Ser Padres

¡Así soy yo!

Hacia el primer cumpleaños el niño se hace una idea de sí mismo y hacia el segundo cumpleaños siente orgullo y vergüenza.

Marta Moreno

Nuestros hijos crecen rápido y antes de lo que nos podamos imaginar cumplen un añito y aunque aún nos parece un bebé muy pequeño, la verdad es que ya es capaz de hacer un montón de cosas solas, y es importante que le demos esa libertad para que puedan desarrollarse con naturalidad y tomar conciencia de sí mismos, entre otras muchas cosas.

A partir de los 12 meses: Se hace una idea de sí mismo

Tu pequeño atraviesa gateando veloz como un rayo dos sillas del salón. Se mete con cierta dificultad entre las patas en las que otras ocasiones se ha quedado atascado, pero resulta que esta vez no, algo que refleja su triunfante rostro cuando logra salir del embrollo. A continuación se pone de pie y trepa por una de las sillas. A esta edad el niño pone sus habilidades continuamente a prueba y su autoestima nace de la suma de dos factores: la valoración de los padres y la percepción de sí mismo, relacionada con sus logros.

  1. La percepción externa: como mamá que lo ha visto todo, te acercas con cara de pocos amigos porque acababas de fregar y el suelo estaba mojado... De eso tu bebé ni se ha dado cuenta, pero esa cara… sabe que algo no va bien y empieza a hacer pucheros. El niño saca una conclusión de sí mismo a partir de la imagen que los adultos que lo cuidan le devuelven de sí: ¿es valioso? (y por eso a mamá le encanta estar con él, o se ríe con sus cosas, o acude cuando la necesita)… ¿o no es valioso? ¿Lo hace bien o de hecho es malo, torpe o siempre anda haciendo algo mal?
  2. A la valoración externa se suma la percepción que va desarrollando de sí mismo, relacionada con sus logros: ¿se ha propuesto subir por la rampa del columpio y lo ha logrado? ¿Ha sorteado con éxito esas dos sillas gateando?

Todo ha de ser entendido en su justa medida. Si ante semejante acción la madre se acerca gritando “Mira lo que has hecho”con furia, el pequeño entenderá que es malo y no debe explorar. Pero si la madre se acerca y, mientras lo coge, le cuenta que es muy emocionante lo que ha logrado pero está molesta porque ahora tiene que seguir trabajando en la casa, él se entenderá a sí mismo de una forma mucho más amable. Cuando los padres son empáticos con el niño, le hablan de lo que le pasa y le dan una explicación ajustada a la situación, aprende a entenderse a sí mismo.

La mirada, todo sea dicho, es antes. La mirada de aprobación, sorpresa, asombro frente al bebé ya estaba ahí antes de que él hiciera nada. Esa mirada, la mirada de los padres, es realmente importante en la formación de la autoestima, como un espejo en el que se mira el niño: lo que ve en los ojos de los padres es lo que luego pensará de sí mismo.

Sobre los 24 meses: Empieza a sentir orgullo y vergüenza

Al final del segundo año aparecen emociones nuevas, evolución de las anteriores: el niño que, ante una madre enfadada, evitaba la o daba muestras de enfado, ahora puede sentir vergüenza. La diferencia es simple: ahora tiene conciencia de que los demás piensan algo de él.

La alegría ante un logro se convierte en orgullo (implica una valoración de sí mismo relacionada con lo que los demás piensan), y la tristeza se puede convertir en vergüenza (al juzgarse teniendo en cuenta lo que piensan los demás). Los demás están plenamente presentes.

Se llaman emociones sociomorales, y la culpa es una de ellas. El pequeño que antes observaba cómo el vaso se caía de la mesa y, como mucho, se asustaba, ahora puede sentirse culpable y, por lo tanto, iniciar acciones enfocadas a reparar lo que ha hecho. En la formación de esas emociones los padres tienen un papel fundamental, y además reflejan la importancia que "los otros" empiezan a tener en su vida.

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