Escuela de padres
Claves para calmar a tu bebé
Como padres no debemos dejar que el bebé llore desconsolado, si llora es porque nos necesita y hay que acudir para averiguar qué le pasa y ponerle remedio.

Durante los primeros meses de vida de tu hijo, el llanto es la única forma que el bebé tiene de comunicarse: es la vía para pedir ayuda cuando tiene hambre, le duele algo, está incómodo o se siente solo.
A veces, lo único que demanda el bebé son los mimos y el calor materno. Tu regazo es la cuna perfecta para sosegarle.

La causa más habitual de llanto en los lactantes es el hambre. No obstante, y aunque el bebé no tiene horarios, antes de ofrecerle el pecho hay que comprobrar que no protesta por otro motivo.
Muchos bebés lloran al caer la noche por puro cansancio, es una forma de descargar la tensión acumulada durante el día. En este caso lo más efectivo es dejar al chiquitín en penumbra, en un ambiente tranquilo y acariciarle la cara y la frente para relajarle.

Poco a poco aprenderás a distinguir las necesidades de tu hijo por la manera en que llora y descubrirás cuáles son sus manías. Pero hasta entonces, tendrás que ir probando diferentes técnicas que ayudan acalmarle.
El fular es una excelente alternativa al cangurito. La tela le rodea el cuerpo (arropado se siente protegido) y además siente tu calorcito. Al introducirle en el pañuelo ten cuidado de colocar sus piernas abiertas, y no una contra otra.

Para que funcionen los trucos, es esencial aparentar tranquilidad, pues si estás tensa el niño lo nota y llora más.
Está comprobado que los niños lloran menos si los llevamos pegados al cuerpo durante el primer año. Poniéndole en un cangurito, se balancea cuando tú camina, y escucha el familiar latido de tu corazón.

El aparato digestivo del bebé es todavía algo inmaduro y esto le provoca dolor de tripa.
Cuando el bebé llora por dolor, el primer gemido es agudo y prolongado, seguido de una larga pausa en la que el bebé aguanta la respiración y da jadeos cortos, para luego volver a gritar.
Se sentirá aliviado si le coges boca abajo y pones una mano debajo de su abdomen: en este vídeo puedes ver cómo.

Si lo que ocurre es que le cuesta echar el eructo, consecuencia de haber absorbido aire durante la toma, cógele erguido, manteniendo firme la nuca para evitar que la cabeza se le vaya hacia los lados, y apoya su tripa en tu pecho. En este vídeo encontrarás otra manera de ayudarle a expulsar los gases.

Si se muestra molesto al rato de haber comido, y estira y encoge los brazos y las piernas, lo más probable es que tenga gases.
Un masaje suave en la barriguita, en el sentido de las agujas del reloj, le ayudará a expulsarlos.