Ser Padres

Enseñar a dormir desde las emociones: el sueño de los bebés

Desde que son bebés, debemos dejar a los niños despiertos en su cuna cuando tengan sueño. Los bebés asocian el hecho de dormir a la cuna, su lugar de dormir. No debemos empeñarnos en dormirles.

Cuando sienten sueño se duermen. Su lugar de dormir no son los brazos. Su sitio de dormir es la cuna y son ellos quienes concilian el sueño: ellos se duermen, no les dormimos. Cuando comprendamos que tienen sueño les acostamos en su cuna, les acariciamos, les deseamos que duerman a gusto, les sonreímos y les dejamos despiertos y tranquilos. A los pocos minutos se duermen.

Hay niños que tardan más que otros en dormirse, pero todos consiguen dormirse siguiendo su necesidad de descanso, no nuestra imposición, aunque vaya disfrazada de gestos cariñosos como acunarle o mecerle.

La cuna debe estar ubicada en su cuarto, no en el cuarto de sus padres, aunque, mientras haya que alimentarlo por la noche, la podamos trasladar. Esto sólo deberá suceder si a los padres les resulta más cómodo; no es imprescindible. El lugar ideal para el niño es su cuarto. No nos necesita para dormir.

Cuando, con actitud cariñosa, transmitimos a nuestro hijo: «Es tu hora de dormir», y le llevamos a su cuna, se habitúa a dormirse solo –no necesita que le duerman– y a dormir siempre en su cuna –no en cualquier sitio–. Si le acostumbramos a dormirse en nuestros brazos, se habitúa a que le durmamos. Los niños no necesitan que les cojamos en brazos para dormir. Necesitan estar en nuestros brazos cuando les alimentamos o cuando jugamos con ellos achuchándoles.

Necesitan nuestros brazos cuando están despiertos, pero no para dormir. Sin embargo, sí necesitan nuestra actitud cariñosa cuando les dejamos en su cuna. Si les hemos acostumbrado mal, puede que lloren las primeras veces que se quedan despiertos en su cuna sin nosotros. Con su llanto nos indican que les cuesta aceptar la novedad, pero no que no puedan lograr dormirse.

Extracto del libro “Educar a niños y niñas de 0 a 6 años”, de Maite Vallet (Ed. Wolters Kluwer).
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