Ser Padres

Madres tras un cáncer de mama

Los duros tratamientos que curan esta enfermedad pueden afectar a la fertilidad. Pero eso no significa (en absoluto) decir adiós a un embarazo deseado. Victoria y Silvia son solo dos ejemplos de que la maternidad SÍ es posible.

El 19 de octubre se celebra el Día contra el Cáncer de mama, una lucha que conocen bien Virginia y Silvia. Son los rostros visibles de los 26.000 casos que se diagnostican cada año en España, dos ejemplos de que la mejora de los tratamientos y su detección precoz han logrado que sea el tumor con más alto índice de curación (según la Asociación Española contra el Cáncer, cada año se incrementa la supervivencia un 1,4%).

Valentina es mi milagro, mi sueño hecho realidad

Valentina reclama la atención de Silvia, su mamá, mientras ella explica con una serenidad increíble cómo vivió el diagnóstico y tratamiento de su cáncer de mama. Además, cuenta pletórica lo afortunada que es al tener a su niña. Pide un receso en la charla para coger a su bebé, "su milagro", de tan solo un mes de vida, y acomodarla en su regazo mientras le susurra lo mucho que la quiere. En solo un momento se queda dormida, y Silvia comienza a hablar de aquel día hace ya seis años cuando descubrió un bulto en su pecho derecho. Aunque le aseguraban que no tenía importancia, un pálpito interno le decía que debía insistir para hacerse las pruebas. Por desgracia, los temores se confirmaron: era cáncer.

"La eficacia de las técnicas de imagen es menor en una mujer joven y, en muchos casos (como le sucedió a Silvia) es la aparición de un bulto, la depresión de la piel o los cambios de color, los que alertan sobre la aparición de la enfermedad. El diagnóstico requiere la alerta de la propia paciente y de los médicos a los que acuda", comenta el Dr. Rafael Fábregas Xaudaró, consultor de Ginecología Oncológica y Mamaria del centro Salud de la Mujer Dexeus.

"Estaba totalmente traumatizada y solo pensaba en cómo darle la noticia a mi padre y a mis abuelos, que vivían en mi casa desde la muerte de mi madre un año antes. Por suerte, a la mañana siguiente conocí a mi ginecólogo, el Dr. Martí, y me mostró la luz".

La confianza con el médico es fundamental a la hora de afrontar un diagnóstico tan duro, sobre todo teniendo en cuenta que, como afirma Silvia, "uno asocia cáncer con muerte". Pero el avance en los tratamientos y las técnicas de diagnóstico precoz han logrado que en España la supervivencia global a los 5 años del diagnóstico de este tumor sea del 82,8%. "Tras contarme claramente lo que había y qué íbamos a hacer me dijo muy seriamente que no le mirase con esa cara porque de esta no me iba a morir. Y lo cumplió".

Pero esta mamá orgullosa asegura deberle aún mucho más: a su hija. "Me preguntó si era madre o pensaba serlo. De ser así, debía tomar algunas medidas para preservar mi fertilidad antes del tratamiento contra el cáncer. Segundo shock. Siempre tuve claro que quería hijos pero llevaba poco tiempo con Paco, mi pareja. Habíamos pensado en tener un niño porque yo ya había cumplido 37 años... ¡Pero debíamos decidirlo ya! Si no llega a ser por el doctor, no hubiera pensado en ser madre con una enfermedad tan grave. Solo quería curarme. Necesitas un médico con experiencia que se anticipe a tus necesidades".

Según la Asociación Española contra el Cáncer, en las últimas décadas ha aumentado la incidencia de este tumor en mujeres menores de 50 años. Si se cumple la previsión, en el 2015 habrían aparecido 26.282 casos en España, de los que 3.942 mujeres tendrían menos de 40 años. Teniendo en cuenta que por causas sociales cada vez se retrasa más la maternidad, la fertilidad se convierte en un tema importante para todas aquellas mujeres jóvenes que quieren tener hijos una vez superada la enfermedad. "El tumor en la mujer joven suele ser mas agresivo y en consecuencia suele requerir tratamientos más potentes, como la quimioterapia y la radioterapia. Estos actúan destruyendo las células activas (como los óvulos). Por eso, aunque algunas mujeres han podido quedarse embarazadas de manera natural, lo habitual es que la fertilidad quede mermada", explica el doctor Rafael Fàbregas.

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Soy una feliz mamá más

"Paco estuvo de acuerdo conmigo y nos lanzamos a la aventura. No podía retrasar mi tratamiento pero sí se podía compaginar. Me extirparon el tumor mientras seguía con el tratamiento hormonal y me extrajeron los ovocitos y el tejido ovárico antes de comenzar con la quimioterapia y la radioterapia. Con el programa de Preservación de la Fertilidad de IVI se quedarían congelados hasta que pudiera quedarme embarazada".

Eso ocurriría cinco años más tarde del diagnóstico, después de que el oncólogo diera por curado su cáncer. Así que cuando al segundo intento el test de embarazo dio positivo "¡no me lo podía creer! Aún hoy, con mi pequeña Valentina en brazos, creo que vivo un sueño. Incluso miro su cuna en mitad de la noche y pienso que no puede ser real".

