En el embarazo los gustos cambian
¿Estás embarazada y no soportas el olor de tu perfume favorito, te dan asco alimentos que antes te encantaban o sientes antojo por alimentos que nunca te han gustado? La culpa es de las hormonas.
El embarazo altera el cuerpo, pero también la mente. Las náuseas, con vómitos o sin ellos, la pérdida del apetito o, por el contrario, necesidad de comer a todas horas, el deseo irresistible o la repugnancia o asco hacia ciertos alimentos, la aversión repentina por un determinado olor... no son más que una consecuencia de los cambios que se están produciendo en tu cuerpo. Tranquila, son cambios pasajeros que remitirán a lo largo del embarazo o una vez que nazca el bebé.
¡No soporto este olor!
En los primeros meses los sentidos del gusto y el olfato se agudizan y alteran notablemente. Muchas embarazadas perciben olores que antes no notaban y sienten rechazo y asco por otros que hasta entonces no le resultaban molestos. En esta sensibilidad repentina, que suele ir acompañada de una alteración del gusto (algunas comidas también saben diferentes), tienen mucho que ver las hormonas.
¡Quiero pepinillos!
El deseo irrefrenable de tomar un alimento concreto suelen responder a una necesidad del organismo por un nutriente específico (sodio, vitamina...) del que existe una carencia. Estos antojos no son un problema, siempre que por saciarlos no se deje de comer alimentos nutritivos.
En los primeros meses de embarazo es importante alimentarse bien y tratar de combinar los antojos con los alimentos que el organismo necesita. Por ejemplo, si se apetece tomar limón, lo mejor es exprimirlo en un filete de pescado.
La creencia de que el bebé nacerá con una mancha imborrable si el antojo de su madre no es satisfecho de inmediato no es cierta. Las manchas de nacimiento generalmente son alteraciones congénitas provocadas una mayor concentración o un déficit de melanina en una determinada zona.
¿Qué le ocurre a mi garganta?
Algunas embarazadas notan incluso que su voz cambia de tono y que tienen ciertas dificultades para respirar por la nariz, como si estuvieran resfriadas. A veces, los cambios en los niveles de las hormonas provocan una congestión pasajera de las mucosas de la nariz, de la laringe, la tráquea y los bronquios.
También es habitual la salivación excesiva. También es cosa de las hormonas. Aunque suele remitir en una semanas, puede aliviarse con caramelos o chicles que inciten a tragar más a menudo.
¡Qué mal cuerpo tengo!
El aumento de las hormonas estrógeno y progesterona, y sus continuas oscilaciones a lo largo del primer trimestre, ocasionan numerosas molestias gastrointestinales. Los alimentos permanecen más tiempo en el estómago, que se vacía con mayor lentitud. Por eso, muchas embarazadas tienen sensación inmediata de hartazgo cuando comen. Además, el incremento de otra hormona, la gonadotropina coriónica (HCG) repercute, precisamente, sobre la zona del cerebro que controla las náuseas y los vómitos.
Para aliviar las molestias conviene cambiar los hábitos alimenticios, comer poco y con frecuencia, y tomar alimentos fáciles de digerir.