El embarazo no es una enfermedad, pero hay que cuidarse
Hay quien se tira en paracaídas durante el embarazo y también quien no sale de casa, por miedo a resfriarse. No siempre damos a la primera con ese punto medio entre cuidarnos y seguir haciendo una vida normal.
Aunque tengamos náuseas, cansancio, dolor de espalda, aunque no lo parezca estamos sanas. El cuerpo se encuentra al límite, a veces con síntomas muy incómodos que nos exigen más descanso, pero no está enfermo sino todo lo contrario: se está poniendo a punto. Las náuseas del principio suelen implicar un ajuste a las nuevas necesidades de glucosa. La ciática del final suele estar relacionada con los cambios en las articulaciones, que se vuelven más elásticas de cara al parto. En resumen, estamos sanas. Pero hay que cuidarse
Imaginemos que vamos a participar en una gran competición: el que se prepara no está enfermo sino muy sano; y se cuida para dar lo mejor de sí. Cuida su alimentación, su postura, su descanso, se entrena diariamente. El embarazo es un estado realmente excepcional y el cuerpo realiza un esfuerzo para adaptarse; merece la pena prestarle atención.
Cuando hablamos de cuidados no nos referimos a una penitencia sino justo a eso que estamos deseando: bajar un poco el ritmo, dedicarnos más tiempo, ofrecernos lo mejor. “El embarazo es la gran oportunidad de fomentar un estado de vida saludable, más pleno”, apunta la matrona Sofía Moreno. Si nuestros hábitos han sido buenos, no tendremos que hacer apenas cambios.
Descanso
El cuerpo de la mujer embarazada en reposo trabaja más que el de la mujer no embarazada que hace algún ejercicio, sobre todo en el primer trimestre (cuando se forman el feto y la placenta) y en el tercero (en el que necesitamos más oxígeno). “En el primer trimestre el cuerpo de la mujer hace un trabajo similar al de subir al Everest”, ejemplifica María González, profesora de técnicas corporales y yoga para embarazadas. ¡Y así nos sentimos algunas! Así que claro que hay que buscar uno, dos, tres ratos al día para descansar. Si no pueden ser largos, pues cortos. Entre 5 y 15 minutos de relajación pueden reponernos más que una larga siesta. Y podemos sacar 5 minutos varias veces al día. Ha llegado el momento de aprender técnicas de relajación profunda (que optimizan el descanso), o simplemente de entregarnos a “la cabezada”.
Trabajo
Podemos trabajar durante el embarazo, y lo hacemos. Pero además de estar más cansadas (y necesitar bajar el ritmo) el estado de buena esperanza nos enfrenta a cuestiones que hemos conseguido sortear hasta ahora: quizá trabajábamos 8 horas de pie, horas extra a destajo, en un departamento demasiado estresante o tóxico. Nuestra nueva situación, pensar en esa otra persona, nos hace tomar conciencia y adoptar decisiones que nos benefician a todos. La ley, normalmente, nos apoya. Podemos consultar nuestra situación en la guía de riesgos laborales durante el embarazo publicada por la Junta de Andalucía.
Pero el principal enemigo no suele estar fuera sino dentro. El “qué dirán” nos frena a la hora de pedir mejoras, cambios de departamento o exigir cumplir con nuestro horario de trabajo (no más). Queremos que nadie piense que por estar embarazadas rendimos menos, vayamos a darle la razón a los que consideran que una mujer en edad fértil no es rentable. Pero llegó el momento de sacudirse el complejo de igualdad: no somos iguales. Y es responsabilidad de todos (no sólo nuestra, también de la sociedad) proteger al bebé que traemos. Exigir nuestros derechos es no sólo una necesidad personal, también social.
