Ser Padres

¡No se pega! Cómo enseñar a mi hijo a no pegar

Te has preguntado alguna vez eso de: '¿Cómo enseñar a mi hijo a no pegar?' Te explicamos qué decir y, sobre todo, qué no decir al niño si coge la 'mala costumbre' de pegar a otros niños o a los adultos.

"Para que los niños no peguen, no hay que pegar, jamás", así de contundente es la experta en Educación Respetuosa Tania García. "Ni palmadita en la mano, ni cachete en el culo, ni tirón de orejas, ni otras muchas maneras arcaicas y crueles, con las que lo único que enseñamos es a  que nuestros hijos integren que pegar es lícito para relacionarse, porque lo ven como algo natural para resolver conflictos y expresar emociones. Tu EJEMPLO lo es todo."

Entre los 3 y 5 años muchos niños reaccionan pegando o mordiendo ante la frustración o a la negativa de otros niños o padres. Estas situaciones ocurren en la escuela, en casa o en la calle. Suelen aparecer en momentos en los que, por ejemplo, se disputan objetos (juguetes, columpio...) junto con frases como '¡Es mío!' o en situaciones de juego en las que no se respetan los turnos o se desea ser el primero, el asiento que tiene el otro...

Ante todo, no debemos reaccionar de manera desproporcionada, pegar puede ser normal, y por ello, no tiene que convertirse en una agresividad y violencia adulta. Pero su rápida actuación debe ser lo antes posible.

Como nos explica la asesora familiar Tania García y autora de Guía para madres y padres imperfectos que entienden que sus hijos: "La agresividad nunca va a erradicarse con más agresividad. Muchos padres se preocupan cuando sus hijos pegan a sus hermanos, compañeros de colegio e incluso a ellos. Ante todo, hay que mantener la calma y tener en cuenta que “pegar” forma parte de una etapa por la que todos los niños pasan. Una fase en la que cuando se frustran, pegan, lanzan patadas, se estiran del pelo… esto no es más que una manera de exteriorizar su emoción, normalmente, una frustración que están sintiendo y para la que necesitan acompañamiento y comprensión".

Consecuencias de que un niño pegue

"No obstante, hay que enseñar siempre que hacer o hacerse daño, -recalca Tania García de Edurespeta- nunca es una buena vía para exteriorizar las emociones. Que la frustración es normal, pero hay que saber qué hacer con ella, cómo calmarla, y cómo expresarla, sin dañar".

En muchas ocasiones, la primera consecuencia de que los niños peguen es un daño físico a los otros niños, que en el caso de los mordiscos puede requerir una cura y dejar cicatriz. La segunda consecuencia es importantísima ya que suelen aprender una forma inadecuada de resolver situaciones conflictivas y competitivas.

Si esta actitud continúa, puede causarle hasta problemas sociales al niño como rechazo por los otros niños que procuraren evitarlo.

Cómo actuar cuando pega

"Lo mejor que podemos hacer como padres y profesores para enseñar a los niños a erradicar la violencia en la expresión de sus emociones y en el día a día, es, precisamente, dar ejemplo. No podemos pretender que tengan autocontrol si nosotros no lo tenemos. Por lo tanto, hay que trabajar diariamente en el reconocimiento de las emociones adultas y en la buena gestión de las mismas", como nos explica Tania García de Edurespeta.

¿Y cómo podemos enseñarle a no pegar? Otros psicólogos consultados nos animan a que desde las primeras ocasiones que ocurra decirle de manera muy contundente, pero siempre de forma respetuosa, y sin gritar: “¡No se muerde!” o “¡No se pega!”. Si el niño ya entiende el lenguaje explicarle con claridad que esa conducta es inaceptable. Otra medida que podemos adoptar cuando nuestro hijo pega o muerde a otro niño es enseñar alternativas a esa conducta. De una manera tranquila le enseñaremos cómo debe reaccionar a las situaciones en las que suele morder. Por ejemplo: “Si quieres montarte en el columpio, dile al niño que un ratito cada uno. Si no quiere se lo dices a mamá/papá”.

Qué medidas podemos adoptar

Cuando muerda o pegue tu hijo puedes adoptar alguna de las siguientes medidas, según explica Jesús Jarque García, pedagogo y orientador. La primera medida que recomienda es retirarlo de la actividad a un lugar apartado y aburrido, pero controlado, (por ejemplo, en una silla en un rincón). Allí permanecerá tantos minutos como años tenga (Si tiene 3 años, 3 minutos). Si se mueve del lugar, lo penalizaremos con un minuto más, hasta dos penalizaciones máximo.Si es necesario, permanecer junto a él para que lo cumpla.

Si muerde o pega debemos animarle a pedir perdón al agredido.

Una manera de enseñarle a compartir sin obligar -nos cuenta Jesús Jarque García- es proponerle que le preste un juguete (o una película) que le guste al otro niño durante unos días. De esta manera, aprenderá que su conducta también tiene un coste. Otra medida que recomiendan algunos psicólogos es retirarle temporalmente de alguna actividad o de algún objeto. Por ejemplo, una tarde sin dibujos animados. La retirada temporal, no puede superar los 2 días, aunque el tiempo ideal es una tarde o una jornada.

Es muy importante el acompañamiento y reflexión, como cuenta Tania García, "cuando tu hijo te pegue o insulte, normalmente guiado por una frustración, no te dejes llevar por tu ira y por el ego adulto, y reflexiona. Piensa qué le pasa, por qué le pasa y reflexiona sobre si realmente el motivo por el que está pasando por eso está justificado y sopesado. En el caso de que fuera así, entonces sólo queda acompañar. Rebajarse a su altura, mirarle a los ojos, utilizar un buen tono y un buen gesto y decirle que comprendemos su enfado, que en su caso estaríamos igual, pero que no nos haga daño ni nos insulte, que nos pone tristes y que nos causa dolor. Poco a poco, con una buena reacción por nuestra parte, irán integrando una manera de “estallar” más pausada".

Refuerzo positivo

Es importante elogiar todas las situaciones que el niño resuelva sin morder o pegar. Al principio felicitar por los intentos de mejora.

Enseñarle a repetir en su interior: “se muerden los alimentos, a las personas no”; “A los niños no se le pega”....

En ocasiones, los niños que pegan tienen asociado un ambiente familiar con alto nivel de estrés, donde abundan gritos y, prisas. Serenar el ambiente puede facilitar la mejora del niño.

Si las medidas anteriores se han aplicado correctamente y no mejoran significativamente la conducta en un plazo de un mes (sobre todo la de morder), sería conveniente consultar a un especialista.

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