Ser Padres

Desprenderse de la etapa anterior y aceptar la nueva etapa: animar a crecer

Al nacer, el niño se desprende del útero materno, totalmente protector, asumiendo el esfuerzo que supone respirar, succionar y vivir en un ambiente completamente diferente al conocido en su vida prenatal.

Ser Padres

Pronto dejará de depender de su madre para cubrir sus necesidades vitales más básicas. El nacimiento le va a permitir independizarse de un mundo que se había vuelto demasiado limitado; necesita desprenderse de un pasado, ya superado, para continuar su crecimiento. Necesita asumir los nuevos retos para afrontar su nueva etapa.

En el parto los padres educan muy bien. Permiten al niño desprenderse de lo conocido, el útero materno, que le hacía totalmente dependiente, y aceptar lo desconocido, el mundo fuera del útero materno, donde podrá ser autónomo. Los padres no impiden que nazca tratando de prolongar el embarazo. Madre e hijo empujan juntos, aunque a los dos les cueste desprenderse. Ambos realizan el esfuerzo de desprenderse para que el hijo inicie su nueva etapa. Los padres no frenan el proceso de crecer de su hijo, aunque le suponga esfuerzo, aunque le cueste; al contrario, le impulsan a crecer, cortan el cordón umbilical.

A lo largo de la infancia, para crecer, el niño necesitará asumir constantes desprendimientos: el parto, el destete, el paso del alimento líquido al sólido, el de ser alimentado a utilizar los cubiertos; pasará de arrastrarse a gatear, de gatear a ponerse de pie, de andar a correr, saltar y trepar; de no controlar sus esfínteres a controlarlos; de ser bañado y vestido a bañarse y vestirse; de vivir en un entorno familiar conocido a asistir diariamente a un centro escolar…

Nuestro hijo podrá disfrutar las ventajas de la nueva etapa, de los nuevos aprendizajes, si asume los diferentes desprendimientos, si asume el esfuerzo que supone desprenderse de lo conocido y afronta lo desconocido.

Muchos padres, cuando comprueban que a sus hijos les resulta costoso dar pasos hacia su autonomía, evitan que se esfuerce, evitando también el disfrute de los nuevos aprendizajes. «Ya puedo», «Yo solo», dirá el niño, orgullosísimo de ser capaz de comer y de vestirse solo, de no hacerse pis, de ordenar sus juguetes. El esfuerzo del desprendimiento es fundamental para poder crecer.

Aunque, en ocasiones, el ser humano pueda desprenderse sin realizar grandes esfuerzos, en la mayoría de los casos le cuesta. Sin embargo, desprenderse no conlleva sólo esfuerzo, implica también satisfacción. La satisfacción de lograr algo que sólo podrá alcanzar si asume el esfuerzo.

Las personas que educan al niño deberían animarle a crecer en lugar de frenar su desarrollo «para que no sufra». Le animamos a crecer cuando le enseñamos a desprenderse de nosotros, cuando aprende a ser autónomo.

Extracto del libro “Educar a niños y niñas de 0 a 6 años”, de Maite Vallet (Ed. Wolters Kluwer).

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