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Hepatitis y embarazo: fertilidad, gestación y todo lo que debes saber

La hepatitis es un tipo de infección que puede dañar el hígado gravemente. Y, si la mujer está embarazada, podría transmitirlo al recién nacido. Te descubrimos todo lo que debes saber.

Es cierto que la hepatitis y el embarazo es un tema complicado, principalmente porque existen distintos tipos de hepatitis, podría ser causada por un virus o tener una causa no infecciosa, y ser grave (o no). En este sentido, la hepatitis simplemente significa cualquier enfermedad que causa la inflamación del hígado.
La hepatitis viral puede ser causada por distintos virus, incluidos la hepatitis, A, B, C, D y E. Y la hepatitis no viral (es decir, la no causada por una infección vírica) también puede ocurrir durante la gestación. No obstante, la prevención, los tratamientos y los efectos sobre el embarazo variarán de forma significativa entre los diferentes tipos de hepatitis.

Hepatitis y fertilidad

Aunque se han llevado a cabo distintos estudios, una investigación publicada en el año 2018 encontró alguna evidencia, pero limitada, de que la hepatitis viral puede afectar de forma negativa tanto a la fertilidad masculina como a la función normal de los espermatozoides.
No obstante, por el momento no se ha demostrado que la infecciones por hepatitis virales con hepatitis C o hepatitis B tengan un efecto significativo sobre la fertilidad de la mujer. Así lo ha concluido un estudio publicado recientemente.
Pero una investigación publicada en 2017 en American Journal of Reproductive Inmunology encontró que, una infección por hepatitis, podría indicar un mayor riesgo de otras infecciones de transmisión sexual que sí podrían afectar la fertilidad.

Hepatitis y embarazo

Se sabe que la hepatitis podría complicar el embarazo. Pero también es posible que ocurra lo contrario, y que sea la gestación la que complique la hepatitis. En ocasiones raras, el embarazo podría provocar un brote de una infección crónica por hepatitis, lo que podría acabar dañando aún más el hígado.
En estos casos, es posible que el médico recomiende el tratamiento de la hepatitis durante el embarazo, con la finalidad de prevenir cualquier daño hepático y disminuir la transmisión al bebé.
La hepatitis A es un tipo de hepatitis que puede ser prevenida mediante la vacunación. No obstante, las nuevas infecciones por este tipo de hepatitis se asocian con un mayor riesgo de rotura prematura de membranas, desprendimiento de placenta y parto prematuro. En casos raros podría causar daño hepático al feto.
Ocurre algo similar tanto con la hepatitis B como con la hepatitis C. Ambos tipos también se han asociado con un mayor riesgo de aborto espontáneo y parto prematuro.
Foto: Istock

Embarazo con hepatitisFoto: Istock

Mientras que la tasa de transmisión de la hepatitis B depende, en gran medida, de la cantidad de virus que circula en la sangre (es decir, la carga viral), se estima que hasta un 10 por ciento de las embarazadas con hepatitis C podrían transmitirla a su bebé. Se recomienda que las mujeres que deseen quedarse embarazada se vacunen contra la hepatitis B.
En el caso de la hepatitis E nos encontramos ante un tipo de hepatitis extremadamente grave durante el embarazo, la cual es muy peligrosa para el feto, al existir un riesgo elevado de muerte fetal y parto prematuro, además de causar insuficiencia hepática aguda en los bebés. En este tipo de hepatitis se estima que el riesgo de transmisión de la madre al feto oscila entre el 33 y el 100 por ciento.
Por el contrario, se ha encontrado que la transmisión de la hepatitis D durante el embarazo es bastante rara. Aunque hay pocos datos sobre este tipo de hepatitis durante la gestación, no se sabe si el embarazo aumenta o no la progresión de enfermedad hepática.

¿La hepatitis se puede tratar durante el embarazo?

El tratamiento depende de la causa de hepatitis, y del grado en que afecta la salud de la embarazada.
Por lo general, la hepatitis A no se trata durante el embarazo, aunque sí se recomienda la profilaxis posterior a la exposición para aquellas mujeres que no sean inmunes. Es lo que ocurre con la hepatitis D o E, que no se tratan durante la gestación, debido principalmente a que los tratamientos médicos disponibles no se consideran seguros durante el embarazo.
Se ha demostrado que distintos tratamientos médicos para la hepatitis B son seguros durante el embarazo, incluso en el primer trimestre. Y se recomienda principalmente en embarazadas con una alta carga viral.
En el caso de la hepatitis C, sí es un tipo de hepatitis que debe ser tratada antes del embarazo. No obstante, por el momento no hay muchos datos sobre si el tratamiento con antivirales de acción directa es seguro o no durante la gestación, por lo que, al menos por ahora, no se recomienda su uso en el embarazo.
En lo que a la lactancia materna se refiere, no se considera un factor de riesgo de transmisión de hepatitis viral, por lo que no es preciso que las mamás con hepatitis viral restrinjan la lactancia. Eso sí, cuando surjan pezones agrietados o sangrantes sí deberían considerar tomar un descanso hasta que los pezones sanen.
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