Ser Padres

¿Problemas de disciplina en casa? ¡Soluciónalos con una buena rutina!

La palabra disciplina está muy desprestigiada. Cuando la oímos, nos imaginamos a una madre o un padre con maneras militares, dando órdenes severas, hablando a gritos, castigando y pegando. 6 grandes consejos que os ayudarán.

Últimamente, en lugar de disciplina se usa el término “límites” que parece más amable y menos violento. A mí en cambio me gusta hablar de disciplina. Disciplinar a alguien es enseñarle, instruirle, mostrarle el camino. Ayudarle a respetar el orden de la comunidad en la que está. Es lograr que aprenda a controlarse a sí mismo y a seguir normas que sean buenas para él y para las personas con las que convive.

La disciplina es importantísima porque nos ayuda a manejarnos en la vida, a conseguir nuestros objetivos, a convivir, a esforzarnos y a superar nuestros propios límites y obstáculos.

Pero, ¿es posible disciplinar a alguien sin usar gritos, castigos ni amenazas? ¡Por supuesto! No solo es posible sino que es la única manera de que el niño sea disciplinado de verdad, es decir, que haga las cosas bien por deseo propio, y no por temor al castigo de los padres. Es la única manera de que interiorice normas que son buenas para él, y que sea capaz de seguir respetando esas normas (u otras que las sustituyan) cuando sea mayor.

6 trucos para lograr que te obedezcan (y se acaben los gritos)

Muchas de las familias de las que soy mentora vienen con el mismo problema: “Mi hijo de 3 años no obedece nada”. “Mi niña de 5 no hace lo que le digo”. Cuando les pregunto cuáles son las cosas que no hacen o por qué no obedecen, me encuentro con respuestas similares: nunca quiere ponerse el pijama, no recoge la mesa… Y el conflicto más común: apagar la tele (o el iPad, ordenador…) es siempre una batalla. Son situaciones que se repiten todos los días, para las que hay solución:

1. Ten una rutina muy firme y consistente. Si tu hija o hijo tiene unos ritmos diarios muy marcados, si todos sus martes son iguales (mismos horarios, mismos cuidadores, mismas actividades), entenderá mejor la cadena de actividades del día.

Por supuesto esta rutina podrá cambiar en casos excepcionales, pero estos deberían ser los menos posible.

Si el problema es que tus hijos no recogen los juguetes, reserva un rato cada día para esta actividad. Diez minutos antes de la cena, por ejemplo, todo el mundo para lo que esté haciendo para recoger. Hasta que los juguetes no estén en su sitio no empezaréis la cena. Así, todos los días hasta que recoger sea algo natural.

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2. Si algo no funciona, cambia la rutina. A veces es necesario cambiar la rutina, porque la que tienes no funciona. Si a tu hijo le cuesta ponerse el pijama, tal vez es porque está demasiado cansada cuando llega la hora de acostarse. ¿Por qué no ponérselo cuando vuelve del colegio y todavía tiene fuerzas? ¿O justo antes de la cena? Identifica qué es lo que no funciona e introduce los cambios que consideres. Una vez que hayas encontrado una fórmula que funciona, ¡no la sueltes! Repite la nueva rutina todos los días.

3. Haz un calendario. Hacer un calendario con los ritmos del día y la semana es una herramienta muy útil. Si tú respetas lo que hay en el calendario, tus hijos lo harán. Cuantas menos cosas haya, mejor, porque será más fácil de visualizar. Así que pon en él solo las cosas que tus hijos tienen que interiorizar, lo que todavía no hacen de manera natural todos los días.

Es importante que el calendario sea atractivo (puedes usar lápices de colores para hacerlo), sencillo y fácil de entender. Con niños pequeños es mejor hacer dibujos en lugar de escribir palabras. Ponlo en un lugar visible, como la puerta del frigorífico, y consúltalo con tus hijos siempre que sea necesario.

Los calendarios funcionan muy bien para el uso de pantallas. Tus hijos siempre quieren un poco más (normal: son adictivas, como probablemente tú misma has comprobado). Todos los días negociáis “un poquito más” y termináis peleando. Te recomiendo que hagas un calendario de la semana donde aparezca el tiempo que les permites cada día. Y que pongas esta norma: 10 minutos antes de que termine tu tiempo, te voy a avisar. Tienes 10 minutos para terminar el vídeo que estés viendo (o el nivel del juego). En esos 10 minutos ya NO puedes empezar a ver un vídeo nuevo, ni un nivel nuevo del video juego. Son 10 minutos para terminar, no para empezar.

De esta manera conseguirás que, cuando llegue la hora que habéis marcado, no estén en medio de una partida o vídeo y les resulte muy frustrante parar.

4. Marca los ritmos con canciones o juegos. En lugar de decir: “María, lávate los dientes” prueba a cantar una canción muy sencilla, siempre la misma y siempre en el mismo momento del día. Podría ser así: “Ahora nos vamos a lavar los dientes, sí sí sí, nos los lavamos muy bien”. Cuando llegue el momento de lavárselos, dejas lo que estés haciendo y te vas hacia el baño cantando la canción, puedes dar la mano a tus hijos y vais todos juntos.

5. No hables de los niños, habla de la acción que esperas que hagan. En lugar de decir: “Ana y Luis, recoged la mesa ahora mismo”, prueba algo así: “Los platos no se quedan en la mesa mientras jugamos. Los platos se recogen nada más terminar de comer.”

6. Algunas veces no te harán caso. En esas situaciones, lo mejor es decir: “Hasta que no esté la mesa recogida, no tienes permiso para jugar”. Y ser firme para que aprendan que todos los días tendrán que hacerlo así.

Lo bueno de la rutina es que al cabo de no mucho tiempo los niños saben qué esperar del día, qué hay que hacer después y dejan de cuestionarlo. La vida será mucho fácil para ellos, ¡e inmensamente más fácil para ti!

Artículo escrito por Amaya de Miguel, presidenta del Paraíso del Buen Rollo. Ayuda a madres y padres a educar en calma ¡porque mola más! Atiende online a padres en sesiones individuales, e imparte cursos y charlas online (¡muchas gratis!) sobre educación en calma, peleas entre hermanos, gestión de las emociones y lo que se tercie. Puedes conocerla más en Relájate y educa, en su Facebook o Youtube.

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