El juego: un asunto serio
Resulta casi imposible pensar en la niñez y en el juego como elementos separados.
Aunque muchos saben que jugar es parte esencial de la niñez, con frecuencia entendemos el juego como algo poco serio, como un asunto de niños. Sin embargo, cuando nos encontramos con un niño que no le gusta jugar, nos saltan las alarmas. ¿Te has preguntado por qué?
El juego es el lenguaje del niño. Es su forma de comunicarse, de expresar emociones y de compartir experiencias con los demás. A medida que el niño crezca la palabra irá tomando lugar, pero por mucho tiempo será el juego quien predomine como medio de expresión.
A través del juego los niños exploran el mundo exterior, que les resulta tan novedoso, a la vez que crean su mundo interior y van construyéndose una idea de quienes son. Además, aunque puede parecer obvio, pero no por eso menos importante, ¡el juego produce mucho placer y diversión!
Pongamos un ejemplo. Una niña pequeña ha ingresado al hospital y deben pincharla para hacer unas analíticas. La niña llora y se resiste. Al cabo de un rato se acerca una enfermera y le pide a la niña que pinche a un osito de peluche que se ha enfermado y que hay que ponerle la medicina. "¡Ay! Le ha dolido un poco, pero ya se le ha pasado" dice. La enfermera le cuenta a la niña que el osito se ha puesto bueno y que ahora podrá volver al salón junto con otros juguetes. La niña, convencida, vuelve a mirar la bandeja donde está la aguja. Ve y piensa en el osito al que acaba de curar con sus propias manos y luce un poco más tranquila. Parece que ya está lista para su analítica.
El
Cuando vemos el juego como un lenguaje, comprendemos también la importancia que tiene para los niños a la hora de relacionarse con los demás. Jugar es también el medio para conocer a sus pares y para darse a conocer. Si observas desde la distancia a los niño jugando en el parque, verás que incluso antes de que siquiera se dirijan la palabra ya se han pasado un cubo o se han tirado una pelota, han empezado a relacionarse. Incluso sin hablar el mismo idioma, muchos niños pueden pasar horas jugando y disfrutando. Esto es lo natural para ellos, porque es la manera más cómoda que tienen para acercarse a otros.

El juego: un asunto serio
Pero el juego no solo es el lenguaje que utilizan los niños entre ellos, también es la manera en que se comunican contigo desde que son muy pequeñitos. A veces, como padres, no encontramos la forma de explicar algo a nuestros peques, o no entendemos qué les sucede en un momento particular. Aunque lleves años sin jugar, el juego puede ser tu gran aliado para
comunicarte con tu hijo. A continuación, te dejamos algunas ideas de cómo puedes hacer esto:
1. Acepta a tu peque como es, aún cuando no compartas sus gustos e intereses. Si tu hijo siente que lo cuestionas o desapruebas cada vez que elije un juguete, o cada vez que te cuenta sobre un juego que ha inventado en el parque, su capacidad para jugar se puede ir inhibiendo. Aunque lo hablaremos con detalle en otro momento, jugar es también crear. Y para crear e inventar es necesario que el niño sienta que puede expresar sus ideas libremente y de una forma original.
2. Haz hablar a sus personajes o a su dibujo. Cuando esté jugando, invítalo a contarte lo que está pasando. Si te animas, habla o hazle preguntas con la voz de alguno de los personajes del juego. Pero también déjalo hablar, escucha a tu peque, no es momento de lecciones. Cuando dibuje, pídele que te cuente una historia sobre su obra. Si esto se le hace difícil, guíalo con algunas preguntas. Ya verás cómo tu hijo podrá comunicarse contigo de un forma más cómoda y abierta que cuando le preguntamos directamente por cosas que queremos saber.
3. Permite que tu hijo se exprese sin temor a ser castigado. Un niño que se siente cuestionado o juzgado por quienes más lo quieren difícilmente podrá jugar, expresar y compartir algo de su mundo interior. Si lo primero en lo que piensas es en lo caótico que esto puede resultar, indícale las veces que haga falta, cuáles son los momentos y espacios donde expresarse libremente.
4. No te cierres al tipo de juego. Hay muchísimas formas de jugar y todas son válidas. Cada niño tendrá sus preferencias: el juego libre y sin instructivo, los clásicos juegos de mesa, el juego individual o el juego en grupo. Mientras algunos prefieren jugar al aire libre, otros lo hacen con juguetes. Si están más creativos le darán usos nuevos a objetos cotidianos y los convertirán en naves espaciales o castillos. El dibujo, el juego con música, o cualquier actividad en que tu hijo esté creando, haciendo, comunicando y especialmente, disfrutando, es válida.
No olvides que el juego es el primer lenguaje del niño y el que le va a permitir acercarse, ordenar y entender el mundo que le rodea. Al mismo tiempo, ten presente que el juego es una ventana que te permite a ti acercarte a su mundo interior y conocerlo. ¡A que el juego se trata de un asunto muy serio!
Escrito por Patricia Pizzolante, psicóloga y psicoterapeuta en www.senspsicologia.com