Coger peso
Debido a que las articulaciones son más sensibles (y, por ejemplo, es más fácil que se produzca un pinzamiento), y debido a que sostener peso implica los músculos abdominales, estamos exentas durante el embarazo de coger peso. Evitarlo es una forma de cuidarnos. Pero no se trata de una ley según la cual podemos coger hasta x kilos con seguridad y el resto son problemáticos. Se trata más bien de evitar todo el peso que podamos evitar. “Si una mujer tiene una hija de dos años que pesa 12 kilos la va a coger porque la necesidad de contacto entre ambas es real; pero no es lo mismo coger a tu hija en brazos que una bombona de 7 kilos que te parte los riñones”, ejemplifica la matrona Sofía Moreno. Coger a nuestra hija no implica que ahora podamos coger hasta 12 kilos. Ella nos resultará más liviana e inofensiva que dos bolsas de la compra. Debemos, eso sí, buscar la forma más cómoda de coger a la niña. Y a un voluntario para la compra.
Ejercicio
También en el área del ejercicio físico estamos a veces confusas. Y es que durante mucho tiempo se consideró a la mujer embarazada “pseudoenferma para la actividad física”, nos recuerda el doctor en Ciencias de la Actividad Física Rubén Barakat. Después, con la moda del aerobic, cruzamos al extremo opuesto “y se incluyó a la mujer en prácticas peligrosas durante el embarazo”, recuerda. ¿Cuál es el punto medio? En un embarazo sano, sin contraindicaciones obstétricas, Rubén Barakat recomienda las siguientes actividades:
¿Qué debemos evitar? Por supuesto todos los deportes que impliquen golpes, como las artes marciales. También “correr, saltar y realizar sobreesfuerzos”. ¿Quiere decir esto que no podemos usar pesas? No. Se pueden hacer ejercicios con pesas pero con cargas leves.
Una idea debe quedarnos clara: el ejercicio, bien planteado, es muy beneficioso para el embarazo.
Comer y beber
Sabemos que hay alimentos claramente contraindicados en el embarazo, como es el alcohol. Y que con otros debemos tener cuidado, como es el caso de los ahumados, las carnes o pescados poco hechos, es decir la proteína de animal que puede quedar cruda. Sin embargo la mujer embarazada puede comer prácticamente lo mismo que cualquier otra persona y la diferencia fundamental no está en el tipo de alimentos sino en su uso.
Y es que el embarazo es uno de esos momentos en los que más conciencia tomamos respecto a nuestra alimentación. “Es la gran motivación para empezar a alimentarnos realmente bien”, recuerda la matrona Sofía Moreno. No hablamos de dieta, sino de calidad: equilibrio en las comidas (cinco al día, para mantener la glucosa constante), con abundantes frutas y verduras, proteínas de calidad o biológicas, exquisitos cereales consumidos lentamente para favorecer la digestión... Y abandonar cualquier mal hábito relacionado con la comida rápida, grasa o carente de nutrientes.
Viajar
A la hora de viajar nos encontraremos con límites objetivos y límites subjetivos: debemos respetarlos todos. “Es el momento de escuchar al cuerpo”, recuerda la matrona.
Límites subjetivos: ¿Puede una embarazada realizar un viaje de 12 horas en coche? Sí. Pero ¿está al final del embarazo? ¿Cómo anda su espalda? ¿Se le hinchan las piernas? Es la propia mujer la que nota cuándo ha llegado el momento de parar. “Viajé mucho durante todo el embarazo, pero llegó un momento en que sólo imaginar un viaje en coche de 40 minutos me agobiaba”, recuerda Yolanda. Si seguimos viajando al final del embarazo debemos llevar siempre encima nuestra cartilla, realizar muchas paradas para estirar las piernas y beber líquido.
Los límites objetivos: No nos dejarán subir en un avión más allá de la semana 34. Es la forma en que las compañías aéreas nos protegen (y se protegen) de la posibilidad de que se desencadene un parto en el aire. Tampoco el embarazo es época de probar vacunas, ya que hay poca experiencia de los efectos de las vacunas en las mujeres embarazadas. Por ello es mejor olvidarnos de viajar a zonas exóticas que requieran de vacunas nuevas. En el portal sanitario de la Región de Murcia encontraremos las vacunas que se pueden o no poner durante el embarazo cuando uno se plantea un viaje internacional.