Silvia vive su maternidad como una madre más, con los mismos temores y alegrías. Según ella misma reconoce, la enfermedad ha quedado atrás (con sus revisiones anuales). En el recuerdo, también, ese miedo a que su pequeño milagro de vida se malograra, en ir paso a paso en su vida. "Mi padre, siempre a mi lado, solía acompañarme a la ecografía semanal, pues suponía un gran alivio para él comprobar que todo iba bien. Para mí, cada una de estas revisiones era un chute de optimismo que duraba cuatro días, hasta que otra vez me asaltaba el temor a que mi bebé no llegara a nacer. Intentaba vivir semana a semana, muy ilusionada, pero preparada psicológicamente por si lo perdía. Era una posibilidad: había conseguido superar la primera fase (curarme del cáncer), la segunda (quedarme embarazada) y ser madre era un regalo añadido y como tal lo veía", reflexiona Silvia.

Sin embargo, aunque su embarazo fue de riesgo, "el parto fue vaginal y rápido. Mi niña nació el 29 de junio sana y grande". Y como colofón a este año increíble, Paco y ella se casarán el 19 de noviembre. Felicidades a una pareja que ha demostrado que –como reconoce Silvia– "con amor y fortaleza uno siente que es capaz de superar cualquier cosa".

La llamé Victoria porque es un triunfo de la vida y la ciencia

Quizás suene a eslogan, pero Victoria es el nombre de la mamá y de su hija, porque para esta mujer joven llena de vitalidad "su bebé es una victoria de la vida y la ciencia".

Tenía solo 32 años y llevaba seis meses casada cuando le confirmaron que ese bulto extraño que había notado en su pecho era maligno. Según ella misma reconoce, a partir de ahí, toda su vida se precipitó. "Cuando el doctor Fàbregas, mi ginecólogo, me planteó que debíamos decidir si queríamos ser padres en ese mismo momento, el instinto maternal ante la posibilidad de no poder tener hijos se despertó en mí de inmediato. Me apunté al Programa de Preservación de la Fertilidad de la Fundación Santiago Dexeus. A las dos semanas del diagnóstico me operaron para extirparme el tumor y al día siguiente comencé con el tratamiento para generar más óvulos".

El Dr. Javier Domingo, director de IVI Las Palmas y Coordinador del Programa de Preservación de la Fertilidad por motivos oncológicos de IVI, señala la importancia de "valorar la posibilidad de vitrificar los ovocitos en el momento en que se realiza el diagnóstico, ya que el factor tiempo es importante para no retrasar el inicio de la quimioterapia. De ahí que sea el médico el que tiene que informar a la paciente de las posibles consecuencias de los tratamientos oncológicas sobre la fertilidad y la posibilidad de llevarlo a cabo, en coordinación con el oncólogo".

Victoria reconoce que esas fueron unas Navidades intensas y muy duras: "Recuerdo estar sentada con mi madre en la sala de espera de la clínica el día 1 de enero, en mi control casi diario, para comprobar mi volumen de óvulos. Los extrajeron en cuanto se presentó una buena oportunidad".

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Gestación sin riesgo y parto vaginal

Congelados los ovocitos se enfrentó a seis meses de quimioterapia, después la radioterapia y otro año más con tratamiento antitumoral en pastillas. Esperó cinco años (el tiempo recomendado de índice de redición) para comenzar la segunda parte del tratamiento de fertilidad. "Me implantaron los ovocitos en mi primera fase de ovulación natural. Diez días después me confirmaron que un bebé crecía ya dentro de mí", comenta Victoria.

Pero la diferencia entre Victoria y otras mamás terminó ahí, en la fecundación. Porque desde que la prueba de embarazo dio positivo, todo transcurrió sin sobresaltos, con el seguimiento normal de una gestación sin riesgo. La pequeña Victoria nació en julio de 2015 perfecta, por parto vaginal. Incluso se alimentó con lactancia materna exclusiva durante sus primeros seis meses de vida, a pesar del escepticismo previo de su madre: "Pensaba que tendría que optar por el biberón pero cuando Victoria nació la matrona me la puso encima y enseguida reptó y se enganchó. Pregunté que si no se quedaría con hambre y me demostraron que tenía leche de sobra para ella, puesto que aunque el pecho operado no funcionaba el otro producía por los dos. Ganó peso sin problema, ya que cuanto más succionaba, más leche creaba".

Ahora su revisiones son anuales y disfruta de su pequeña Victoria. Es más, reconoce que cuando se sientan preparados, irán a buscar un hermanito. Si no llega de manera natural, pueden fecundar el otro ovocito congelado. "Nadie debería perderse la experiencia de ser madre o al menos de intentarlo. Por eso, si el pronóstico del cáncer lo permite, está bien contar con un plan B: vitrificación de sus óvulos o tejido ovárico.
Yo tuve suerte porque me lo detectaron muy al principio, porque las células se reproducen más rápido y son mucho más agresivas en las jóvenes. Por eso es importante hacer una revisión anual. El índice de supervivencia del cáncer de mama es el más alto de los tumores y en España tenemos unos médicos muy buenos".

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