Últimas semanas de embarazo
La gestación está a punto de terminar, se acerca el parto y el momento de conocer, por fin, al bebé. ¿Cómo vive la embarazada esas semanas de ilusión, temores y cansancio?
En las últimas semanas de gestación la futura mamá empieza a pensar en el parto que está a la vuelta de la esquina. Hasta ahora la idea de tener un hijo era un sueño maravilloso. Pero ese sueño va a hacerse realidad en breve y entonces le asaltan las dudas: ¿Y si no sé cuidarle? ¿Y si no llego a tiempo a la maternidad? ¿Y si surge algún problema en el último momento? Pero cuando ve las cosas que ha preparado para el bebé y piensa lo poco que queda para tenerle en casa, se siente tan feliz que todos los temores y molestias se disipan como por arte de magia.
Las mujeres que ya han sido madres confirman que en los últimos días antes de dar a luz los sentimientos y emociones se entremezclan. “Pasas de la alegría por ser madre al temor de no ser capaz de cuidar al bebé como es debido; del mal humor por el cansancio acumulado a la gratitud absoluta hacia tu pareja por lo mucho que te está mimando… Es difícil de explicar”, comenta Beatriz. “¡Será un efecto de las hormonas!”, añade.
Tiempo de estar tranquila
Aunque es cierto que todas las dudas y miedos parecen agolparse cuando el parto es inminente, ese último tiempo de espera tiene también aspectos positivos. Como dice María, papá cuida de la futura madre con ternura, y hay que disfrutar de esto. Además, si el cansancio resulta difícil de llevar, siempre se puede consultar con el ginecólogo, quizá recomiende coger la baja para descansar.
Las últimas semanas son un buen momento para decir adiós a los agobios y las prisas y preparar las cosas para el bebé. Marta cuenta que el ginecólogo le dio la baja 20 días antes de dar a luz, porque se le hinchaban mucho las piernas y se ahogaba al subir la cuesta de va de la oficina a casa. “Aproveché para ir a comprar su ropita de recién nacido y decorar su habitación. Como necesitaba descansar, decidí hacerle chaquetitas de ganchillo para que la espera se hiciera más corta, y eso que nunca había tejido. Me imaginaba lo guapo que iba a estar con ellas y sonreía como una tonta”.
Esa es una de las contradicciones del embarazo. La madre está más fatigada y, sin embargo, entra en una fase de actividad frenética. Limpia la casa, prepara comidas, congela para los primeros días con el recién nacido... Es lo que se conoce como “el síndrome del nido”
¡A sentirse especial!
La futura mamá sabe que partir del parto, todo girará en torno al bebé (al menos durante los primeros meses, cuando más necesita a mamá). Por eso es buena idea aprovechar los días previos al parto para cuidarse: ir a la peluquería, quedar con los amigos, salir a cenar con la pareja (aunque haya que regresar pronto porque enseguida entra el sueño). Nadie va a reprocharle nada.
Leyre comenta con nostalgia que el embarazo hace que una se sienta especial. “La gente te sonríe y te mira con ternura. Te pide permiso para tocarte la tripa y a menudo, aunque no te conozcan, te hablan para preguntarte de cuántos meses estás y si ya sabes si va a ser niño o niña. Tras el parto, el bebé se convierte en el centro de todas las miradas y hasta llegas a echar en falta, a veces, esa empatía hacia ti”.
Sí, es cierto que en algunos casos la preocupación de tus allegados por tu bienestar puede llegar a agobiar, pero hay que saber sobrellevarlo. Cuando el parto está cerca, es común qué te pregunten cuánto te queda, que te narren sus experiencias y te den consejos. Lo mejor, según comenta Rosa Rodríguez, matrona del Hospital la Paz, es “no darles ninguna importancia. Cada embarazo y cada parto es diferente y lo único que vale es lo que te diga tu ginecólogo”.
Hay que preparar a los hermanos mayores
Las mujeres que ya han sido madres con anterioridad relatan que lo que peor llevaron en los días previos al parto fue el sentimiento de culpa al pensar que cuando nazca el bebé van a prestar menos atención a su hijo mayor. Así lo atestigua la matrona Gema Magdaleno. “Cuando las mamás vienen al hospital para las últimas revisiones prenatales suelen preguntarnos si pueden venir los hermanos a conocer al bebé. Y cuando nace el recién nacido, solo quieren irse a casa para no descuidar al mayor”.
Esa reacción es comprensible, sobre todo en un momento en que las emociones están a flor de piel. Por eso, durante la espera final, la madre tiene un tiempo maravilloso para disfrutar más sus hijos, ir a buscarles al colegio (si está de baja), jugar con ellos y explicarles que pronto va a tener en casa un hermanito, hacerles partícipes del acontecimiento para que lo vivan con ilusión.
También organizará con quién van a quedarse los días en los que ella estará ingresada. Lo mejor es que sean sus abuelos o personas muy allegadas los que vengan a cuidar de los pequeños. Así se sentirán más protegidos y la mamá se quedará tranquila y podrá disfrutar de lo que realmente es importante: el nacimiento de su pequeñín, una experiencia mágica.
Así lo recuerda Rocío, madre por segunda vez. “Los días previos al parto no pensaba ni en los dolores ni en el cansancio. Solo sentía ilusión porque ya iba a nacer mi hijo y experimentaría la misma sensación de felicidad que cuando nació el mayor. Es un momento único”.
Cuando llega el momento del parto la madre se concentra en empujar de forma correcta, en soportar las contracciones lo mejor posible y pregunta con insistencia, cuando la avisan de que la cabecita ya asoma: “¿Está bien? ¿Está enterito?” Y cuando al fin conoce a su hijo, todo el esfuerzo que ha hecho se olvida. Solo tiene ojos para él. Atrás quedaron las molestias de los últimos días y el miedo al parto y los dolores. Como comenta Rosa Rodríguez, “solo piensa en regresar a casa, en comenzar a disfrutar de su nueva vida en familia con su recién nacido. El amor lo compensa todo”.
Asesoras: Gema Magdaleno y Rosa Rodríguez Ferrer, matronas del área de partos del Hospital La Paz de Madrid.