo hasta finalizar la semana décima cuarta contando a partir de la última regla. Se ha observado que el ácido fólico también previene las cardiopatías congénitas del futuro bebé. Por eso, la mujer que planea una gestación debe acudir a su médico para que le prescriba esta vitamina.

Además, es importante que el facultativo conozca su estado inmunológico y, siempre que sea posible, le recomiende vacunarse antes del embarazo contra aquellos agentes infecciosos (como la rubéola) para los que no esté inmunizada. También debe tener mucho cuidado si mantiene contacto con gatos; no comer carne cruda o poco cocinada; hacer una dieta sana y equilibrada (mediterránea); no tomar bebidas alcohólicas; no fumar o, al menos, no sobrepasar los diez cigarrillos diarios; acudir al médico ante cualquier problema por pequeño que parezca (preguntándole todas las dudas) y, por supuesto, no automedicarse.