Antojos en el embarazo: mitos y verdades sobre ellos
Las mujeres embarazadas suelen ser más sensibles a los olores y a los sabores. Una sensibilidad que a veces se traduce en unas ganas repentinas y bastante irrefrenables de comer algún alimento. Sin embargo, al contrario de lo que se piensa, esas ganas conocidas popularmente como antojos sí pueden tener una explicación. ¿Quieres saber cuál? Te lo contamos.
Si has estado embarazada o conoces a alguna mujer que lo haya estado, quizás sepas lo que son los antojos. Esas ganas repentinas por comer o beber algo específico, que no se puede sustituir por nada y que debe ser de manera urgente (conocemos a más de un papá que ha tenido que ir a buscar helado en pleno enero). Antojos que tienen que ver con los cambios hormonales del embarazo.
Cambios que provocan un aumento de su sensibilidad, especialmente del gusto y del olfato. Y es que “a las embarazadas le pueden provocar aversión olores o sabores que antes le gustaban o, por el contrario, apetecerles olores o sabores que anteriormente no les gustaban”, explica a Ser Padres Priscilla Andrade, especialista en Reproducción Asistida en Institut Marquès, centro miembro de Top Doctors.
Cuando eso ocurre no hay de qué preocuparse. Esas alteraciones suelen desaparecer después del parto, cuando los gustos se reconducen y la madre recupera sus apetencias habituales. Es más, aunque lo normal es que la mujer embarazada satisfaga sus antojos, no es en absoluto peligroso ignorarlos. “Lo más importante en el aspecto alimenticio es que la paciente embarazada busque siempre una dieta equilibrada y lo más sana posible durante todo el proceso”, recuerda la experta consultada. Y es que aunque los antojos no son perjudiciales para la embarazada, sí podrían suponer un problema si para satisfacerlos no se tuviera en cuenta su valor calórico, y como éste podría poner contra las cuerdas la balanza nutricional de la embarazada.
Manchas en la piel: ¿mito o realidad?
De ahí que, si los antojos suponen una gran carga calórica para la dieta de la gestante, lo mejor es ponerlos a raya y no sucumbir a ellos, al menos no siempre. En este punto, la doctora Andrade recuerda que, al contrario de la creencia popular, el no satisfacer esos antojos no es en absoluto sinónimo de que el bebé vaya a nacer con alguna mancha en la piel que recuerde la forma del alimento-antojo insatisfecho. “Hay muchos mitos relacionados con lo que se experimenta durante los nueve meses que dura un embarazo; que las manchas que en ocasiones aparecen en la piel de los recién nacidos sean un antojo insatisfecho es uno de ellos”, matiza.
En los antojos no interviene el feto sino la mamá, y en ocasiones el papá, quien dando unas fresas, un dulce, unos pepinillos o una aceituna, puede convertir a su pareja en la más feliz del mundo, aunque sea por un ratito.
Además, los antojos no tienen por qué aparecer en todos los embarazos. “No todas las mujeres tienen esos deseos alimenticios”, puntualiza Priscilla Andrade. La razón es que a veces lo que tanto la embarazada como su entorno identifica como un antojo, en realidad lo que es una necesidad de mayor atención por parte de la gestante.
Cuando sí suceden esos antojos pueden hacer su aparición en cualquier momento del embarazo ya que no tienen una temporalidad específica. Además, no tienen nada que ver con el sexo del bebé. “Los antojos y el sexo del bebé no guardan ninguna correlación. A la madre se le pueden despertar esos deseos alimenticios independientemente de si su bebé es niño o niña”, matiza Andrade.