Ser Padres

Síntomas de sobreprotección

¿Todavía dices la edad de tu hijo en meses? ¿Le das de comer y le vistes de pies a cabeza? ¿Respondes tú a lo que le preguntan a él? Si tus respuestas son afirmativas, ¡atención! Puede indicar que te cuesta dejarle crecer.

Hace años se creía que la sobreprotección tenía que ver con un exceso de cariño ("No le achuches tanto, que le vas a malcriar", decían nuestras abuelas). Ahora sabemos que el afecto no solo no es malo, sino que es necesario, y que la sobreprotección, con lo que en realidad tiene que ver, es con coartar la autonomía.

Con ello nos referimos a esas conductas que están llenas de sentido cuando nuestros hijos no pueden hacer nada por sí mismos (darles de comer, vestirles...), pero que según pasan los meses y los años se convierten en inercias que, más que ayudarles, dificultan su aprendizaje.

Si lo pensamos bien, no deja de ser normal que esto suceda: ellos crecen a una velocidad de vértigo y nosotros no tenemos siempre la capacidad de cambiar nuestros esquemas en tiempo récord: nos cuesta dar con la clave para que las cosas vayan rodadas y, casi de la noche a la mañana, donde antes había un límite o una ayuda, ahora hay necesidad de libertad o supervisión en la distancia. El resultado es que, sin darnos cuenta, nos estancamos en conductas destinadas a cuidar a un bebé, cuando lo que tenemos es un niño hecho y derecho.

Dices su edad en meses

Si cuando alguien te pregunta la edad de tu hijo, después de haber cumplido los dos años, tú respondes "veintitantos meses", es que todavía no has interiorizado que ya no tienes un bebé en casa. Aunque ya sabemos que no tienen nada que ver los 25 meses con los 30 (¡en cinco meses pueden suceder cosas asombrosas!), cuando cumple los doce meses su edad debería contarse en años.

Le das de comer y le vistes de pies a cabeza

A partir de los dos años, la mayoría de los niños quiere hacer algunas de estas cosas o al menos una parte solitos. Si bien es cierto que solicitarán nuestra ayuda en numerosas ocasiones (porque no se aclara con los calcetines o porque le encanta que le demos el desayuno porque tiene sueño), otras veces somos nosotros los que, por comodidad o por las prisas, imponemos el: "Deja, que ya lo hago yo".

Decides por él cosas como 
el color de su camiseta

Muchos niños no son ni conscientes de que hay un montón de cosas sobre las que pueden elegir, sencillamente porque nunca les hemos dado ocasión para ello: el color de la bufanda, pasta o arroz, mandarina o fresas, paraguas o chubasquero, salir a dar un paseo o quedarse en casa... y así una larga lista de pequeñas decisiones que, además de contribuir a que se sientan "mayores", minimizan el riesgo de rabietas.

Respondes tú cuando le preguntan a él

Es muy común hablar por él, como cuando era un bebé y no decía más que "nene" o "agua", bien sea en tercera persona ("Tiene casi tres años"), en primera ("Sí, voy a empezar el cole dentro de poco, ¿verdad?") o en plural sociativo ("Nos gusta mucho la casa de los abuelitos, a que sí").

Le llevas en carrito
a todas partes

Aunque justo a esta edad sea un rollo salir de casa sin la silla porque se cansan enseguida y hay que cogerles en brazos a menudo, desde el momento en que los pequeños comienzan a caminar es bueno que lo hagan la mayor parte del tiempo que puedan por varios motivos: ejercitan músculos que tienen que estar tonificados para un correcto desarrollo postural y del desplazamiento, exploran su entorno de forma voluntaria y realizan un gasto energético que influirá de forma positiva en el apetito y en el sueño.

Aún no se ha hecho
 ninguna herida

No esperamos que tengan las cicatrices de Rambo, pero quien más y quien menos a estas alturas ya se ha llevado algún "obsequio" de sus correrías por el parque, en forma de chichón, rasguño o moratón. La ausencia de estas "heridas de guerra" puede indicar que somos demasiado cuidadosos con sus aventuras y que limitamos, por miedo, la posibilidad de caerse y... de levantarse.

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