Ser Padres

Lupus y artritis reumatoide: cuáles son los riesgos en el embarazo

Se sabe que el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide pueden originar complicaciones en el embarazo, por lo que es común que surjan algunas preocupaciones asociadas a sus riesgos.

Tanto el lupus (lupus eritematoso sistémico) como la artritis reumatoide son dos enfermedades autoinmunes crónicas que aparecen cuando el sistema inmunológico ataca a los tejidos sanos, lo que puede afectar de forma negativa al cuerpo. De ahí que sean dos enfermedades consideradas de “alto riesgo” durante la gestación.

Esto es debido a que las embarazadas con lupus o con artritis reumatoide suelen presentar un mayor número de complicaciones a lo largo de la gestación (como por ejemplo hipertensión arterial o parto prematuro), así como períodos de tiempo más prolongados de estancia en el hospital después del parto.

Por suerte, tal y como coinciden en señalar los expertos, con la planificación, el seguimiento médico cuidadoso, y el tratamiento adecuado, en la mayoría de las ocasiones los embarazos terminan siendo exitosos.

El lupus eritematoso sistémico durante el embarazo

El lupus es una enfermedad autoinmune crónica que se disemina a lo largo de todo el cuerpo. Se manifiesta con mayor frecuencia por la aparición de distintas lesiones en la piel, además de dolores articulares, aunque también puede terminar afectando a órganos como el riñón, el corazón o el cerebro.

El sistema inmunológico normalmente se encarga de defender nuestro organismo contra ataques tanto internos como externos. Sin embargo, en el caso del lupus, la actividad anormal de los linfocitos, que son las células de defensa de nuestro organismo, produce un ataque en distintos tejidos originalmente sano del cuerpo, como la piel, las articulaciones o determinados órganos.

La mayoría de los brotes de lupus no tienden a ser considerados como una amenaza ni para la futura mamá ni para el bebé, pero un brote sí puede hacer que el cuerpo se vuelva más susceptible a los daños originados por la enfermedad, aumentando el riesgo de complicaciones.

Especialmente en aquellos casos en los que se tiene afectación renal, los expertos inciden en la importancia de no intentar quedarse embarazada hasta el momento en que la enfermedad se encuentra completamente controlada.

La evidencia científica existente hasta el momento sugiere que el riesgo de aparición de brotes puede aumentar en los dos primeros trimestres, así como en el primer trimestre después del parto. Esto es especialmente cierto cuando la enfermedad se encuentra activa en el momento de la concepción, ya que los brotes son más comunes.

Pero un estudio publicado en el año 2020 encontró que cuando el lupus es leve y estable en el momento en que se produce la concepción, lo más habitual es que surjan brotes menos significativos a lo largo de la gestación.

La artritis reumatoide durante el embarazo

Foto: Istock

La artritis reumatoide durante el embarazoFoto: Istock

Una investigación publicada en el año 2019 estimó que en el 60 por ciento de las mujeres con artritis reumatoide, los síntomas mejoran durante el embarazo. Esto sería debido a los cambios que comúnmente ocurren en el sistema inmunológico durante el embarazo, y que son importantes para evitar que el cuerpo rechace al bebé.

Pero, aunque la estadística puede ser más o menos clara, los médicos no pueden predecir qué mujeres notarán una mejoría y cuáles no. Esto significa básicamente que la actividad de la enfermedad puede permanecer igual, o por el contrario pueden surgir brotes (y remisiones).

Como ocurre con el lupus, los brotes de artritis reumatoide después del parto es algo bastante común; se estima que ocurre alrededor del 47 por ciento de las veces. ¿La causa? Posiblemente porque el sistema inmunológico regresa a su función normal.

¿Cuáles son las posibles complicaciones de ambas enfermedades en el embarazo?

Ambas enfermedades pueden influir en la aparición de algunas complicaciones durante el embarazo. Las más comunes son: presión arterial elevada (hipertensión arterial), parto prematuro y un mayor riesgo de aborto espontáneo.

El riesgo suele ser mayor cuando se tienen antecedentes de preeclampsia en otros embarazos, si las pruebas médicas revelan la presencia de anticuerpos antifosfolípidos, o antecedentes de plaquetas bajas o coágulos sanguíneos.

Tanto la preeclampsia como la eclampsia son dos de las complicaciones que más preocupan a los médicos. No tratadas, pueden ser fatales tanto para la embarazada como para el bebé. Ambas cursan con presión arterial elevada, inflamación y proteínas elevadas en la orina.

En el caso de la eclampsia es más probable que curse con convulsiones, pudiendo provocar coma. En los bebés, ambos problemas pueden convertirse en una de las principales causas de nacimiento prematuro.

En lo que a la salud del recién nacido se refiere, las dos afecciones pueden reducir la cantidad de sangre que fluye a través de la placenta, lo que acaba conduciendo a desnutrición, crecimiento y desarrollo deficiente del bebé y, en casos más graves (aunque con menor frecuencia), la muerte fetal.

La artritis reumatoide, por ejemplo, está más relacionada con bebés nacidos a término, o casi a término, pero con bajo peso al nacer, o que tienden a ser un poco más pequeños para su edad gestacional, lo que podría deberse a problemas con la función placentaria al existir anomalías del sistema inmunológico, o por el tratamiento médico con determinados fármacos.

Respecto al aborto espontáneo, se sabe que el lupus aumenta el riesgo, debido fundamentalmente a las irregularidades existentes en la coagulación normal de la sangre, lo que puede interferir con el correcto desarrollo y funcionamiento de la placenta.

Por todo ello, una planificación cuidadosa antes de la concepción puede ser muy útil a la hora de conseguir un embarazo saludable, evitando las posibles complicaciones que ponen en riesgo tanto la salud de la mamá como la de su bebé. Para lograrlo, es imprescindible hablar con el médico y recibir el debido asesoramiento.

tracking