Rabietas: tipos y estrategias de actuación
Rabietas, pataletas, berrinches… Da igual como las llamemos, son inevitables en el desarrollo del niño y, aunque nos desesperen, son fundamentales en su aprendizaje.
Cuando hablamos del desarrollo del niño a los dos años es inevitable hablar de las temidas rabietas que comienzan alrededor de esta edad y pueden alargarse en el tiempo algo más de lo que ningún padre desearía.
Hay distintos tipos de rabieta y deberemos actuar en consecuencia ante cada una de ellas pero lo más importante, a la hora de saber cómo reaccionar ante una pataleta, es comprender el por qué el niño está actuando de esta manera. Lo primero que hay que tener en cuenta es que no debemos tomarnos el berrinche como un ataque personal porque no lo es; las rabietas responden a una gestión de la frustración por parte del niño. Demasiadas emociones y sentimientos abruman la mente del pequeño que, incapaz aún de expresarse de otro modo, grita y llora, patalea, se enfada y se tira al suelo, puede llegar incluso a autolesionarse o a pegar a los de su alrededor. Este arranque de ira que puede que nos preocupe mucho de entrada es importante que entendamos que responde a una frustración enorme que surge de la falta de conocimiento de gestión de sus emociones y es normal, son pequeños y están aprendiendo y desarrollándose, pedirles que sepan cómo gestionarse es un imaginario imposible que solo acrecentará su frustración y la del padre.
Lo que debemos es tirar de la empatía, imagina cómo te sentirías tú si quisieras expresar que estás triste, enfadado, excitado o desesperado y no pudieras darlo a conocer de ninguna manera porque ni conoces la identificación del sentimiento, ni las palabras para manifestarlo. Sería horrible ¿no crees? Lo mismo sienten los pequeños.
Dicho esto y teniéndolo presente siempre, hay determinadas estrategias que podemos usar. Lo primero es mantenerse firme como padres, es complicado llevarlo a cabo pero si cambiamos de opinión cada vez que tiene una rabieta y cedemos a lo que sea que dice necesitar el niño entenderá que su fórmula funciona y empezará a usarla habitualmente. Para evitar que la rabieta se convierta en recurso es fundamental mantenernos en nuestra postura inicial, ya que así el hijo comprenderá que es el adulto el que controla la situación y no a la inversa. No debemos entrar al juego de las rabietas y por eso no hay que responder tampoco nunca con el enfado.
Durante una rabieta es imposible que el niño nos preste la atención necesaria para escuchar una explicación larga, lógica y razonada, por eso lo mejor es dar explicaciones cortas que nos ayudarán a evitar su enfado si se formulan al inicio de su rabieta.
Cuando vemos que no son capaces ni de terminar su propia rabieta podemos cambiar de escenario y advertirles de que solo les escucharemos cuando hablen en un tono normal y, sobre todo, entender que los niños tienen derecho a desahogarse y que, por tanto, hay que armarse de paciencia, frases como: «Pues sí que estás enfadado, avísame cuando se te pase», y acto seguido alejarse un poco de él ayudarán a hacerlo consciente de que nos preocupamos por lo que le pasa y de que no conseguirá nada poniéndose así.

Rabieta de llamada de atención
La causa de este tipo de rabieta surge de la necesidad de recibir más atención de los padres o de su voluntad por dominarlos.Para resolver este tipo de rabieta lo mejor es analizar el origen de la pataleta y atenderlo solo cuando se haya calmado. En el caso de que sospechemos de que lo que pretende es solo dominar, no habrá que atender en absoluto a sus rabietas.

Rabieta para conseguir algo
Es una de las rabietas más habituales y surge de la voluntad de querer o conseguir algo, lo mejor es no hacerle caso y cuando se calme explicarle que así no se consiguen las cosas.Aquí la mejor estrategia es la paciencia para poder afrontar el berrinche con una actitud pasiva y no dejar que la rabia del niño nos lleve al borde de la explosión, ya que eso no sirve de nada cuando la situación termina.

Rabietas para evitar algo
No quiere irse a la cama, lavarse las manos, comer la cena… Estas rabietas surgen cuando el niño no quiere hacer aquello que le imponen sus padres. Cuando esto ocurre lo mejor es usar frases del tipo “sé que ahora querrías estar leyendo un cuento pero es la hora de dormir”.

Rabietas por cansancio
¿A quién no le ha pasado? Los adultos también nos ponemos bastante insoportables cuando tenemos sueño y no conseguimos dormirnos, los niños no son diferentes. Por eso, ante esta situación lo mejor es mostrarle comprensión y ayudarlo a dormir.

Rabietas por frustración
Este tipo de rabieta tiene su origen en la sensación de frustración que experimenta el niño cuando no consigue lo que desea o lo que estaba intentando hacer. En estos casos lo mejor es que el niño note que valoramos su esfuerzo y ayudarlo a entender que no siempre somos capaces de conseguir todo lo que queremos o hacemos.